Denario de la gens Aemilia. TER - PAVLLVS. Paulo Emilio con Perseo y sus dos hijos. Roma.

Buenas compañeros,pues eso que me tiene enamorado está moneda,por lo tanto me gustaría que me dijistes toda la información posible sobre ella.
Mide 19 mm y pesa 4 gramos.Muchas gracias de antemano

Gracias Itubal
Una pregunta que aunque parezca tonta,me gustaría saber.El del reverso dicen que es Lucio Emilio,pero por lógica sería Paulo Emilio.Por cierto que rareza tiene?

Kefa escribió:

Gracias Itubal
Una pregunta que aunque parezca tonta,me gustaría saber.El del reverso dicen que es Lucio Emilio,pero por lógica sería Paulo Emilio.Por cierto  que rareza tiene?

El monetario de la moneda es Lucio Emilio, en la que hace referencia a su antepasado Paulo Emilio en la escena de la imagen de la moneda.

Un saludo.

Pues ni mucho ni poco. En subastas la puedes conseguir por entre 70 y 120€

- Kefa, si has entrado en el enlace de Itubal que te remite a "Tesorillo. com" habrás aprendido del gran Mapila casi todo lo que se puede y debe saber de esta moneda.

- Pero parece ser que por tú insistencia lo que más te preocupa es la rareza que tiene la moneda.

- Pues bien, la rareza la tiene catalogada en "1" es decir: la mínima (aparte de que a mí no me gusta esa moneda concrétamente), pero según el Sr. Crawford para poner en el mercado todos los ejemplares que se hicieron se utilizaron un total de 240 cuños distintos para los anversos y 267 cuños para los reversos.

- Si te sigue interesando el tema, pues en este mismo foro hay algún que otro artículo que habla sobre el número de ejemplares que se calculan para los cuños ... muy distintos los de anversos que eran fijos y yacían en el yunque a los del reverso, que eran móviles y recibían el martillazo.

- Venga, un saludo republicano. Ya que he perdido un poco de tiempo contigo, me gustaría saber tu edad y por donde te mueves (Más o menos, que no te voy a pasar factura). Gracias.

Buenas correcamino,creo que nos conocemos de otras veces,me interesa todo sobre esta moneda,y sobre tesorillo si lees ese enlace,parece ser que está equivocado cuando el reverso dice que sale L.Aemilius en teoría es Paulo Lepido,no? Por eso queria aclarar todo sobre ella
En cuanto a que no te gusta ,a que te refieres,dudas de su autenticidad?
Y respecto a mí por privado te digo lo que quieras,bueno en la edad tengo justamente la mitad que pones que tienes.
Si quieres hablamos por privado
Un saludo compañero

Buen gusto compañero! Es muy bonita.

correcamino eres mi idolo

por cierto bonita moneda
a mi me gusta y se ve buena

Gracias numismático,sercho y elchorlo.A mi me encanta la moneda,no sabemos que le ve correcamino....
Yo no la limpio más la dejo así,en mano está preciosa
Saludos

- Kefa, nuevo saludo. Gracias por el privado. Para que una moneda no guste, pues no creo que sea necesario aducir ninguna causa, es como las mujeres, que en general son todas iguales (espero que no me tachen de machista) y unas gustan más que otras.

- Lo de los cuños y la producción de monedas es algo larguillo de explicar, así que voy a hacer un trato contigo y con el foro. Voy a subir unas notillas en ... a ver... herramientas... y ahí, yo no sé poner enlaces, pero voy citar obras y autores que después cada uno podrá consultar más tranquilamente. No sé si Herramientas será apropiado, quizás Historis... no sé ahora lo veo. Te lo dedico. Saludo republicano.

correcamino escribió:

- Kefa, nuevo saludo. Gracias por el privado. Para que una moneda no guste, pues no creo que sea necesario aducir ninguna causa, es como las mujeres, que en general son todas iguales (espero que no me tachen de machista) y unas gustan más que otras.

- Lo de los cuños y la producción de monedas es algo larguillo de explicar, así que voy a hacer un trato contigo y con el foro. Voy a subir unas notillas en ... a ver... herramientas... y ahí, yo no sé poner enlaces, pero voy citar obras y autores que después cada uno podrá consultar más tranquilamente. No sé si Herramientas será apropiado, quizás Historis... no sé ahora lo veo. Te lo dedico. Saludo republicano.

Aunque a mi no me lo dediques, te doy las gracias por compartir tu sabiduría.
Saludos.

correcamino escribió:

- Kefa, nuevo saludo. Gracias por el privado. Para que una moneda no guste, pues no creo que sea necesario aducir ninguna causa, es como las mujeres, que en general son todas iguales (espero que no me tachen de machista) y unas gustan más que otras.

