Manuscrito apócrifo más antiguo sobre la infancia de Jesús

Piñero, como muchos críticos, refuta terminante lenguaje sectario, tan proclive a la tergiversación... Su estilo nada tiene que ver con esto; cualquiera que haya leído alguno de sus libros no emplearía tan confusa terminología, como algunos siguen esgrimiendo...
Para terminar la promoción de nuestro autor, con su estilo peculiar de “es posible”, “es probable” “parece que”, acudo de nuevo a sus escritos, la obra citada, fuente directa, antes que las entrevistas, necesariamente más parvas y el inestimable prisma periodístico... Apartado final...
“¿Fundó Jesús una Iglesia? Según Mt 16,13-20 («Tú eres Pedro...»), Jesús funda una institución para durar en este mundo. Pero, en primer lugar, tal escena no aparece en ninguno de los otros tres evangelios, y ni siquiera encontramos en ellos la palabra «iglesia». Aparte de la inverosimilitud histórica de que un profeta apocalíptico, totalmente convencido de un fin del mundo inmediato, organice una institución para durar, es también la falta de múltiple atestiguación lo que hace dudar de la historicidad del episodio mateano. En segundo lugar, resulta también sorprendente que en textos tardíos del Nuevo Testamento como Tito, 2 Timoteo, 1 y 2 Pedro, 1 y 2 Juan y Judas no haya mención ninguna a la realidad de una Iglesia fundada por Jesús. Tercero: los textos de apoyo citados para apuntalar la escena de Mateo (Jn 10,16; Hch 1,8; Mt 28,19) son altamente sospechosos históricamente; muy probablemente no proceden de la boca misma de Jesús. Es, pues, muy posible que Mt 16,16-18 no sea un episodio auténtico y verdadero, desarrollado en la vida real del Jesús de la historia, sino una narración que se fue formando en el seno de la comunidad judeocristiana primitiva palestinense, basada sin duda en una auténtica confesión de Pedro del mesianismo judío de Jesús, pero luego ampliada con la fundación de la Iglesia, y que más tarde algún profeta de esa misma comunidad, hablando en la persona del Cristo resucitado, puso en boca del Jesús histórico.
Juicio, condena y muerte de Jesús: La muerte en cruz de Jesús, un suplicio romano, supone que este fue condenado a la pena capital agravada por los romanos como sedicioso contra el Imperio. Ninguna acusación religiosa contra Jesús podía prosperar dentro del judaísmo, porque Jesús jamás se consideró Hijo de Dios real, no blasfemó contra él y su proclamación como mesías no era delito alguno. Partiendo de ese hecho se puede considerar que las autoridades judías solo pudieron contribuir indirectamente al final de Jesús por temores de orden público y por motivos económicos, ya que Jesús había puesto en duda y desestabilizado el funcionamiento normal del Templo. Por ello, se debe suponer que el prendimiento del Nazareno fue obra de los romanos (Jn 18,3.12) y solo con ayuda judía. Igualmente el juicio ante el sanedrín, sobre todo el nocturno (Me 14,53), es muy sospechoso históricamente. Más verosímil es la reunión del sanedrín descrita en Jn 11,47-50, donde Caifás y los sanedritas temen graves desórdenes públicos por la predicación de Jesús —al igual que ocurrió con la de Juan Bautista— que podrían provocar una intervención romana con derramamiento de sangre. Este era el peligro real que representaba Jesús (Me 14,2). A esta luz hay que entender las dos hipótesis básicas que explican el juicio y condena a muerte de Jesús. La tradicional consiste básicamente en eliminar toda culpabilidad de Roma en esta muerte y achacarla a puros problemas internos dentro del judaísmo: los príncipes de los judíos movidos por la envidia y por un antagonismo ya antiguo hacia Jesús, fundado en un celo mal entendido por la ley de Moisés, condenaron a Jesús como transgresor de ciertas normas sagradas, el sábado, entre otras, por blasfemo al haberse proclamado hijo real de Dios y haber atentado contra el Templo. Los romanos fueron meros ejecutores, contra su voluntad, de una pena máxima debida a motivos puramente religiosos. La explicación histórico-crítica entiende que Jesús fue condenado a muerte por los romanos como pretendiente mesiánico, como autoproclamado rey de Israel, como individuo políticamente peligroso en cuanto que, al declararse públicamente mesías y rey, podría provocar de inmediato un motín contra las fuerzas de ocupación romanas. Es posible incluso que quizá se produjera de hecho tal motín, o al menos un conato, tras la entrada triunfal en Jerusalén (Me 15,7). La segunda hipótesis parece más plausible, y es probablemente la verdadera. Judas limitó su función a señalar cuál era el escondite secreto del pretendiente a rey mesiánico, para evitar un tumulto popular al prenderlo. El mesianismo de Jesús por muy de intención religiosa que fuera, o por muy desmilitarizado que se presentara —es prácticamente cierto que carecía de cualquier atisbo de ejército regular—-, tenía notables implicaciones políticas y revolucionarias, aunque fuera de modo indirecto. El establecimiento del reino de Dios suponía la inmediata expulsión de los romanos