"Así que miraron con más detalle usando técnicas de microscopía electrónica y, para su sorpresa, los patrones de desgaste de estas monedas eran muy similares a las de las monedas auténticas. Además, un análisis de su superficie, revelaba una composición química compatible con haber estado mucho tiempo enterradas. Es decir, los investigadores se dieron cuenta de que las piezas eran demasiado verosímiles como para ser falsas. Pero, entonces, ¿de verdad hay un emperador romano que desconocemos?"