Os presento un tercer artículo sobre «Grupos Étnicos Prerromanos de Hispania», el de los TARTESSIOS, y aprovecho para agradecer a nuestro gran Sol Mar las indicaciones y consejos que evitaron que esto se parezca a una patata.
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SOBRE LOS TARTESSIOS1 ― Pieza del Tesoro de Segura de León (seguradeleon.es)I ― LOS CONCEPTOSI .1 ― EL ETNÓNIMO TARTESSIOSPor
tartessios designamos tanto al
pueblo específico establecido en el valle bajo del Betis, sur de Huelva, mayoría de Sevilla y norte de Cádiz, como al
grupo étnico-cultural poblador del territorio de
Tartessos. Los primeros, considerados descendientes culturales del neolítico argárico, resultarían profundamente afectados por las corrientes culturales del mundo Atlántico a lo largo del II milenio a.C., experimentando desde finales del mismo un gran desarrollo mediante sus contactos comerciales con fenicios y griegos. Célebres mineros y metalúrgicos de larga tradición (extraían de sus tierras grandes cantidades de plata y cobre, también oro, sal, hierro…), este pueblo
tartessio del valle del Betis extendería a partir del IX a.C. su control sobre la mayoría de los territorios de la mitad meridional de la península, donde apoyados en un complejo sistema de rutas controladas desarrollaron una intensa actividad comercial y la colonización agrícola de aquellos territorios, conformando en torno a sí esa estructura “protoestatal” estable que denominamos TARTESSOS y engloba a todo el mencionado grupo étnico-cultural de los tartessios.
Serían así
tartessios de etnia o cultura los TARTESSIOS, OLBYSIOS, CYNETES, CILBICENOS, ILEATES, ETMANEOS y MASTIENOS, entre los que algunos autores incluyen también a los GYMNETES.
El tartessio es considerado pueblo más avanzado del occidente protohistórico europeo: grandes mineros, metalúrgicos y ganaderos, primero, agricultores y navegantes después. Contaron con mitología propia y realeza de origen divino, generadora de leyes y costumbres, conforme indica el mito de Habis transmitido por Justino, así como con la paternidad sobre Medusa, Gerión, Cerbero, Calcis, curetes… y otras mitologías de fondo tartessio integradas en el
corpus mitológico griego.
Herodoros de Herakleia (ca. 420 a.C.) considera ya a los tartessios gentes de raza íbera. Así en su solar nuclear aparecen las culturas ibéricas históricas de los TURDETANOS, TURDULOS y CONIOS, sus descendientes étnicos y culturales (a quienes Diodoro y Livio continúan denominando tartessios y Polibio y Esteban de Bizancio THERSITAS); a la vez que surgen en sus territorios mastienos del oriente los pueblos ibéricos de los BASTULOS, BASTETANOS, ORETANOS y CONTESTANOS.
I .2 ― EL TOPÓNIMO TARTESSOSEl topónimo TARTESSOS alude por su parte a diferentes reducciones: a la propia ciudad, al emporio, al territorio, e incluso como hidrónimo al río Guadalquivir.
A falta de evidencias arqueológicas y debido a la imprecisión de las fuentes clásicas, a día de hoy desconocemos la ubicación de su ciudad epónima y capital: TARTESSOS. Para su reducción se barajan desde antiguo numerosas hipótesis: junto a la antigua desembocadura del río Tartessos (Avieno, Pausanias, Esteban de Byzantio, Posidonio); la misma GADIR (Cicerón, Plinio, Salustio, V. Maximo, Justino, Arriano); CARTEIA (Plinio, Apiano); a dos jornadas de Cádiz (Ephoros); junto a las Columnas de Hércules (Polibio, Licofrón); junto a la laguna AORNOS (el Escolasta de Aristófanes); etc. En la actualidad se ha relacionado con la ría de Huelva o la isla de Saltés (Luzón, Blázquez, García Bellido), con la misma Huelva (Olmos, Fdez. Jurado), con el Carambolo (Ruiz Mata, Carriazo), así como con ASTA REGIA (fig. 2), el Castillo de Doña Blanca (fig.3), el Coto de Doñana, Cádiz, Sevilla, Aljarafe, Cabezas de S. Juan, Carmona, etc.
2 ― Sector de excavaciones realizadas en Asta Regia en los años 50 (foto Museo Arqueológico de Jerez) 3 ― Espectaculares cuevas-cantera junto a Doña Blanca, con extracción de piedra documentada desde el Bronce.Por su parte el territorio denominado TARTESSOS, si bien en principio designaba al solar nuclear del pueblo tartessio en torno al valle bajo del Betis, tras su expansión demográfica y cultural alcanzaría en el noroeste la línea del Tajo superando la del Segura en el levante, por donde se viene desvelando su huella hasta el Júcar. Dentro del mismo sitúan los textos a una serie de ciudades, en su mayoría costeras: TARTESSOS misma, ELIBYRGE, LIGUSTINA, KALATHE, MAINAKE, ODYSSEIA, MASTIA, SIXOS, HERBI, MOLYBDINE, MAENOBORA, HERNA… a las que debemos añadir los numerosos asentamientos desvelados por la arqueología: METELLINUM, CARMO, ASTA, Carambolo, EBURA, CAURA, CORDUBA, CASTULO, OBULCO…
II ― TARTESSOS EN FUENTES CLÁSICAS Y MITOSA los postulados tradicionales sobre la identidad de Tartessos, inferidos de los textos clásicos y de la lingüística, se une en la actualidad un progresivo mayor conocimiento aportado por las ciencias históricas. Uno y otro horizonte, alejados en principio, vienen ya encontrando emplazamientos comunes y comunes postulados. Para un mejor acercamiento a esa realidad histórica abordaremos su conocimiento desde ambas posiciones: fuentes clásicas y mitos en primera instancia, y a continuación la arqueología.