- Lo de los cuños y la producción de monedas es algo larguillo de explicar, así que voy a hacer un trato contigo y con el foro. Voy a subir unas notillas en ... a ver... herramientas... y ahí, yo no sé poner enlaces, pero voy citar obras y autores que después cada uno podrá consultar más tranquilamente. No sé si Herramientas será apropiado, quizás Historis... no sé ahora lo veo. Te lo dedico. Saludo republicano.

Que detallazo por tu parte,para mí es un honor que pueda aprender de alguien que sabe y tiene tanta experiencia como tú.
Pon los enlaces o la historia que sea que me la pienso mirar y remirar y más si tiene que ver con mi pieza.Y lo de gustarte o no, no sabía porque lo decías,pero si era por la autenticidad ,te garantizo 200×100 que es auténtica y fresca.
Saludos republicanos,como tu dices.

Buenas tardes, @Kefa.

Esta moneda para mi es muy importante, pues fue hace años mi regalo de cumpleaños por parte de mi familia. Me fascinó en su momento y me sigue encantando. Sería de las últimas monedas de las que me desharía.

A lo que te cuento, busca el libro "Roman Republican moneyers and their coins" de Michael Harlan. Editorial Seaby. 1995. ISBN 1 85264 76729

Te cuenta la historia de cada uno de los denarios republicanos entre los años 63 y 49 a.C., y empieza directamente con este denario de Lucius Aemilius Lepidus Paullus. Explica en profundidad para cada monedero las causas que le pudieron inducir a crear los motivos del anverso y el reverso de cada denario. Te adelanto por ejemplo que aunque el reverso si está bien explicado en la web de Tesorillo (aunque está mucho más detallado en el libro de Harlan), el porqué en el anverso de "nuestro" denario se puso la cabeza de la diosa Concordia, no fue precisamente porque la familia le hubiese dedicado un templo como cita la web de Tesorillo, sino por el clima político de ese año, y la facción a la que se adhirió Paullus, la de Cicerón.

ay forma de encontrarlo en español

elchorlo escribió:

ay forma de encontrarlo en español

Pues no lo sé, yo lo leí en inglés. Traduje algunas páginas del capítulo de esta moneda, pero me quedaron por traducir al menos cuatro o cinco páginas. Si me aburro mañana, me pongo a ello y os lo publico para que os hagáis una (pequeña) idea del gran nivel del libro.

Hola Dimicante,si, me gustaría poder leer todo la posible información de este denario y si es en español, mejor.Aun así gracias por la recomendación del libro lo miraré.
Un saludo

gracias

Buenas tardes, foreros.

Como lo prometido es deuda, os enseño mi traducción del capítulo sobre el denario del año 63 a.C. del monedero Lucius Aemilius Paullus del (interesantísimo) libro de Michael Harlan, el cual os animo a incorporar en cuanto podáis en vuestra biblioteca si os gusta el periodo final republicano de Roma.

He dejado los nombres en su latín original tal y como se hace en inglés aunque los más conocidos los dejo en español (Cicerón, Sila, César). Disculpad por los fallos que haya cometido en la traducción, y algunos "palabros" y frases que se me hayan colado en la traducción.

