Hola Carlos, bienvenido.
No se exactamente a que te refieres con la frase experto notafílico en España. En este pais hay coleccionistas muy buenos, que te pueden decir mucho sobre billetes.
Supuestos "expertos" tasadores en algunas casas de subastas, pero si te refieres a empresas que se dedican a la calificación y encapsulado de billetes como por ejemplo PMG, en nuestro pais, no existen.
Estamos más que acostumbrados a que los americanos se compliquen la existencia y produzcan cosas que no utilizan el común de los mortales (otras muchas sí, es verdad).
Resulta curioso que existiendo esta escala Sheldon desde 1898, en la actualidad sigamos utilizando el MBC, EBC, etc. Y mas curioso aún resulta ver que en la tabla que adjunto abajo, la equivalencia de los 70 grados Sheldon, son exactamente 10 grados en la columna derecha (desde poor=pobre hasta uncirculated).
Sheldon no estandarizó nada; definió una forma de dar gradaciones que ha sido aceptada por todos.
Simplemente, mis nuevas reflexiones sobre la escala Sheldon y las empresas certificadoras son para tratar de aprovechar una segunda oportunidad que tenemos para debatir sobre los sistemas profesionales de gradación garantizada (que no estandarizada ya que cada billete es un mundo peculiar en el cual un experto puede encontrar de todo).
Es obvio, que se puede pujar con mayor tranquilidad por un billete certificado siempre que leamos una explicación adicional o se tenga la larga lista oficial de deméritos aceptables para cada gradación (quizás más adelante pueda dedicarme a traducirlo). Si hemos comprado un billete, pongamos por ejemplo en una gradación 55, podemos optar por registrarlo en nuestra base de datos como EBC+ y nos quedamos tan tranquilos. No hace falta complicarse la vida ya que para ello están los profesionales de la certificación.
¿Qué ventajas nos puede aportar comprar o vender billetes certificados?:
A ) Comprar un billete que no ha sido manoseado por cientos de pujadores que pueden dejar todo tipo de pequeñas marcas, picos doblados y la grasa de sus dedos.
B ) Saber que no habrá discusión sobre el tema de la gradación. No sería posible la desagradable sorpresa que a veces hemos tenido al recibir un billete ganado en subasta.
C ) Poder vender nuestros billetes, o parte de la colección, debidamente certificada (estoy pensando en mercados internacionales ya que aquí estamos en pañales). Ello evitaría que la calidad la pusiera el intermediario que siempre tenderá a bajarla (lo mismo que la sube cuando vende él)
D ) Saber que en todo momento, durante el tiempo que dure la transacción, el billete estará perfectamente protegido en una funda inerte de material semi-rígido
Es evidente que los puntos anteriores son directamente aplicables a billetes mundiales de cierta categoría (quizás de más de 50€) comprados por Internet o en subastas de salas no ubicadas en España (aunque, tímidamente, ya se han visto alguna certificación en catálogos de subastas españolas)
Me gustaría dejar claro que aunque lo que nos está saliendo pueda parecer de otra galaxia, comienza a ser el pan nuestro de cada día en el mundo de la notafilia internacional. Los que debemos dar un salto hacia arriba somos nosotros para intentar acercarnos a los que ya nos llevan años de ventaja. Veamos los siguientes conceptos:
1º Estados Unidos está en la cabeza del pelotón en cuanto a notafilia. Por tanto creo que sus opiniones deberían tomarse en cuenta. Se subastan billetes de miles, decenas de miles de euros. Obviamente, los compradores necesitan una certificación (encima se la requiere el seguro).
2º La escala de Sheldon no pretende sustituir a la de los 10 adjetivos modernos que he sacado en la tabla de equivalencias Sheldon-Adjetivos (ver tabla anterior). Sheldon aplicó una escala para su colección que le permitió, a base de pasarse la vida tomando datos, establecer una tabla que ahora se ha vuelto indispensable para certificar calidades.
3º En el mundo coloquial de la notafilia no es necesario utilizar el nivel de precisión que se debe alcanzar cuando se compra con certificación de calidad incluida. Nuestro léxico tradicional ya nos sirve cuando queremos clasificar nuestros billetes. Otra cosa sería que, poco a poco, fuesen entrando en el tema las casas de subastas.