En la Biblia se alude repetidas veces a ciertas “naves de Tarsis” (TARSCHISCH) arribando a las costas fenicias con cargamentos de plata, oro, marfil, monos y pavos reales; mercancías (el marfil, monos y pavos) que al no corresponder a la península ibérica autorizaron a muchos investigadores a abandonar la tradicional identificación de Tharsis con Tartessos. Actualmente se entiende sin embargo que el concepto “naves de Tarsis” no aludiría a un lugar puntual de procedencia sino a un tipo genérico de navío: aquel que se utilizaba para los largos viajes a Tharsis; hipótesis más probable que conciliaría ambos extremos: la procedencia extrapeninsular de ciertos productos y la relación con Tartessos de ese tipo de navío.
3 ― Naves de Tarsis (uned.es)El topónimo figura asimismo en textos asirios como TARSISI. Por otra parte y dada la condición sustancialmente minera de Tartessos para los colonizadores orientales, se ha apuntado que el significado del vocablo hebreo ‘tarsis’ (“mina”) encubriría la metonimia del nombre de un país “minero” (Tartessos) aplicada a un nombre común. En cualquier caso en la actualidad se impone la identificación del Tharsis bíblico con Tartessos.
El término ‘Tartessos’ sería ya de transmisión griega y quedaría relacionado con la difusión de los sufijos ‘-
ssos’ y ‘-
ussa’, de autoría calcidia de Eubea o doria de Rhodos o Kreta, quienes en base al topónimo semita ‘Tarschisch’, o al indígena de raíz ‘
tart/s’ o ‘
turt/s’, alcanzarían el griego ‘Tartessos’ que ha llegado hasta nosotros.
Referencias a Tartessos figuran encubiertas en la mitología griega recogida por Hesíodo en su
Teogonía (VII a.C.), obra que sitúa a las Gorgonas morando en el extremo occidente, donde acude el héroe Perseo y alcanza a decapitar a una de aquellas:
Medusa, de cuya sangre nacerían Pegaso y Chrysaor. Medusa se viene relacionando con la “diosa de los ojos” del Bronce hispano (fig. 4), deidad únicamente representada con ojos y cabello y cuya pervivencia encontramos en plaquitas de tiempo orientalizante como la de Alhonoz. Por su parte
Crysaor, nombrado por Diodoro “rey de toda Iberia”, mediante su unión con Calírroe, hija del Océano, engendrará al rey mítico de Tartessos:
Gerión, dueño de nutridas vacadas en Erithia (ERYTHEIA, junto a Cádiz) que sería el protagonista de uno de los trabajos de Hércules. A Gerión se asocian a su vez su fiel pastor Euritión (de Erithia) y un perro de su misma sangre: Orto (amanecer). También de esa estirpe es Cerbero, el perro guardián del Hades, mundo de ultratumba situado en la entrada de la noche, en el extremo occidente, donde figura la EREBEA
palus (laguna del Infierno, próxima a Palos de Moguer) y el templo de LUX DUBIA (hacia Sanlúcar de Barrameda), que acogería un culto de los navegantes al lucero.
4 ― Ídolo oculado o “diosa de los ojos”, alabastro calcolítico del valle del Guadalquivir (man.es)Actualmente se persigue la huella de estos mitos en el territorio tartessio a través de una intuida relación prefenicia con gentes del Egeo micénico. Tal sería el caso de Medusa, cuyo paralelismo con la deidad peninsular del Bronce (“diosa de los ojos”). Apuntan asimismo a esas relaciones varios de los elementos representados en las célebres estelas tartésicas (fig. 5,6), como la fíbula de codo, el carro, el escudo de escotadura en V… y la propia iconografía ideológica de los mismos: aluden a jefaturas de cultura ganadera, a modo de “geriones con perro”, que sería la imagen que sin duda, de haber existido esos tempranos contactos, exportarían estos territorios al mundo del Egeo.
Contamos además con el registro arqueológico de cerámica micénica de Montoro, el peculiar monumento “reutilizado” de Pozo Moro, de estética “neo
(?)hitita”, las naves representadas en Laja Alta de Jimena, con prototipos arcaicos del mediterráneo oriental, y acaso en sentido contrario el disco minoico de Festos conservado en el Arqueológico de Heraklion, pieza de arcilla con 242 signos que resultan ajenos al mundo minoico y al Egeo y para los que se viene postulando procedencia argárico-tartessia.
5 ― Estela de Solana de Cabañas con carro, escudo en V, fíbula de codo… (man.es) 6 ― Estela del Viso de Córdoba con casco de cuernos y otros elementos (commons.wikimedia.org)Encontramos ya el primer testimonio escrito del vocablo Tartessos en la
Gerioneida, obra de Estesícoro de Himera (VII/VI a.C.) que narra la lucha de Hércules con Gerión, personaje nacido […frente a la ilustre Eritia, más allá de las aguas del río Tartessos, de raíces argénteas...]. Aparece entonces asociado al río Guadalquivir, que mantendrá esta denominación hasta época romana, cuando ya figura como BETIS. Para Herodoto Gerión vive en un lugar junto a GADEIRA denominado Eritia, y Diodoro Sículo alude a él como rico propietario de minas de oro y plata. Pausanias refiere en su Descripción de Grecia que gentes tartessias pasaron a Cerdeña al mando de su rey Norax, hijo de Hermes y Erithia, hija de Gerión, y allí fundaron la primera ciudad de la isla: Nora. Solino informa que Norax era hijo de Mercurio (Hermes) y fundó Nora procedente de Tartessos. ‘
Nuragha’ se denomina a un tipo de torre ciclópea del Bronce en Cerdeña y allí se documentan espadas de “lengua de carpa” procedentes de Tartessos. Pero acaso el mejor testimonio de presencia tartessia en Cerdeña lo encontremos en la denominada “Estela de Nora” (del IX a.C. y hallada en el yacimiento de Nora), pieza similar a las estelas tartésicas pero escrita en caracteres fenicios, cuyo texto conmemora el regreso victorioso de Milkaton después de su batalla en TARSIS; narración muy similar a la mítica fundación de Nora por el tartessio Norax. E igualmente proceden de Cerdeña los únicos hallazgos extrapeninsulares de hachas de talon monofaces, producción del bronce final propia del estuario del Tajo. En sentido contrario algunos atribuyen a ciertos legendarios pobladores de esta isla: los
shardana (pueblo del mar mencionado en una inscripción egipcia de Karnak, de fines del II milenio), la difusión hispánica del casco con cuernos representado en algunas estelas tartésicas (fig. 6)
Pero será Justino quien ofrezca la genealogía más completa, de probable raíz autóctona, sobre el reino de Tartessos. Para éste Gerión sería rey de Tartessos y origen de una dinastía, pero aún menciona otra anterior: en el TARTESSIORUM
saltus habitaba el pueblo de los CURETES, cuyo rey Gargoris trató de deshacerse de un hijo incestuoso habido con su propia hija. Los dioses amparan sin embargo al niño abandonado, los animales le cuidan y amamantan y alcanza sin tropiezo la mocedad. Resulta entonces capturado por los curetes y presentado ante su rey Gargoris, quien reconociendo en él a su hijo-nieto y sorprendido del favor que recibiera de los dioses no duda en adoptarlo, ponerle por nombre Habis y nombrarlo sucesor. Habis se convertirá después en rey pa¬dre y fundador del pueblo tartessio, inventor de la agricultura, ceñidor del buey al arado, proveedor de leyes y fundador de siete ciudades (clases sociales). Justino señala que los sucesores de Habis con¬servarían durante siglos aquel reino.