y una nueva constitución política de Israel. Por ello había que eliminarlo. Lucas ofrece una pista certera cuando nos presenta a los colaboracionistas judíos acusando ante los romanos a Jesús así: «Hemos encontrado a este alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al césar y diciendo que él es el Mesías, rey» (23,2). Y los discípulos de Emaús pensaban: «Nosotros esperábamos que sería él, Jesús, el que iba a librar a Israel» (24,21; también en Hch 1,6). En concreto es posible que la susodicha negativa a pagar el tributo al Imperio pudiera haber proporcionado a Pilato el soporte jurídico para la condena de Jesús a la cruz (Me 12,13-17). Es posible también que los primeros factores desencadenantes, las última gotas que comenzaron a colmar la copa de la ira tanto de los romanos como de sus colaboradores ocasionales, las autoridades judías, fueran la entrada triunfal en Jerusalén, que pudo muy bien ser interpretada como un golpe de mano, aunque semiimprovisada y sin ejército efectivo, para suscitar el levantamiento de la población de la capital contra sus gobernantes en pro del nuevo reino de Dios, y, segundo, el episodio de la «purificación» del Templo (Me 11,15-19 par.; Jn 2,14-16). La acción simbólica de la expulsión de los mercaderes y cambistas iba unida a la predicción de Jesús de que Dios iba a crear un templo nuevo que cumpliera estrictamente su misión espiritual. Jesús hizo lo que no debía —enfrentarse a todas las autoridades— cuando no debía —es decir, en medio de la Pascua, en una Jerusalén llena de peregrinos exaltados— y donde no debía, en el centro más frecuentado de la ciudad, el Templo. Jesús era ya un peligro real. Jesús fue juzgado por Poncio Pilato, prefecto de Judea, en una cognitio extra ordinem, y condenado al patíbulo de inmediato. No hay medio alguno de refrendar como histórico el episodio de Barrabás, ya que no existía tal costumbre en todo el mundo romano, la cual habría sido totalmente lesiva para el Imperio. Las burlas de los soldados a la proclamación por parte de Jesús de sus pretensiones regias son verosímiles históricamente. La crucifixión fue colectiva: Jesús no fue crucificado solo, sino probablemente en medio, como personaje más importante, de otros dos revolucionarios antirromanos, quizás dos discípulos suyos. Las autoridades romanas debieron de considerar la acción de Jesús como menos peligrosa que otras acaecidas en el Israel de la época, pues se limitaron a acabar con el cabecilla y otros dos, dejando libre la huida de sus otros discípulos, que no fueron perseguidos. Hay dos versiones en el Nuevo Testamento del enterramiento de Jesús. La primera, evangélica, supone el descenso de la cruz por obra privada de José de Arimatea (más Nicodemo en el Evangelio de Juan); Jesús es depositado en un sepulcro nuevo, tallado en la roca; diversas mujeres presencian el descendimiento. La segunda, de Hch 13,27-29, supone que fueron las autoridades judías, por medio de sus adláteres, las que ordenaron el descendimiento de los tres cadáveres, y que fueran depositados en una tumba común para malhechores. Basándose en el criterio de dificultad, esta última hipótesis es con mucho la más verosímil. Es probable que no pudiera encontrarse el cadáver de Jesús. Este hecho explica mucho mejor la generación de relatos sobre la resurrección y las apariciones. La resurrección de Jesús es un acontecimiento de un carácter tan marcadamente sobrenatural y tan por encima de las leyes de la naturaleza que no pertenece al ámbito de la historia, sino al de la fe. El historiador no puede ni afirmarlo ni negarlo. Sin embargo, sí puede poner de relieve que los textos del Nuevo Testamento que dan cuenta de este acontecimiento tan profundamente importante en la fe cristiana (sin la creencia en la resurrección de Jesús es imposible explicar el nacimiento del cristianismo) están llenos de ambigüedades e inconsistencias. La interpretación de estas discordancias se presta a una clara ambivalencia. Mientras que para los creyentes la diversidad es debida a tradiciones diferentes, conservadas por grupos de cristianos que representan solo aspectos diversos de un mismo y único hecho histórico, para los escépticos es una prueba de la inconsistencia de la tradición en un punto importantísimo y crucial para la fe. Esta inconsistencia hace imposible considerar como algo histórico desde el mero punto de vista de la crítica literaria el hecho de la resurrección. No parece posible estimar a Jesús de Nazaret como el verdadero fundador del cristianismo, ya que su profunda fe y religiosidad judías no se lo permitían, y porque no consta en los documentos —salvo los relatos de la fundación de la Iglesia y la última cena, considerados no históricos por la crítica— que Jesús expresara el menor deseo de establecer una religión nueva. Jesús de Nazaret es sin duda el fundamento del cristianismo pero no su verdadero fundador” (Op. Cít,, 306-309).
No hay evidencias, ni irrefutables pruebas.... Indirectamente podrá alcanzarse la convicción, o acaso, tampoco...

