1 Real a nombre de los Reyes Católicos. Toledo. Una moneda para Don Alberto.

La Toledo de mediados del s.XVI contó con un vecino muy particular. Era Don Alberto, el hombre de palo, pero no de palo por ser un veterano de guerra con alguna prótesis sino un autómata antropomórfico de madera. Lo que hoy llamaríamos un robot. Este “ser” era obra del ingeniero e inventor hispano-italiano Juanelo Turriano, relojero de Carlos V y afincado en la ciudad toledana desde 1534.

Juanelo, a la muerte de Carlos V, entró al servicio de Felipe II, que lo nombró Matemático Mayor del Reino. Participó con el Papa Gregorio XIII en los ajustes del nuevo calendario gregoriano y diseñó las campanas del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial a requerimiento del arquitecto y amigo personal, Juan de Herrera.

Una de sus obras más famosas, terminada en 1569, fue conocida con el nombre de “El Artificio de Juanelo” y consistía en una magna obra de ingeniería que conseguía llevar agua desde el Río Tajo a Toledo superando un desnivel de unos cien metros. Fue tal esta máquina hidráulica que acudían españoles de los cuatro puntos cardinales a contemplarla. Sólo una pega e importante… Nunca se le pagó al Sr. Turriano por dicha obra y esto lo llevó a la ruina.
Cuentan las crónicas, y también la leyenda, que una mañana en la ciudad imperial de Toledo, el abuelo del Regidor de la ciudad, Rui López de Dávila, y el damasquinador Bernardino Moreno de Vargas vieron llegar a la plaza a Juanelo junto a una persona de andares peculiares y que no era su habitual mozo, Jorge Diana. Cuando se hubo aproximado más se dieron cuenta de que era un hombre, a tamaño natural, de madera capaz de mover, brazos, piernas y cabeza, un verdadero autómata que causó al principio el terror de los toledanos. Con el tiempo los ciudadanos se acostumbraron a su curioso vecino y los niños lo apodaron “Don Alberto”. Cada mañana, el pobre Juanelo enviaba a su “robot” a recoger los víveres que le daba el párroco de Toledo e incluso se decía, según la leyenda, que Don Alberto pedía por las calles limosna para su señor. Quien le diese una moneda recibía del autómata una reverencia en señal de gratitud. Quizás ésta presente pieza pudo ser dada al dicho prodigio de Turriano por algún pudiente vecino de la villa imperial de Toledo.
En 1585 murió el gran genio Juanelo Turriano en la más mísera pobreza y con él su creación, su autómata, dicen que quemado por la Inquisición. Hoy día existe una calle en Toledo dedicada al “Hombre de Palo”, que según parece era la calle que recorría el robot en su pedida diaria de limosna.
Hoy día se tiene conocimiento, o al menos se atribuyen varios autómatas a la creación del ingeniero e inventor. Un ejemplo de ellos es el siguiente: representa a San Diego de Alcalá y se trata de un monje franciscano de unos 40 centímetros de altura. Al parecer data de los años 60 del s.XVI y fue regalado a Felipe II.

Video de este autómata atribuido a Juanelo:

Un saludo y le dedico este post a Patricia.