Por su parte los curetes serían un pueblo legendario al que se atribuye la paternidad de TARTESSIOS y CYNETES. Se les sitúa asentados en la Andalucía suroccidental y en el Algarbe. Diodoro de Sicilia, siguiendo el mito, les atribuye invención del arco (
korys), la espada, el casco, la apicultura... e informa que habitaban los riscos cuando los
atlantes vagaban por los llanos. Justino, en epítome de Trogo Pompeio, es quien les sitúa en el mencionado TARTESSIORUM
saltus (bosque de los tartessios).
Junto a estas referencias de carácter mitológico figuran otras de fondo
ya histórico. La más antigua (mediados del VI a.C.) la encontramos en unos versos del poeta Anacreonte que defienden las virtudes de una vida sencilla, que no persigue lujos ni placeres [...
ni reinar 150 años en Tartessos...]. La cita se interpreta alusiva por tanto al rey tartessio Argantonio, personaje ya histórico y coetáneo del poeta griego, a quien se atribuye un largo período de reinado que cubre aproximadamente desde el primer tercio del VII a mediados del VI a.C. Argantonio alcanzaría celebridad en el mundo antiguo merced a la longevidad de su vida y su reinado. Un siglo más tarde será Herodoto quien abunde en ese dato al mencionar el caso de Kolaios de Samos (al que aludiremos después), un comerciante llegado a Tartessos en tiempos de Argantonio, a quien Herodoto atribuye 120 años de edad y 80 de reinado. También debemos a Herodoto las noticias de las relaciones focenses con Argantonio y el lucrativo viaje que realizó a Tartessos el egineta Sostratos, viaje que le procuraría un fabuloso cargamento de plata. Y ya por Pausanias conocemos las ofrendas de bronce tartessio en Olimpia, documentadas en la actualidad por la arqueología.
Se recogen asimismo noticias de Tartessos en la
Ora Maritima de Avieno (procedentes según la tradición de un antiguo periplo masaliota atribuido a Eutímenes), en una obra perdida de Éforo de la que procederían algunas citas dispersas llegadas a nosotros, y en el historiador Polibio, que alude a MASTIA de Tharsis como límite de actuación mutua fijado por cartagineses y romanos en su tratado del 348 a.C. Posteriormente, en tiempo romano, se seguirá aludiendo a Tartessos y tartessios durante siglos, aunque ya como un cultismo para referirse al Betis o a la Bética, a túrdulos, conios y turdetanos.
III ― LA ARQUEOLOGÍA Y LAS CIENCIAS HISTÓRICAS III. 1 ― PRETARTESSIOS O PERÍODO PREFORMATIVO TARTESSIOActualmente se acepta para el territorio tartésico una raíz procedente de la vecina cultura argárica, con desarrollo autónomo durante el Bronce Pleno e inicios del Final, cuando la región quedaría incluida en el denominado Bronce Atlántico como expresión más sur-occidental de esa cultura. El territorio pre-tartessio compartirá entonces con el mundo atlántico una comunidad de rasgos culturales e ideológicos vehiculados por el trasiego (no sería correcto hablar todavía de “comercio” sino de intercambios y regalos influyentes) de producciones metálicas, joyas, ámbar, artesanos, esposas…
Estos contactos se hacen perceptibles al registro arqueólogico en la difusión por todo el occidente de unos mismos modelos de piezas metálicas (hachas de talón, espadas “lengua de carpa”, cuchillos, calderos, joyas...), en la forma redonda u oval de sus viviendas (fenómeno que plantea un interrogante sobre el salto urbanístico sucedido en siglos anteriores, ya que la tradición argárica usaba el ángulo recto), en su inclinación ganadera trasterminante (a pesar también de la larga tradición agrícola, desde el neolítico, de las tierras andaluzas), en un ritual funerario de tipo “selectivo” (común a sus parientes atlánticos de territorios vettolusitanos y galaicos, aún desconocido, y sobre el que abajo aventuramos una hipótesis), y aun en cierta comunidad de creencias que parece hundir sus raíces en fases anteriores, como la práctica mágico-religiosa mencionada por Artemidoro en relación al SACRUM promuntorium, Cabo de San Vicente.
Como exponente arqueológico de estas relaciones atlánticas contamos con el pecio de la Ría de Huelva (fig, 7), un conjunto de piezas de bronce ya amortizadas y probablemente destinadas a nueva fundición; algo así como un navío “chatarrero” que ilustra sobre la intensidad de esos contactos.
7 ― Pecio de la Ría de Huelva, armas amortizadas del X a.C. (man.es)A este período de cultura atlántica se asocia un primer sustrato lingüístico y cultural indoeuropeo arcaico (o “antiguoeuropeo”) cuyo más claro exponente en tiempo histórico serán las lenguas lusitano-galaicas, además de ciertas prácticas de carácter religioso o ideológico que se sitúan en el origen de algunos endemismos del área occidental: grupos de edad, abigeato, sauna iniciática, bandas y fratrías… El territorio tartessio, debido a sus profundas aculturaciones posteriores, manifestará dicho sustrato muy desdibujado y en menor medida que sus parientes septentrionales.