Pues bien podría ser el cristianismo en su Génesis una invención. De lo que no cabe duda es que la vida, infinito incluido, bien pudiera ser una invención de un Dios.

eñe con punto escribió:

No dioses ni diosas,que diría una madre clásica,hasta aquí llegan sus comentarios sobre algo en lo que ni creo ni nunca me han interesado cualquier tema teológico,pues como dije soy ateo,no creo en ningún dios inventado por el hombre, porque son invenciones.

Hola.

1) Nadie está hablando de Dios

2) Las religiones son historia de la humanidad. El más allá es algo en lo que creían los homo sapiens. Quizas otras especies del Genero homo también.

La mayoría de civilizaciónes de pasado en el neolítico, eran teocráticas. Es más, parece ser, o al menos es una hipótesis factible, que los primeros homo sapiens se reunían por la religión, y sino fue el factor más decisivo para ello, si que parece al menos uno muy importante. Algunos investigadores lo apuntan por encima de la agricultura. Un detalle para pensar en ello, son los yacimientos turcos Gobekli Tepe.

3) Parece ser que hay un Jesús humano, real, histórico, y otro diferente que es que diviniza en la literatura de la biblia.

4) No puede existir Jesús independientemente de la existencia de Dios?

Un saludo.

itubal escribió:

Pues bien podría ser el cristianismo en su Génesis una invención. De lo que no cabe duda es que la vida, infinito incluido, bien pudiera ser una invención de un Dios.

La ciencia en un futuro, podría resolver lo que comentas.

De lo que no cabe duda....Wittgenstein terminaba inapelable en su Tractatus contra estevtipo de sentencias... No pocos ya concibieron a la ciencia, acaso hipostasiada, como la que acabaria erradicando aquella querencia con lo Numinoso... La muerte de Dios, no en version nietzscheana, contrarrestada por el determinismo einsteiniano, ni siquiera comtiana... Dios acabaría muriendo por inanición....
Acaso seria preferible, como Tierno Galván o Piñero, seguir nadando/ naufragando en las procelosas aguas del agnosticismo...
Buena noche tengan todos!

Apreciado compañero....cuando se dice "de lo que no cabe duda"acompañado de un condicional..."bien pudiera..." no se dicta ninguna sentencia. Quise indicar que sólo sé que no se nada.

Estimado compañero...Cuando empleo "sentencia", sencillamente aludo a algo elemental en Lingüística, esto es, " oración gramatical"... La socrática adopción era preliminar al mayéutico proceder... Edificante, ciertamente.... Saludos

Tu magnífica oratoria me sobrepasa. Debo reconocer mi gran ignorancia y decirte que no he entendido tus palabras. Me conformo con saber que has entendido lo que yo quería expresar. Es un tema delicado abierto a las propias creencias, donde cabe toda fe, toda ciencia y toda probabilidad.