Lucius Aemilius Lepidus Paullus. 63AC

El monedero Lepidus Paullus conmemora en el reverso de su moneda a su tocayo Lucius Aemilus Paullus, cónsul en los años 182 y 168. La inscripción TER encima del trofeo indica que esta fue su tercera y más grande victoria, sobre Perseo, rey de Macedonia. Su segunda victoria había sido sobre los ligures Ingauni en el 181 y la primera sobre los hispanos cuando fue cónsul aquí en el 189. Los académicos actuales debaten sobre si celebró dos o tres triunfos por sus victorias, pero la moneda de Paullus deja pocas dudas sobre la tradición que quiso transmitir la familia. Lucius Aemilius Paullus es la figura más alta a la derecha del trofeo, mientras que a la izquierda hay otras tres figuras, la que tiene barba y las manos atadas a la espalda es Perseus y las otras dos figuras con la mitad de tamaño representan a sus hijos. Perseo, el hijo de Filipo, el cual había sido derrotado por Flaminius en el 197, heredó de su padre el odio a roma y un reino bien preparado para la guerra, lo cual le permitió mantener el conflicto durante bastante tiempo, derrotando primero al cónsul Publius Licinius en el 171, y después al cónsul Aulus Hostilius en el 170. Con su diplomacia, Perseo pidió ayuda a los galos Bastarnae, famosos por su caballería, y apoyó a los ilirios contra los romanos, ganándose a su rey Genthius como un aliado. Para enfrentarse a estas amenazas, el pueblo romano eligió a Aemilus Paullus para su segundo consulado en el 168 y aunque ya tenía 60 años, le confiaron el mando de la guerra.
Aemilus llevó la guerra a un final rápido en una batalla cerca de Pydna. Polibio cuenta que Perseo huyó en cuanto empezó la batalla, pero Posidonio, que había participado en los sucesos, dejó más tarde una larga historia sobre Perseo, contando que entró en la batalla desarmado, ya que un caballo le había dado una coz el día anterior, y había recibido tal golpe que estuvo magullado durante una temporada. De Pydna fue a Pella y finalmente al templo de Castor y Pollux en Samotracia, donde fue atrapado por Gnaeus Octavius. En su huida, Perseo primero había perdido su tesoro al ser traicionado por un capitán de barco cretense, y luego a sus hijos cuando los confió a uno de sus favoritos que también le traicionó por los romanos. Perseo se rindió a Octavius y fue llevado hasta Aemilius.
Tras arreglar todos sus asuntos en Macedonia, Aemilus volvió a casa navegando en la galera del rey de 16 bancos de remos, adornada con las armas capturadas y telas purpuras y escarlatas. Aunque la victoria de Aemilius había traído la caída de la monarquía macedónica, el tribuno militar Servius Sulpicius Galba se opuso a la celebración de un triunfo, basándose en que los soldados estaban descontentos con la parte del reparto del botín que les había tocado. Pero la oposición se deshizo por Marcus Servilus Geminus, el cual acobardó a Galba y a los soldados descontentos tirando su toga, mostrando en su cuerpo desnudo las cicatrices de los 23 duelos personales en que había luchado y ganado, y con ese prestigio militar considerable aseguró los derechos de Aemilius al triunfo.

El triunfo duró tres días. En el primero, Aemilius mostró estatuas, cuadros e imágenes de tamaño colosal, llevadas en 250 carros. Al segundo día, los carros llevaron las armaduras, bruñidas y puestas de forma que hacían ruido y deslumbraban, seguidos de 3000 hombres llevando en 750 vasijas plata amonedada, cada una pesando tres talentos, y en otras llevando cuencos y copas de plata. Al tercer día, trompeteros encabezaron una procesión de jóvenes que llevaban 120 bueyes con los cuernos dorados y adornados con cintas y guirnaldas, seguidos de chicos que llevaban cuencos para libaciones. Luego venían las monedas de oro en setenta y siete vasijas de tres talentos cada una, seguidos de un cuenco consagrado de 10 talentos con piedras preciosas que había hecho Aemilius, luego las copas de Antigonus y Seleucus y toda la vajilla de oro de la mesa de Perseo, seguía el carro de Perseo llevando su armadura y su diadema, luego los hijos del rey, dos niños y una niña, sus criados, todos llorando y suplicando con sus manos a los espectadores. Era una visión que mezclaba dolor y placer para los espectadores. Luego venía Perseo, vestido de negro, llevando las botas de su país, mostrando pesar por su infortunio y seguido por sus amigos y familia. Perseo había pedido a Aemilius que no fuese llevado en el triunfo y Aemilius le respondió que eso ya sólo dependía del propio Perseo, dándole a entender que se suicidara. Y Perseo eligió marchar. Tras él venían 400 coronas de oro enviadas por las ciudades en honor de la victoria de Aemilius. Al final venía Aemilius en un carro magnífico y llevando una vestimenta de purpura y oro, portando una rama de laurel en su mano derecha. Tras su carro, venía el ejército entero.
Tras el triunfo Perseo fue encarcelado, pero Aemilius procuró su liberación llevándole a Alba donde murió cuatro años después. Dos de sus hijos murieron poco después, mientras que el tercero, Alexander, llegó a ser un artista exquisito torneando y grabando figuritas, y aprendió latín tan bien que llegó a ser funcionario en los juzgados.
El esplendor del triunfo de Aemilius enmascaraba una tragedia personal; hacía sólo cinco días que había muerto su hijo de 14 años, y a los tres días del triunfo murió su hijo de 12 años. Estos eran los hijos de segundo matrimonio y aunque había tenido otros dos hijos con su mujer Papiria, estos chicos habían sido adoptados por las familias de Quintus Fabius Maximus y Publius Cornelius Scipio, por lo que cuando Paullus murió en el 160, murió legalmente sin hijos y sin heredero que pudiera llevar el nombre de la familia de Paullus.
Entonces, ¿quién es este monedero Lepidus Paullus y porque está conmemorando a un hombre del cual obviamente no puede descender? Su cognomen Lepidus muestra que desciende de una rama diferente de la gens Aemilia, una familia noble que había conseguido numerosos consulados.
El padre de este monedero había sido cónsul en el año 78, pero en ese momento el lustre de la familia se oscureció. La candidatura de Marcus Lepidus al consulado le resultaba personalmente desagradable a Sulla (Sila); sin embargo, siguiendo los procedimientos de la constitución reestablecida por él mismo, Sila se opuso a Lepidus no con la violencia sino solicitando el voto para sus oponentes. Pompeyo, cuya influencia y prestigio eran muy altos, hizo campaña por Lepidus para tenerlo como compañero en el consulado, y cuando el pueblo le eligió con más votos que al noble Quintus Lutatius Catulus, Sila se disgustó tanto con el resultado de las elecciones que le reprochó al exultante Pompeyo: “Que maravillosa política la tuya, joven, que proclama a Lepidus, el más inestable de los hombres, ser mejor que Catulus, el más noble de todos. Míralo y que ahora no te coja desprevenido que has hecho a tu rival más fuerte que a ti mismo.”