Asimismo para este tiempo, y junto a aquellas influencias atlánticas, se van día a día desvelando otras recibidas del Mediterráneo (para algunos del mundo micénico), como la presencia de una serie de elementos de prestigio (fíbulas de codo, espejos, peines de marfil, broches, pasarriendas, asadores, hachas de apéndices laterales…), muchos de los cuales figuran representados en las estelas tartésicas pre-orientalizantes (fig. 5 y 6). Mediterráneas serían igualmente las prácticas y ritos que representan las estelas; considerando siempre que las propias estelas procederían tanto de las antiguas “estelas antropomorfas” de Sierra de Gata - Hurdes (desde el Bronce Antiguo) como de las denominadas “losas del Algarbe” del Bronce Pleno (atribuibles a aquellos
curetes), y ambas a su vez de los ídolos dolménicos del Calcolítico; siendo por tanto las “estelas tartésicas” de tradición local. Es característica de este tiempo, además de la cerámica pintada roja, la bruñida de tipo Carambolo coetánea de las piezas excisas y de boquique del norte del Tajo, propias de Cogotas I.
Todo ello dibuja en su fase inicial, pre-formativa, una sociedad de baja demografía, dedicada a la ganadería trasterminante de bóvidos y ovicápridos, con apoyo de una agricultura complementaria (cebada), aprovechamiento de la bellota y la caza (conejo, ciervo, jabalí), y dotada ya de un notable desarrollo minero-metalúrgico. Son gentes que ocupan núcleos aldeanos compuestos de cabañas de entramado vegetal, asentamientos en su mayoría de carácter estacional, apegados a las vías pecuarias, con control expreso sobre éstas y dirigidos por jefes-pastores de carácter tribal que controlan el trasiego de los dones e intercambios. Un panorama generalizado en el occidente que sería similar al existente entre el Tajo y el Duero, solar entonces de la denominada cultura Cogotas I.
III. 1. A) ― El enigma funerario Se atribuye a estas sociedades un rito funerario denominado “selectivo”, en parte debido a la escasez de hallazgos aunque sobre todo en función al carácter individual de los mismos y a la
llamativa inexistencia de necrópolis. Debemos entender que estos grupos de economía ganadera trasterminante, con asentamiento estacional, serían sin duda ajenos al uso de necrópolis dada la grave imposibilidad, religiosa e ideológicamente inaceptable, de custodiarlas. Aventuramos pues la propuesta de asignar a estas sociedades un rito funerario, más que “selectivo”, de “doble tránsito”: uno “en vida” y otro de “cuerpo presente”; de los que el primero habría de ser el importante. Este ritual “en vida” resultaría perceptible asociado a otros rasgos de fuerte tradición atlántica como los denominados “ritos de paso” y “depósitos metálicos”, y entre estos últimos sobre todo en aquellos que contienen piezas “en uso”, limitando la consideración tradicional de “depósitos de buhonero o fundidor” a los que presentan bronce amortizado.
Autores como Marisa Ruiz-Gálvez señalan la relación de estos “depósitos” (fig.
con lugares “de paso”, ríos y caminos, considerando esos hallazgos relativos a un ritual que produciría en última instancia la amortización de la riqueza. En este sentido creemos que el ritual funerario remitiría a prácticas ajenas a necrópolis, de carácter excepcional dentro del registro arqueológico aunque acordes a la concepción mágico-religiosa e ideológica de estas gentes, rituales funerarios “en vida” que formarían parte de las prácticas del “rito de paso” a la mayoría de edad, con el que quedarían ideológicamente relacionados.
8 ― Depósito de Lanzahita (docplayer.es)Aventuramos el proceso: el joven, tras la obtención de su “botín-ajuar” y asegurado así su acceso a mayoría de edad y su derecho al matrimonio, oficiaría el ritual de su propio funeral a fin de alcanzar también su derecho a “identidad” para la “otra vida”. ¿Cómo? Entregando parte de su “botín-ajuar” a un “depósito” que facultara “credenciales” para el más allá. De tal que el "rito de paso" a la mayoría de edad supondría para el postulante una triple concepción:
a) ― Mayoría de edad: reconocimiento por su comunidad del logro conseguido (su “botín-ajuar”) estableciendo
en público un vínculo de identidad con su riqueza, que de esta forma quedaría socialmente amortizada.
b) ― Derecho al “más allá”: apartado del grupo busca en solitario un lugar donde oficiar su propio “tránsito” (el funeral “en vida”) mediante ocultación de una parte del botín-ajuar en un curso de agua o escondrijo en rocas aledañas a un lugar “de paso” (lugares donde suelen aparecer estos “depósitos” y enclaves que durante el Bronce trascendían la función utilitaria formando parte del mundo de las creencias). Debemos suponer que dicha ocultación iría acompañada de alguna práctica de carácter mágico tendente a establecer, aquí en privado, un
vínculo entre lugar, depósito y “difunto” (prolongaciones de una misma identidad), de manera que por lejos que después muriera siempre llegaría su espíritu a aquel lugar de “tránsito” (después veremos cómo), donde le esperaban ya sus “credenciales” para la “otra vida”.
c) ― Cumplido esto retorna al grupo como adulto transformado y se dispone a realizar su ritual matrimonial.
Entre estos grupos trasterminantes, de asentamiento inestable y carencia de necrópolis, el funeral real pasaría a un segundo plano en el orden de creencias, ya que este sucedía en cualquier punto del periplo ganadero donde no quedaría nadie a custodiar sus restos. Y puede que este funeral real, de “cuerpo presente”, sí concilie la presunción tradicional de la costumbre atlántica de arrojar cadáveres a los ríos: cursos de “tránsito” que conducirían al difunto al encuentro con el lugar de su “depósito”, donde recoger sus “credenciales” para el más allá. En resumen, uno y otro funeral formaban parte de la concepción mágica de las aguas y caminos: aguas buscan a otras aguas, se reúnen y se acunan. En este sentido señalamos que el foso inundado de los “palacios-santuario” posteriores (fig. 14,15) pudiera obedecer a un sincretismo atlántico-orientalizante, un rasgo asumido por los nuevos cultos “orientalizantes” a fin de conectar con las creencias arraigadas de estas gentes "atlánticas".
