Prutah. Procurador de Judea. Poncio Pilato, Jerusalén. Ecce Homo

He aquí una moneda de bronce acuñada en el 31 d.C. en Jerusalén por el procurador romano de Judea Poncio Pilato (26-36 d.C.), aquel que se lavó las manos y mandó crucificar a Jesucristo.

Poncio Pilato no deja de ser un personaje controvertido por la forma en que sentenció a muerte a Jesucristo y que nos han relatado los distintos Evangelios. Si estaba realmente convencido de su inocencia, -el lavarse las manos de sangre inocente es una prueba de ello- ¿por qué mandó crucificarlo? Una opinión dominante es que, pese a saber que el Sumo Sacerdote y el resto de los jefes de los judíos lo utilizaban para conseguir la pena de muerte que les estaba vedada, Pilatos justificó su condena en las leyes romanas que castigaban con dicha pena la sedición, y la acusación de proclamarse Jesús “rey de los judíos” podía entrar en este tipo de delito contra Roma; de hecho, esta fue la causa que se puso en la Cruz como motivo de la sentencia. A Roma le interesaba por encima de todo que no hubiera disturbios y el procurador romano prefirió la realidad a una verdadera justicia, tal vez, motivado por su temor al cada vez más desconfiado emperador Tiberio.

Volviendo al tema numismático, en esta pieza en el anverso podemos ver la leyenda en griego TIBЄPIOY KAICAPOC (Tiberio César) y un lituus. Este bastón o vara sacerdotal de madera era usado por los augures como instrumento en los diferentes actos religiosos. Un augur era un sacerdote romano que practicaba la adivinación.

En el reverso podemos ver, aunque algo desplazado, una corona de laurel, símbolo del poder y la victoria. En la zona central se puede ver tres letras: LIH. Es la fecha. L = Año. I = 10. H = 8. Esto data la moneda y nos dice que fue acuñada en el año decimoctavo del reinado del emperador Tiberio, años 31-32 d.C.

Quién sabe si esta moneda, aunque de escaso valor en su época, no pudo formar parte del pago del pan de la última de cena; o ir en la bolsa de uno de los que escucharon a Poncio Pilato exclamar: Ecce Homo (Juan, 19:5); o estar perdida en el suelo y pasar el pie de Cristo a escasos centímetros de ella en su caminar agónico hacia el Calvario; o quién sabe si no pudo formar parte del pago de las sandalias que Judas usó para ir a traicionar a su maestro; o escuchó a Pedro negar tres veces conocer a Jesús: o iba en la saca de uno de los romanos que azotó a Cristo en una de sus caídas: o quién sabe si no estuvo con esa Madre, con los ojos bañados en lágrimas, impotente y destrozada, postrada delante de la Cruz de su hijo viéndolo morir; o quién sabe si…

Moneda dedicada a todos los cristianos en este día tan señalado como es el Viernes Santo.