Una vez en la oficina, Lepidus empezó a apoyar a los elementos anti-Sila, apoyando el derecho de la gente al reparto de grano, que Sila había derogado, pidiendo la restauración de los poderes de los tribunos de la plebe, abogando por el retorno de los exiliados pro-Mario y restaurando los derechos civiles de los proscritos y sus hijos, y finalmente apoyando a los italianos que, habiendo luchado por Mario, habían sido echados de sus casas para asentar en ellas a los veteranos de Sila. Cuando los granjeros desposeídos en Etruria atacaron a los colonos de Sila, ambos cónsules fueron enviados para resolver el problema, pero sus simpatías eran diametralmente opuestas, por lo que empezaron a reñir entre ellos. El Senado, temeroso de otro enfrentamiento, les hizo prestar juramento de evitar una guerra civil.
Mientras se sucedían estos problemas, Sila murió tranquilamente en su retiro. Catulus propuso un funeral de estado, pero Lepidus se opuso con fuerza a este reconocimiento simbólico oficial de la vida y la política de Sila, y podría haber tenido éxito con su negativa al funeral de estado si no fuera porque Pompeyo utilizó su considerable influencia para apoyar a Catulus.
Ahora que Sila estaba muerto, Lepidus empezó de nuevo a socavar la legislación que este  había creado. Obtuvo el mandato proconsular de la provincia de la Galia Transalpina y probablemente de la Galia Cisalpina y envió a su legado Marcus Junius Brutus, el padre de Caepio Brutus, el asesino de césar, a reclutar tropas en la Galia cisalpina, mientras que él mismo reclutaba más tropas en Italia y rehusaba volver a Roma y presentarse a las elecciones consulares. El Senado le convocó a Roma para que diera cuenta de sus acciones, pero acabó el año sin que volviera o se hubiesen convocado nuevas elecciones. Con el nuevo año, Lepidus no sólo sentía que se había liberado de su juramento sino que su ejército estaba listo por lo que empezó a marchar hacia Roma. El Senado hizo un decreto de emergencia y envió a Pompeyo al norte a la Galia Cisalpina a tratar con Brutus, mientras Catulus se quedó en Roma para oponerse a Lepidus. Lepidus acampó en las afueras de Roma y envió una demanda al Senado pidiendo un segundo consulado, cuando llegaron noticias de que Pompeyo había acabado la guerra en la Galia Cisalpina con la rendición de Brutus. Lepidus, ahora sin posibilidades de tener los refuerzos de Brutus, estaba obligado a luchar por la captura de roma. Tras un éxito inicial sobre el puente Mulviano avanzó sólo para caer derrotado en los Campos de Marte. Lepidus entonces se retiró a Cerdeña. Con sus esperanzas políticas esfumadas, se quedó estupefacto ante las noticias de que su amada esposa le había sido infiel, por lo que murió allí completamente hundido.
Para entender el legado que Marcus Lepidus dejó a sus hijos, consideremos las palabras de Cicerón 14 años después, cuando se dirigió al pueblo romano por la conspiración de Catilina, comparando el peligro de ese año 63 con el de las viejas insurrecciones:
“Pienso, ciudadanos, de todos los enfrentamientos civiles, no sólo de estos que hayáis oído, sino de todos los que podáis recordar y haber visto… en el de Marcus Lepidus luchando con el más noble y bravo, Quintus Catulus. Su muerte no trajo tanto dolor a la República como la muerte de otros. Sin embargo, todas esas disensiones no fueron de modo que trataban de destruir la República sino de cambiarla. Esos hombres no querían aniquilar la República sino liderarla, y no querían quemar esta ciudad hasta sus cimientos, sino fortalecerla. Pero todas esas disensiones, que no buscaban la muerte de la República, fueron de tal modo que la hubieran resuelto no por la restauración de la concordia, sino por la esclavización de los ciudadanos”.