Ejemplos de representación en vida del propio funeral los encontramos en algunos registros folclóricos de los territorios de cultura atlántica: empalaos vettones camino hacia la muerte, amortajados galaicos de Santa Marta de Ribarteme que acuden a su entierro metidos vivos en un féretro, viaje “en vida” a San Andrés de Teixido evitando hacerlo así de muerto, procesiones de la Santa Compaña o la Estantigua…
9 ― Funeral en vida, entierro de amortajados en Santa Marta de Ribarteme (atlantico.net)10 ― Empalao de Valverde de la Vera (solienses.blogspot.com)III .2 ― PERÍODO FORMATIVO TARTESSIOSobre estas bases de carácter atlántico, comunes a toda la mitad occidental de la península, a principios del primer milenio surgiría un nuevo período caracterizado por la sedentarización progresiva de aquellas sociedades: el denominado Período Formativo Tartessio, momento a partir del cual ya sería lícita la denominación de
Tartessos.
Se manifiesta entonces un claro proceso de concentración demográfica denominado sinecismo aldeano: la integración de aldeas dispersas en núcleos mayores y capaces de acoger nuevas especializaciones. Ejemplo de estas concentraciones en el siglo IX a.C. los encontramos en OSTIPPO, Torreparedones, Puente Tablas, ACINIPPO, Peña Negra de Crevillente… núcleos formados mediante la concurrencia aleatoria de numerosas cabañas tradicionales (redondas u ovales), pero sin llegar a adoptar todavía un urbanismo definido. También se verifica en este tiempo una creciente orientación tartessia a la agricultura, a la vez que se potencia la minería, la metalurgia y la pesca.
Estos núcleos, debido a su dinamismo comercial, a su
impulso y mantenimiento de nuevos caminos y a su posición estratégica en vías naturales de comunicación (terrestres y fluviales), aportan ya un sentido político y cultural unitario a un extenso territorio, ofreciendo una visión para este período formativo (denominado geométrico por la tipología de sus creaciones y enmarcado todavía en el Bronce Final) de un Tartessos provisto de avanzado “urbanismo territorial” (conforme ilustra el propio mito de Habis, rey civilizador que distribuye su territorio en siete ciudades).
Con este proceso se relaciona
la formación de las castas heroicas. Es el tiempo en que los jefes-pastores aldeanos se transforman en héroes epónimos, fundadores de pueblos y ciudades. Los mismos que más tarde, salvado el “interregno” de las monarquías sacras orientalizantes, aparecen de nuevo en tiempo ibérico antiguo (VI/V a.C.) representados en la estatuaria de santuarios, necrópolis y
oppida ibéricos. A éstos se atribuyen los tesoros de Nossa Senhora da Guía, Berzocana, Villena…
Sobre la base de esta sociedad tartésica del Bronce Final en tránsito al Hierro I, que va progresivamente potenciando la agricultura, la especialización y el sedentarismo, se produce
el fenómeno sustancial de la expansión territorial de Tartessos. El desarrollo agrícola que experimenta entonces el foco tartessio propiciará excedentes de producción y un consecuente crecimiento demográfico; este a su vez, coincidiendo con períodos de malas cosechas y hambrunas, conduce a parte de la población a realizar nuevas colonizaciones agrícolas del territorio circundante, donde implantarán cosechas, útiles y procedimientos, asnos y gallinas, rastrojo para ganados… en tanto que otros grupos encauzan su esfuerzo colonizador al beneficio de nuevas minas y al establecimiento de nuevos núcleos costeros orientados a la explotación de la sal y de la pesca. Tres impulsos demográficos que van progresivamente extendiendo una
red de nuevos asentamientos que conforman el esqueleto territorial del “estado” tartessio.
El mundo de las creencias se muestra esquivo para esta época formativa, salvo ciertas impresiones deducidas de la iconografía de las estelas que aludirían al mundo funerario (probablemente aún al rito “ganadero” descrito para el anterior período, aunque ya conviviría con enterramientos en túmulo de gentes sedentarias), y algunos datos que encontraremos ya maduros en tiempo posterior y que apuntan a creencias ancestrales, unas de origen mediterráneo y otras de filiación atlántica que hunden sus raíces en tiempos megalíticos. Tal sería el caso de algunos ídolos estela con figura femenina diademada (fig. 11 y 12), que remontarían a aquella deidad de la vida, la muerte y la fecundidad, la diosa-madre de los pueblos mediterráneos; y son precedente a su vez de las diosas sedentes orientalizantes asimiladas a Ashtart (y por extensión relacionadas asimismo con la abundante iconografía figurativa de esta diosa), y de las mismas “damas” ibéricas. Como huellas de perfil atlántico remitimos a ciertas prácticas mágico-religiosas descritas en relación al SACRUM
promunturium , cabo de San Vicente, donde se ofician arcaicos cultos a las rocas y a las aguas declarando a la vez su repudio al hierro (reafirmación del bronce); también a ese aporte de tierra limpia y fértil ajena al lugar de enterramiento, práctica conocida en tumbas megalíticas y documentada ahora en las necrópolis de Cruz del Negro, Setefilla, Cumbres… donde coincide este rasgo indígena, de perfil conservador, con la deposición en tumbas fenicias de una zanja perimetral rellena de tierra limpia y clara (arena de playa), que indicaría una asunción evolucionada de ese culto indígena o una práctica propia y de origen similar pero ya estereotipada y propia del carácter esquemático de la cultura fenicia (como es el caso de las representaciones esquemáticas de Ashtart mediante un simple motivo vegetal, presentes en piezas cerámicas de estas mismas tumbas).
