Tras la prematura muerte de Alejandro, Pérdicas, uno de sus diádocos y jefe de la caballería, previa recepción del anillo de sello de aquél en su lecho de muerte, parecía destinado a heredar las riendas de tan vasto imperio, a la espera del nacimiento del hijo de Roxana... Sería, pues, regente hasta que el futuro Alejandro IV gobernase con su discapacitado tío Filipo III, preservando inmáculos los territorios del Magno... Ptolomeo alentó con los restantes diádocos la discordia, a modo de repartición del imperio entre ellos... Dado el escaso predicamento de Pérdicas, saldrían victoriosos, aunque enfrentados por el poder, abriéndose un convulso estadio de intrigas, pactos y guerras a lo largo de una veintena de años. La quebradiza estirpe del Magno poco recorrido tendría ya: en 317 a. C., Filipo III Arrideo sería asesinado por orden de Olimpia, la madre del Magno, en tanto que, años más tarde, Casandro mandaría envenenar a Roxana y su hijo (309 a.C.) por orden de Casandro....
Obtuvo Ptolomeo su elección primera, nada casual, pues se trataba del preciadísimo Egipto. A nadie se le escapa la mutua animadversión que se profesaban Pérdicas y Ptolomeo, bien expresa en aquel episodio en torno a los restos del Magno... Pérdicas, a mayor gloria personal, quiso enviar el cuerpo de Alejandro a una tumba recién construida en Egas, capital original de Macedonia, donde tradicionalmente era enterrada la familia real , pero Ptolomeo secuestró el cuerpo cuando llegó a Damasco. La respuesta de Pérdicas no se hizo esperar, reuniendo un poderoso ejército; la punitiva expedición, trató de afrontar la corriente del Nilo sirviéndose de elefantes... El resultado, catastrófico para sus soldados; tras perder un par de miles de ellos, será asesinado por Pitón, Seleuco I Nicátor, y Antígenes...
A diferencia de los otros diádocos, la mayor preocupación y ambición de Ptolomeo no fue mucho más allá de las fronteras de Egipto, aunque se anexionase algunos territorios en el Mediterráneo oriental. Ptolomeo consolidaría un Egipto próspero con una eficiente administración; dada su inmejorable posición estratégica, trasladó la capital a Alejandría (así, de paso ponía distancia con los funcionarios y sacerdotes de Memphis), convirtiéndose a modo de emporio heleno, más que egipcio. De hecho, el griego era el idioma oficial, no solo gubernamental, también comercial (en la dinastía que Ptolomeo inaugura, solo Cleopatra VII, la celebérrima, aprenderá egipcio).
Alejandría va a erigirse en epicentro cultural del Mediterráneo, construyéndose una enorme biblioteca y museo de ensueño. Ptolomeo comenzaría también la construcción del Faro, que acabará su hijo Ptolomeo II: enorme estructura de tres pisos, coronada por una estatua de Zeus; era visible a millas de distancia, siendo avivado noche y día... Recordaréis que era considerado una de las siete maravillas de la Antigüedad...
Ptolomeo sería el único de los lugartenientes del Magno que, ya anciano moriría en su lecho (282 a. C.), siendo divinizado y conmemorado en fastuosos festejos anuales. Logró asentar una dinastía, la ptolemaica, que perviviría casi tres centurias, hasta la llegada de Julio César...
En el terreno numismático, no decae en absoluto su relevancia... La primera ruptura con la tradición de las monedas del Magno, fue precisamente con Ptolomeo: en el año 320 a.C., tras haberse apoderado del cadáver del rey y derrotar a Pérdicas, confirmaba su dominio sobre Egipto. Legitimaría su poder y prestigio instaurando el culto al conquistador prematuramente desaparecido, plasmándose rápidamente en los icónicos tetradracmas; en su anverso, aparecería la cabeza del Magno deificado, portando la piel de elefante con orejas, colmillos y trompa. Bajo dicha piel es visible el cuerno de carnero de Amón y la mitra de Dioniso aparece sobre la frente. El rey fallecido también portaba la aegis de Zeus, representada con escamas; a partir del 316 a.C., aparecerá atada al cuello con dos serpientes... En monedas más tardías (317 a.C.), también podrán verse los mechones o anastolé típica del conquistador. De esta manera, Ptolomeo se convertiría en el primero de los Sucesores en introducir una nueva versión de las monedas del antiguo rey, sustituyendo a Heracles por el retrato de su predecesor. Obviamente, el siguiente paso estribaría en modificar también el reverso: en efecto, en torno al 314 a.C. Zeus sedente fue reemplazado por una beligerante Atenea con casco, aegis, escudo y rayo. Además, se añade la distintiva ptolemaica del águila apoyada sobre el rayo y la leyenda “AΛEΞANΔPOY ”. Así, Atenea amparaba, defendiendo y legitimando, el poder de un Ptolomeo que aún no ha sido entronizado como rey, por lo que la leyenda aún refiere al Magno... Esto cambiará allá por 305 a.C...
Bueno, creo que ya basta para presentar mi tetra... Ni que decir tiene que es bastante más escasa, y cuesta encontrarla, por lo que su cotización se dispara, frente a la ya de por sí apreciable de tetras comunes, correlacionada con su calidad/conservación y rareza.... Se me antoja un digno especimen...
REYES PTOLEMAICOS DE EGIPTO. Ptolomeo I Sóter (como sátrapa, 314-305 a. C.). Tetradracma. Alejandría. 15,46 g. Anverso: Cabeza diademada del deificado Alejandro a derecha, vestida con piel de elefante y égida. Rev: ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΥ. Atenea avanza hacia la derecha; a la derecha, monograma, casco y águila parada justo sobre el rayo.
Svoronos 162; SNG Copenhague 29.