Estamos en la majestuosa catedral de Toledo. El día, el 27 de mayo de 1502. Los Reyes están en sus sitiales, colocados en una de las gradas altas del altar mayor; un escalón más abajo, los nuevos Príncipes de Asturias. El templo está abarrotado por la presencia de la alta nobleza y del alto clero. Entre la alta nobleza destacan el Condestable de Castilla, Berbardino Fernández de Velasco, y los duques de Alba, Infantado, Béjar y Alburquerque; entre los prelados que acompañan al Cardenal, los obispos de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Córdoba, Málaga y Oviedo. Y, por supuesto, por su estricta obligación, se hallan también presentes los procuradores de las dieciocho ciudades y villas con voz y voto en Cortes: Burgos,Valladolid, Ávila, Segovia, Soria, León, Toro, Zamora y Salamanca, de Castilla la Vieja y León; Toledo, Madrid, Guadalajara y Cuenca, de Castilla la Nueva; y los de las capitales de los cinco reinos del sur: Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada.
Tras la misa, oficiada por Cisneros, como arzobispo de Toledo, el licenciado Zapata, como letrado de las Cortes, leyó públicamente
a altas e inteligibles voces,
el escrito por el que los Grandes, prelados y procuradores presentes reconocían a Juana como princesa de Asturias y heredera de los reinos de la Corona de Castilla. A continuación se procedió a la solemne ceremonia del pleito-homenaje, poniendo uno tras otro la mano derecha sobre la cruz y los santos evangelios:
...e luego, todos los dichos prelados e Grandes e caballeros
e procuradores de Cortes, uno en pos del otro, en señal de
obediencia e por cumplir e cumpliendo lo contenido en la dicha
escriptura, las rodillas puestas en el suelo, besaron cada uno
por sí la mano derecha a los dichos Príncipe e Princesa, nuestros
señores...
Vino después, a su vez, el acatamiento de los Príncipes a los Reyes:
... e hincaron las rodillas delante de los dichos Rey e Reina,
nuestros señores, e besaron las manos a SS.AA., y
SS.AA. con mucho amor les abrazaron e les dieron paz
y su bendición...
No todo fue liso y sencillo, porque los procuradores de Toledo, creyéndose postergados al no ser llamados los primeros, protestaron en voz alta a la salida del templo, exigiendo que constase en acta su protesta, a lo que el Rey Fernando contestó con una frase que era ya la consabida, pero sin duda, no sin cierto enojo:
Los de Toledo harán lo que Nos les mandaremos y jurarán
cuando Nos les mandaremos...
En todo caso, ya Juana de Castilla es algo más que mera condesa consorte de Flandes.
-Del libro "Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas" de Manuel Fernández Álvarez.
Un saludo.