11 ― Estela diademada de Cañaveral de León, Huelva (canaveraldeleon.es) 12 ― Estela diademada de Torrejón el Rubio, Cáceres (verpueblos.com)La arqueología indica que en la segunda mitad del IX a.C. el territorio tartessio inicia relaciones comerciales con los fenicios de Tiro. Numerosos investigadores entienden sin embargo que se producirían un siglo o siglo y medio antes, hacia el XI/X a.C. y próximas a conciliar con los textos clásicos que las sitúan en el XII, ya que parece difícil que en tan solo 50 años fructificaran estas en tantos y tan distantes lugares de no mediar un previo y prolongado contacto mutuo. En cualquier caso aquellas relaciones pondrían en contacto a las culturas mediterránea y atlántica, quedando ya esta zona en relación continuada con las civilizaciones de medio oriente a través de una serie de colonias fenicias establecidas en su entorno costero: GADIR, Huelva, Castillo de Doña Blanca… junto al núcleo tartessio; Morro de la Mezquitilla, Toscanos, Chorreras, Torre del Mar, Villaricos, Cerro Villar, Fonteta… entre los mastienos; Rocha Branca, Abul, Santa Olaia, Sé de Lisboa, Alcaçova… en la costa atlántica. Se entiende a su vez que los tartessios recibirían estos contactos comerciales con los fenicios de Tiro en condiciones de cierta madurez, ya que en otro caso se hubiera hecho imposible el desarrollo de ese enorme proceso comercial.
Por otro lado se vienen día a día desvelando nuevos yacimientos tartessios de carácter indígena pre-colonial. Cerro Salomón-Quebrantahuesos, ONUBA, San Bartolomé de Almonte, NABRISSA, Carambolo, Setefilla, CAURA, CARMO, OBULCO, TUTUGI, Cerro de la Mora de Moraleda, Cerro de la Encina en Monachil… ofrecen registros de este tipo a partir del IX a.C. En esta centuria se data asimismo el muro fenicio del cerro de San Pedro de Huelva, construido con una técnica de aparejo documentada en Tiro. Y ya para inicios del VIII a.C. (actuales registros dendrocronológicos sitúan las fechas un siglo más atrás: hacia 900/880) se documentan las primeras viviendas cuadrangulares con cimiento de piedra y alzado de adobe en el núcleo del Castillo de Doña Blanca, donde también fueron usados el revoco de la cal y el pavimento arcillado. Ambos se atribuyen a iniciativa fenicia.
En ese mismo tiempo se aprecia ya compartimentación de las viviendas en un núcleo de carácter indígena: ACINIPPO. De planta tradicional se documentan entonces en Alhonoz de Herrera, CASTULO, ATEGUA, CORDUBA (Quemados), ITUCI (Tejada la Vieja), Montemolín (con un importante templo de época orientalizante)… en la costa mediterránea en Saladares de Orihuela, Penya Negra de Crevillent, El Oral, Vinarragel de Burriana, Benimaquia de Denia, Santa Catalina de Verdolay, Covatillas la Vieja de Murcia, Aldovesta de Benifallet… y en la portuguesa BAESURI, Rocha Branca de Silves, SALACIA, Setúbal, Almaraz (Almada), OLISIPPO, SCALLABIS, Santa Olaia, CONIMBRIGA…
Es aún escasa la atención arqueológica a las necrópolis de este período, enterramientos tumulares asociados a cremaciones que ofrecen elementos pre-coloniales: cerámicas a mano, fíbulas de codo… Otras necrópolis de carácter fenicio u orientalizante ofrecen asimismo registros pre-coloniales o simplemente indígenas, como Cruz del Negro, Setefilla y Cumbres de San Cristóbal (Doña Blanca). De tipo pre-colonial serían El Acebuchal en Carmona, Cerro Alcalá de Torres (donde apareció una fíbula de codo datada en el XIV/XIII), Llano de los Ceperos de Ramonete, Saladares, Cerro de Les Moreres de Penya Negra…
III .3 ―PERÍODO ORIENTALIZANTE TARTESSIODurante el posterior período orientalizante la abundancia mineral en su territorio convirtió a Tartessos en un antiguo “El Dorado” para los pueblos mediterráneos: al oro, plata, cobre, hierro, sal… los tartessios añadían estaño del interior peninsular, ámbar procedente de su comercio atlántico, y tal vez del africano los referidos monos, pavos, maderas nobles y marfil bíblicos. El bronce tartésico fue célebre en el mundo griego desde épocas tempranas, y la región onubense verifica los mayores depósitos de escoria de cobre de la antigüedad. Al amparo de este crecimiento comercial el mundo tartésico desarrolló el establecimiento de rutas para el comercio metalífero, marítimas y terrestres, atlánticas y mediterráneas (las terrestres, en uso desde tiempos anteriores, serían la base de las futuras vía de la Plata y del tramo de la vía Heraklea por la Campiña y el alto Betis hasta enlazar con la costa mediterránea), a la vez que realizaba una colonización agrícola expansiva que integraría progresivamente en torno a su solar nuclear a otras regiones circundantes. El mérito reside en el establecimiento de esas vías de comunicación (ríos y caminos), que junto a los asentamientos servirían de base a aquella profunda articulación política, ideológica y cultural unitaria del amplio territorio de Tartessos, una especia de
ekumene tartessia.
