El templo más antiguo en Roma parece ser que fue dedicado a Júpiter Feretrius (el que se lleva el botín de guerra), cuyo numen residía en una encina sagrada, en la cumbre meridional de la colina del Capitolio.
Este templo fue construido por Rómulo para servir de depositario de la “spolia opima” tras haber vencido a Acron, rey de los Caeninenses.
Spolia opima es un término latino que se podría traducir como ricos espolios o trofeos y que hace referencia a la armadura, armas y otros efectos que un general de la antigua Roma se quedaba como trofeo de guerra tras haber vencido al general enemigo en un combate singular en el que sólo hubiesen participado ellos dos.
A pesar de que entre los romanos existían otros trofeos y condecoraciones de gran valor (como los estandartes o las quillas de las naves enemigas), la spolia opima se consideraba como el trofeo más honorable que se podía obtener, y concedía una gran fama al general que lo capturaba.
A través del curso de la historia de Roma, los romanos sólo reconocieron tres casos en los que la spolia opima hubiese sido otorgada a un general. El primer caso fue el de Rómulo y Remo frente a Acro, rey de los Caeninenses; el segundo fue el de Aulo Cornelio Coso, que lo ganó tras derrotar a Lar Tolumnius, rey de los Veientes. El tercero y último lo ganó Marco Claudio Marcelo, cinco veces Cónsul, tras derrotar y matar con sus propias manos al rey Viridomar, rey de los galos ínsubros. Al ser las dos primeras figuras personajes legendarios, o semilegendarios, se podría decir que el caso de Marco Claudio Marcelo es el único constatado en el que un personaje romano fue merecedor de tal honor.
El Cónsul Marco Claudio Marcelo llevando el rico botín de Viridomar al templo de Júpiter Feretrius. Denario de P. Cornelius Lentulus y Marcellinus (Familia Cornelia / Claudia). 50 a.C.