Quizás ahora podamos entender mejor la cabeza de la diosa Concordia en el anverso de la moneda. Lepidus Paullus estaba intentando desligarse de las disensiones del pasado de su padre y proclamaba su propia preferencia por la armonía y la concordia. Y entonces deberíamos preguntarnos si su padre le había dado el agnomen Paullus en memoria del famoso Lucius Paullus ¿o tal vez se apropió nuestro monedero por sí mismo del nombre a fin de distanciarse de los sucesos más recientes que evocaba el nombre de Lepidus?
Eso no tuvo que ser fácil, considerando el tiempo en el que vivió el monedero. Paullus había nacido en el 93 y fue cónsul en el 50, y tenía 30 años en el 63, en la fecha en que habría empezado su carrera pública al mismo tiempo que la famosa conspiración de Catilina llegó a su cenit. Catilina, como el padre de nuestro monedero, era un aristócrata de una familia noble, que se había desencantado con la constitución del gobierno y estaba dispuesto a cambiarlo por la fuerza. De acuerdo al testimonio de Salustio, Catilina explicó sus planes a un grupo selecto de nobles también desafectos en el 64:
“Todos vosotros habéis ya oído por ahí que he estado contemplando. Pero mi pensamiento se inflama más cada día cuando considero cuales serán las condiciones de la vida en el futuro si no reclamamos la libertad. Ahora que la República ha cedido la ley y la autoridad al control de unos pocos hombres poderosos, a los cuales los reyes y los legisladores les son tributarios, a los que las gentes y las naciones les pagan impuestos, mientras que el resto de nosotros, los activos, los buenos, hombres de noble cuna, hombres de humilde cuna, somos nada, sin influencia, sin autoridad. Estamos bajo el mando de hombres que nos admirarían si la República estuviese en su estado correcto. Y así toda influencia, todo poder, toda la administración, y todo bienestar es para ellos o para donde ellos lo quieran. Todo lo que nos queda a nosotros es el peligro, el rechazo para los puestos en la administración, pleitos y pobreza. Decidme, ¿cuánto tolerareis esto? Oh, ¡vosotros los más bravos de los hombres! ¿No será mejor morir como hombres que mantener sin honor una vida miserable y desgraciada?”
Lo esencial de este discurso fue dejado al descubierto por un conspirador, un tal Quintus Curius, a su amante Fulvia con la esperanza de que sus futuras perspectivas de mejora hicieran que no le dejara. Pero, sin embargo, alarmada por el peligro que le suponía para ella misma y al Estado, mientras mantenía secreta cuál era su fuente, lo contó a cierto número de gente. Las promesas de Catilina de la cancelación de las deudas, la proscripción de los ricos, y la redistribución de las magistraturas y sacerdocios aglutinó la oposición de la nobleza. Salustio escribió:
“Estas cosas en particular hicieron que los hombres ansiaran confiar el consulado a Marcus Tullius Cicero (Cicerón). Antes de esto, la mayor parte de la nobleza ardía de envidias y se lo tomaba como si el consulado se contaminaba si un “nuevo hombre” (es decir, un ciudadano cuyos antepasados no fuesen romanos de nacimiento) lo conseguía. Pero con el peligro en ciernes, la envidia y el orgullo se fueron aparcados.”
Cicerón era la elección perfecta para la nobleza. Se oponía a cualquier medida que afectase al status quo, empezando con la proposición de ley de la tierra del tribuno de la plebe Publius Servilius Rullus para distribuir tierras a 5000 colonos en la Campania. Se opuso a las llamadas a la cancelación de las deudas y tumbó la legislación para la restauración de los derechos civiles de los proscritos por Sila. Mientras tanto Catilina continuaba conspirando y determinado en una segunda candidatura al consulado. Cicerón describió su búsqueda de votos en la elección:
“Catilina fue a su campaña animado y feliz, atendido por una multitud de muchachos, rodeado por un muro de informadores y asesinos, e hinchado en sus esperanzas no sólo por sus soldados sino también por las promesas que él decía que mi colega le había hecho. Fue acompañado por un ejército de colonos de Arretium y Faesulae, incluyendo una multitud de diferentes personas que se habían quedado en la miseria en tiempos de Sila.”