A partir de fines del VIII a.C. la arqueología verifica en Tartessos una verdadera revolución cultural, urbanística y tecnológica. A la tradicional minería de oro, cobre y estaño se une ahora la explotación de la plata (mediante copelación), del hierro, de la sal… actividades que junto a un fuerte incremento de la producción minera, ganadera y pesquera y una decidida apuesta por la agricultura obligan a desarrollar sistemas avanzados de control excedentario y a gestionar la distribución de mercancías. Sus viviendas tradicionales adoptan entonces el patrón fenicio del ángulo recto y el enlucido de cal, adaptando así el urbanismo a las necesidades de una sociedad clasista compleja y controlada, a partir de entonces, por monarcas divinizados de corte oriental (sustitutos de los jefes-guerrero representados en estelas),
reges que ahora percibimos a través de sus ricas sepulturas (La Joya, Cruz del Negro, Medellín, Setefilla…), sus tesoros (Aliseda, Jávea, Evora (fig. 13)…), sus palacio-santuario (Caura, Montemolín, Cancho Roano, Carmo, Castulo, Ilici, Quéjola…), su presencia en los textos…
13 ― Diadema del tesoro de Évora, Sanlúcar de Barrameda (terraeantiqvae.com)La sociedad orientalizante ocupa ya ciudades con calles, murallas, almacenes, torres, talleres, palacios-santuario… donde conviven clases nobles, sacerdotes, esclavos, y un nutrido grupo dedicado a los oficios y la artesanía: albañiles, alfareros, mineros, metalúrgicos, orfebres, eborarios, carpinteros, esparteros, agricultores, ganaderos, marineros, portuarios, constructores navales, pescadores, personal de pesquerías…
Para el siglo VII a.C. se ha generalizado la casa cuadrangular compartimentada, el revoco de cal, el uso del hierro, el torno cerámico… conforme podemos ver en yacimientos como
Acinippo, Puente Tablas, Cerro Macareno, CARMO, OBULCO, Quemados (Córdoba), Cerro de la Mora, ILURCO… También fuertes construcciones defensivas como Tejada (ITUCI) y Puente Tablas. Y comienzan a aparecer en la zona noroccidental una serie de monumentos que parecen articular una organización ideológica y económica en torno a los mismos: los denominados “palacio-santuario” (fig. 14 y 15), centros de poder aislados que controlan las comunicaciones, la redistribución de intercambios procedentes del norte y la producción agropecuaria de la zona, correspondiendo la mayoría ya al siglo VI a.C. Entre éstos: Cancho Roano (Zalamea), Mata de Campanario, Turuñuelos de Mérida, Azuaga, Casas del Turuñuelo, Atalayuela de Alcaracejos, Villagonzalo, Valdegamas… y en el Alemtejo Fernâo Vaz de Ourique, Neves y Corvo de Castro-Verde. Junto a estos contamos también con una serie de grandes poblados amurallados en el curso del Guadiana: Medellín, Alcazaba de Badajoz, Pico Lobón… y otros sin defensas en el llano: Casa de la Barca en Villanueva, Castillo de Guadajira, Palomar de Oliva de Mérida…
14 ―Palacio-santuario de Cancho Roano y altar del mismo en forma de Schen egipcio (turismodeobservacion.com) 15 ―Sacrificio de clausura del templo (52 caballos) en el palacio-santuario de Casas de Turuñuelo y propuesta de reconstrucción de Mata de Campanario.Instalado en la prosperidad, en este tiempo ejerce Tartessos protectorado sobre un vasto territorio que comprendía el valle del Betis hasta la zona de CASTULO, la mitad de la meseta occidental, la mitad meridional portuguesa hasta el Tajo y la costa sureste peninsular, solar donde coincidiendo con los textos se aprecia su huella hasta el Júcar. Por todos estos territorios se extendería el uso del torno de alfarero, el hierro, una común iconografía religiosa y cultural y tal vez el alfabeto. Es el denominado período “orientalizante tartésico", cuando alcanza su plenitud la entidad política, social, territorial, cultural y económica que denominamos Tartessos, constituyéndose en la primera civilización urbana de occidente, núcleo de una cultura que desarrolla epopeyas, leyes, anales, depurada orfebrería, toréutica, platería, objetos suntuarios, creaciones eborarias, tallas y bordados… Se trataría pues de una cultura única en el occidente prerromano, como postulaba A. Schulten desde una perspectiva romántica, cuya realidad ya viene recibiendo en las últimas décadas un apoyo arqueológico.
Como ejemplo de esta expansión territorial, y guión a la vez de articulación política de un territorio, tenemos el desarrollado entonces en la Campiña de Jaén (que afectó también a otras zonas: Vega, Campiña cordobesa ― sierras subbéticas, Guadiana…), donde núcleos fuertes como Torreparedones controlan una serie de núcleos menores que a su vez colonizan su propio territorio, estableciendo en llano o en ladera, sin defensas, una serie de asentamientos aldeanos de carácter agrícola. Se trata de un fenómeno bastante generalizado en ese tiempo, en la península afecta tanto a este territorio tartessio y protoíbero como a la zona levantina (ILICI, EDETA), al solar vacceo e incluso al celtibérico (futuro territorio lusón del Huecha-Ebro).
La religiosidad en este período orientalizante ofrece toda una batería de datos variados. Entre los arqueológicos contamos con santuarios y
regiae (Cancho Roano, Montemolín, CAURA, CARMO, CASTULO…), con necrópolis orientalizantes (Valdelagrulla en Medellín, Boliche en Cuevas de Almanzora, Cruz del Negro en Carmona, Cumbres en Doña Blanca…), y con una variada colección de joyas y objetos de culto que ofrecen imágenes míticas y simbólicas cuyas representaciones se van progresivamente desvelando: mitología heroica en joyas y estatuaria, betilos y betilos-columna en recintos sacros (templos de Hércules, Ashtart (fig. 16), Tanit), diferentes tipos de ara (Cancho Roano, Montemolín, Oral, Coria…). A estos datos arqueológicos se añaden los aportes recogidos en los textos que informan sobre cultos tartésicos a deidades semíticas o griegas, junto a los inferidos de posteriores creencias ibéricas representadas en páteras, cerámica, estatuaria y numismática (espiga de Melqart o Tanit, astral de Ashtart, toro de Baal, armas de Ataecina…).
16 - Estatuilla de Astarté procedente del Carambolo (researchgate.net)Todo ello nos ilustra sobre un
corpus de creencias semíticas y griegas que acusa en territorio tartésico un profundo sincretismo con otras locales de carácter apotropaico, ctónico (cuevas y aguas de ultratumba: INFERNA DEA, EREBEA
palus, ATAECINA (fig.17), SACRUM
promunturium…), astral (LUX DUBIA, NOCTILUCA), animalístico (caballo (fig.15 y 17), toro, cabra (fig. 18), ciervo), y otras aún de pervivencia más remota.