Saludos

Me imagino que te habrá quedado claro que “sentencia” en Lingüística refiere a “oración gramatical”; matizar habría también que, aunque se emplee indistintamente, “probabilidad” es más restrictiva que “posibilidad”... En nuestro idioma, la doble negación no comporta afirmación... La famosa sentencia socrática ya indica saber “nada”, pese al horror vacui, sería solo el comienzo que atisba conocer...
Fe y ciencia son dos ámbitos bien diferenciados, pese a lo crematístico de artículos sensacionalistas que abonan la confusión; imposibilidad de la metafísica como ciencia, concluiría el pietista Kant....Parafraseando a Popper, Dios no se deja refutar empíricamente, por lo que seguimos sin noticias de Él en las áreas científicas.... Esto no resta para que nos pocos científicos se declaren creyentes, mas, no hay ecuación reductora en torno a Dios, aunque algunos vendan milagrosos descubrimientos.... La fe abrazaría, o no, según arbitrio subjetivo, esa entidad meta-física... Ruego tenga a bien disculpar tanto incordio por mi parte....Saludos

itubal escribió:

Tu magnífica oratoria me sobrepasa. Debo reconocer mi gran ignorancia y decirte que no he entendido tus palabras. Me conformo con saber que has entendido lo que yo quería expresar. Es un tema delicado abierto a las propias creencias, donde cabe toda fe, toda ciencia y toda probabilidad.

Saludos

la falta o ausencia de sexo enriquece el léxico y la verborrea

Si problemático es, no ya el consabido Jesucristo (el Ungido, triunfante resucitado) sino el mismísimo Jesús, en tanto persona viviente (como dicen algunos conocidos míos guiris), no lo es tanto un contemporáneo suyo, pues incluso contamos con registro numismático; un tal Poncio Pilatos, que supongo sonará de algo...
Para compensar la paliza que dí ayer, os traigo los últimos ejemplares conseguidos, referentes a tan popular personaje...  Son amonedaciones, en su mayoría, bastante descuidadas, aunque siempre bien cotizadas, acaso por el personaje.... Ahí van las imágenes....
https://i.postimg.cc/d3kCHh17/IMG-20240404-WA0001.jpg
En la datación es interesante apuntar la Z retrógrada...
https://i.postimg.cc/wTNJDRZZ/IMG-20240404-WA0000.jpg
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https://i.postimg.cc/qMcX6ZNW/IMG-20240402-WA0019.jpg
Buen día tengáis!

Antes de Jesús (el personaje) hubo otros personajes. Antes del cristianismo otras religiones. Antes de ese Dios hubo otro Dios, muchos Dioses. Aquellos Dioses tenían la “facultad” (o se les asignaba) de explicar, justificar hechos inexplicables e injustificables, todos ellos con residencia inalcanzable pero con “buzón de voz”. Hubo hasta personajes hechos semi-Dioses que por sus hazañas, logros o cualidades daban soluciones incomprensibles a problemas mucho más que sobresalientes para la raza humana.

Pero con el enigmático Jesús, llegó un profeta para darle la vuelta a la tortilla, desde ese instante lo inexplicable e injustificable no tenían una solución etérea, lo injustificable era él mismo, lo inexplicable ya no era divino era terrenal, con la “brillante” idea de devolverle un parentesco familiar, y la “fabulosa” idea de albergar en él cualidades divinas, excepto la única capaz de desmontar el castillo de naipes, la inmortalidad, eso sí, manteniendo abierto su propio “buzón de voz”.

Con esas incertidumbres nos vamos moviendo entre fanáticos, creyentes, agnósticos y ateos, sin avance alguno, desde ¡hace miles de años! A ver quién es el listo, no me digáis que no ha sido demoledor el cuento. ¡Joder, es más divertido creer que no creer!

Un texto apócrifo de 11 x 5 centímetros con apenas 13 líneas irregulares de torpe escritura no va a enmendar la plana a una obra literaria canónica completa. Mucho menos porque ni siquiera en esta última hay evidencias aclaratorias sobre la vida personal del personaje, tanto menos habrá por tanto, por tamaña lógica, en un manuscrito “desapercibido” al que ahora la casualidad ha querido que sea un hallazgo de tan alto grado de interés (¡carambolas!) y se le intuya una relación evangelizadora.

Hace miles de años quien poseía la facultad para escribir y leer tenía “el cielo ganado”, era eso, o tener el poder divino de Don de Gentes.

¡Que siga la fiesta!

Saludos