La Crisis de las Carolinas (1885)

En agosto de 1885, tres meses antes de la muerte del Rey Alfonso XII, España estuvo al borde de la guerra con el Imperio Alemán. Es un episodio poco conocido de la Historia de nuestro país, el cual os paso a comentar brevemente.

El naciente imperio germánico, como gran potencia emergente del continente europeo, buscaba expandirse territorialmente para posicionarse como uno de los países importantes del mundo. Pero los alemanes llegaban “tarde” a la época colonial, pues ya no se estilaba conquistar territorios desconocidos con expediciones sacadas de novelas de aventuras, más que nada porque ya estaba todo descubierto y repartido, bueno, excepto el continente africano; así que tras la conferencia de Berlín de finales de año de 1884 consiguieron sus pedacitos de África en la repartición definitiva del territorio que se hizo entre las potencias europeas del momento. Con esto se daba por concluido el último continente que quedaba por colonizar.
Hay unas palabras que suenan bien y que ellos querían también. Son las palabras: “colonia de ultramar”. No eras un país respetable en el mundo si no tenías algunos pedacitos de tierra en ultramar, por pequeños que fueran, así que se pusieron manos a la obra. Si podía ser en la zona asiática, mejor que mejor, cosas del comercio de la época. Cansados de tener sólo algunas ventajas comerciales en Asia, decidieron tomar algunas islas deshabitadas de la Micronesia en posesión. Y así fue como tomaron, emulando a los conquistadores españoles, posesión de las Islas Carolinas (Océano Pacífico) en nombre del Emperador Guillermo I de Alemania e izaron la bandera imperial en el nuevo territorio “conquistado” con toda la pompa teutónica posible.
España, ante tal acto, no se quedó de brazos cruzados, ya que rápidamente movilizó a la Flota del Pacífico y protestó formalmente el gobierno de Madrid a su homónimo alemán, ya que esas islas eran ¡españolas! La justificación de esta pertenencia a España fue que las Islas Carolinas formaban parte de la jurisdicción de la Capitanía General de las Filipinas junto con Palaos, Guam, Islas Marinas, otras islas menores y, obviamente, el archipiélago filipino. La españolidad de las Carolinas empezó en el siglo XVI, cuando Magallanes y Elcano, en su navegación circundando el orbe, tomaron posesión de las islas en nombre del Rey Carlos I y la Corona de Castilla como recién territorio español descubierto.

Los alemanes no querían desprenderse de las islas pues aunque España protestara, las islas no estaban habitadas ni tenían nada que “dijesen” que eran españolas, así que para ellos eran islas sin patria ni dueño “que se habían encontrado”. Se armó la de San Quintín entre los dos países, todo parecía indicar que irían a la guerra irremediablemente. España, por su parte, movió toda la diplomacia posible para evitar el conflicto armado, ya que su palpable inferioridad naval hubiera hecho de la guerra un desastre para los intereses españoles. Finalmente, Bismarck aceptó ventajas comerciales para Alemania y se terminó la trifulca. Las islas seguirían siendo españolas. España se salvó del desastre por los pelos, seguramente por la mediación del muy enfermo Alfonso XII con el Emperador Guillermo I. Nuestro Rey no pudo ver el final del conflicto pues falleció el 25 de noviembre de 1885 y el pacto que puso fin al conflicto de elevada tensión diplomática se firmó el 17 de diciembre del mismo año.
Es muy probable que al todopoderoso Canciller alemán no le interesara realmente un conflicto militar con España, ya que hay que recordar que con motivo de las maniobras militares desarrolladas en Homburg (Alemania) en 1883, donde asistió personalmente Alfonso XII, nuestro Rey le prometió motu proprio una alianza militar en el caso de que la Francia republicana atacara a Alemania. El joven Alfonso XII dejó muy buena impresión en su viaje por tierras germanas, granjeándose la amistad del anciano emperador alemán. En una Europa inquieta y tensa, con todavía fresca en la mente de todos la guerra franco-prusiana de 1870, era bueno contar con un aliado continental de peso como era España.

Nuestro país, aunque pueda parecer lo contrario debido a un siglo XIX desastroso (Guerra de la Independencia, Guerras de Emancipación Americanas, Guerra de los Diez Años en Cuba y tres Guerras Carlistas, hasta ese momento), un ejército y economía muy mermada, era respetado por las potencias del momento, sobre todo por las monarquías aristocráticas y muy protocolarias centroeuropeas, dadas al recuerdo de glorias y hazañas pasadas, ya que aún se acordaban de los siglos de alianzas y los años de dominio mundial español.