17 ― Caballo de bronce del palacio-santuario de Cancho Roano (wikipedia.org) 18 ― Cabra exvoto de Ataecina, Malpartida de Cáceres (Museo de Cáceres)El pueblo tartessio desarrolló una escritura semisilábica de interpretación aún oscura, con trazado de derecha a izquierda, cuyos testimonios más antiguos (grafitos cerámicos) se remontan al paso entre los milenios II y I a.C. Este signario (fig.19) figura representado asimismo en una serie de estelas de difusión interior y marginal (Alemtejo, Extremadura) que no se hallan en relación con centros urbanos ni marítimos, cuya funcionalidad resulta imprecisa. Gomez Moreno y Tovar, principales investigadores de esta escritura ―y de la ibérica― postularon su importación directa del oriente a fines del 2º milenio como silabario puro, transformándose posteriormente en semisilábica al adoptar algunos signos de los alfabetos fenicio y griego arcaico, ya en el primer milenio. Probablemente de este signario tartésico surgirían las posteriores escrituras ibéricas.
A principios del siglo VI a.C., caídas las metrópolis fenicias, los tartessios establecerían relación con los griegos focenses (Curtius considera que los focenses serían sucesores de los calcidios en la difusión del preciado bronce tartésico en el mundo griego). De aquellos contactos quedaría constancia en el conocimiento del primer personaje hispánico de carácter histórico: el aludido rey tartessio Argantonio, famoso por su prodigalidad y longevidad en el mundo antiguo; también en las numerosas advocaciones a deidades helenizadas que encontramos siglos después en su territorio (Aphodite, Menestheos, Kronos, Herakles), en la inclinación oracular de la zona (Herakleion, Venus Marina, Inferna Dea) y en el abundante catálogo arqueológico de piezas griegas.
19 ― Estela de Mesas de Castelinho, Almodôvar, Beja (projectoestela.blogspot.com)En este tiempo se situarían también la mayoría de las citas griegas sobre Tartessos, entre ellas las ofrendas de bronce tartésico realizadas por Mirón en Olimpia, referida por Pausanias, las noticias de Herodoto sobre las relaciones tartésicas de los focenses con Argantonio (mediados del VII a mediados del VI a.C.), y la ofrenda de un gigantesco caldero sostenido por tres colosos, obra íntegra de bronce ofrecida al santuario de Hera, en Samos, como diezmo del crecido beneficio que obtuvo el samio Kolaios en un viaje a Tartessos. Herodoto precisa que Tartessos era un mercado inexplorado por los griegos hasta el viaje de Kolaios, y que fue a Tartessos el viaje más lucrativo jamás realizado por los griegos: en esta ocasión la mercancía sería la plata y el navegante Sóstratos de Egina. Algunos autores relacionan este viaje con el inicio de la acuñación de monedas de plata en Egina, las famosas “tortugas” eginetas (fig, 20). Y parece que también corresponderían a esta época filohelénica ciertos enfrentamientos tartessios con la GADIR fenicia; a estos aludiría la cita de Macrobio sobre el rey tartessio
Theron, que armó una flota contra aquella ciudad.
20 ― Tortuga egineta, piezas supuestamente acuñadas con plata tartessia (NumisBids.com)
Mediado el siglo VI, con la irrupción de las potencias púnicas occidentales de Gadir y Carthago, y el abandono comercial del aliado focense tras la batalla de Alalie, se detecta una acusada disminución de la extracción y comercialización de la minería de plata en puntos como Riotinto, Huelva, Tejada… a la vez que se produce el acercamiento de las colonias masaliotas y emporitanas a la costa levantina y el acceso desde allí al centro minero de Cástulo (fig.21), que en adelante sustituirá al antiguo foco minero onubense. Se trataría de un cambio de gran alcance, ya que al mismo se atribuye el estímulo del desarrollo autónomo del iberismo entre estos tartessios orientales: los mastienos. A estos contratiempos se añade también el acceso griego al estaño a través de rutas interiores, desde Massalia (Marsella) al Atlántico. Todas estas circunstancias provocan la caída de Tartessos en un acusado debilitamiento económico, de graves consecuencias políticas y sociales, que tal vez propiciaran en ese tiempo la ruptura del “vasallaje” de numerosos régulos locales a la monarquía tartessia y la disolución política y territorial de esa imprecisa entidad que denominamos Tartessos. Así parece evidenciarse de la formación de la frontera mastieno-etmanea que pone fin a los asentamientos agrícolas en la zona y por tanto a la expansiva colonización agrícola, motor hasta entonces del afianzamiento territorial tartessio. Esta nueva situación trae aparejada la reducción de los grandes núcleos de población, la desaparición de muchos de ellos, y el posterior desarrollo en esa periferia tartésica de núcleos menores, más protegidos y autónomos: los
oppida, que dibujarían en adelante un mapa cultural diferente: el iberismo.
Otras versiones de carácter más historicista proponen que Tartessos pagaría su anterior adhesión con el mundo helénico en favor de Gadir, hermana y aliada de Carthago, con su probable destrucción a manos púnicas en ese tiempo (A. Schulten). También se alude a la presión de grupos indoeuropeos que alcanzarían entonces el territorio tartésico (Caro Baroja); aunque ese episodio más parece efecto del debilitamiento tartessio que causa del mismo. Tal vez haya que aceptar la concurrencia de todos estos factores, junto a otros aún no contemplados, para entender la disolución de Tartessos a fines del VI a.C.
20 ― Figura de la Puerta del León de Cástulo (historia.nationalgeographic.com.es)
22- Jarra coronada por una Potnia Theron flanqueada de leones, Valdegamas (M.A.N.)........................................
Y con estos trazos creo que ya podréis desarrollar vuestras propias sugestiones sobre aquellos tartessios y el fabuloso mundo de Tartessos.
Podéis consultar los artículos anteriores sobre CELTAS e ÍBEROS en:
https://www.imperio-numismatico.com/t157635-aproximaciones-al-concepto-celtahttps://www.imperio-numismatico.com/t158011-sobre-los-iberos