4º Las empresas de certificación de calidad utilizan la escala Sheldon desde 1948 ya que les resulta útil. Mayoritariamente es muy conocida en Estados Unidos y Reino Unido pero también se utiliza para certificar para todos los países del mundo.
5º Un billete certificado (garantizado) queda termosellado en una funda inerte semi-rígida (no súper flexible ni rígida), transparente y sin defectos hasta que llega al comprador. La etiqueta identificativa, con código de barras, está en un segundo alojamiento, con sellado inviolable, integrada en el conjunto pero sin tocar al billete.
6º Nuestro sistema (plancha, SC, EBC, MBC, etc.) podrá gustarnos todo lo que queramos pero no lo entiende nadie (tampoco el sistema Francés, Alemán, Italiano, Japonés, Portugués, etc.) y es difícilmente homologable. Nos vale para estar por casa y creo que así seguirá por muchos años (...o quizás no tantos).
Para que veamos la Torre de Babel que significa intentar crear unas equivalencias de adjetivación válidas para cada país, he copiado una tabla que intenta reunir conceptos. Debe notarse que para realizar un imposible encaje de bolillos los autores han trabajado con solo siete adjetivos universales (de los diez existentes)
España sale bastante mal parada ya que no supieron entender la palabra plancha y colocaron la otra que les sonaba mejor: “lujo”. Además metieron en el mismo grupo a los SC y los EBC. También se puede ver a Los Países Bajos que con su FDC añaden confusión a la tabla.
Finalmente, remarcar que hay una nota explicativa, que no he copiado, para los diez adjetivos que, desde hace años, se utilizan en Inglaterra y USA. Hay también una explicación adicional para que según se vea el billete se puede optar por colocar un signo +/-. Concluye la nota con la advertencia de que debemos contar como mínimo con 30 gradaciones resultantes.
Para los que todavía puedan dudar de la bondad de las empresas certificadoras de calidad, les voy a poner un ejemplo más:
Supongamos que queremos comprar un billete San Isidoro sin circular. Visitamos al vendedor en el mercadillo, en la tienda o en la convención. Nos ofrece dos o tres hojas de su álbum para que podamos elegir (todos en plancha dice él). Lo primero que nos sorprende es ver que el precio no es el mismo para todos los billetes. El vendedor lo justifica diciendo que hay ligeras diferencias. Pueden ser de varios tipos desde un descentrado de imagen importante, arrugas de calandrado (visibles en el papel), marcas de uñas, pequeñas manchas o un aspecto general algo ajado (incluso el imperceptible y suave doblez central). Todos son SC pero si tu elección es para el mejor billete deberás pagarlo más alto. Involuntariamente ya se han marcado diversas gradaciones virtuales para una misma categoría SC.
Otro ejemplo (real como la vida misma): Vas a ver los billetes de una subasta. Te gusta una pareja de billetes sin circular que presentan una calidad impresionante. Pujas fuerte para llevártelos. Ganas las pujas, pagas tu pareja y descubres con horror que ya no es el mismo producto que viste días antes. Hay marcas de uñas, un doblez en un pico y tinta de rotulador en un margen. Te quedas sin tu parejita ya que la casa de subastas, que es de prestigio, acepta la devolución… ¡Ha fracasado la venta y la compra!
Los dos ejemplos anteriores no son posibles cuando se compran billetes perfectamente clasificados y debidamente protegidos. Está claro que nos faltan años por delante pero creo que todo llegará y evitaremos dos cosas:
-Que algunos pujadores chapuceros escapen al cerco de la vigilancia y puedan sobar impunemente billetes de alto valor (incluso de varios miles de euros).
-Que una valoración de calidad se deba hacer aprisa y corriendo para llenar el catálogo de la próxima subasta sin posibilidad de establecer una descripción de deméritos mucho más precisa.
Quedaría por meternos en el tema de los billetes restaurados (la mayoría reparados; que no es lo mismo) para descubrir que, actualmente, aceptamos con normalidad una clasificación que no es posible. Ninguna empresa de certificación aceptaría meter en el mismo cesto un MBC restaurado que uno sin restaurar. Ello nos lleva a multiplicar por dos el número de gradaciones inferiores ya que se parte de la calidad aparente del billete (la que presenta después de la restauración) calificando, además, el nivel de restauración que ha recibido.
Buena Carlos, espero haberte ayudado un poquito.
Un saludo.