Hola a tod@s, hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que proceden de
otro pecio que tal vez, no es tan conocido y que, aunque no han llegado a nuestros días con la mejor conservación, su mera llegada las convierte en supervivientes y testigos directos de nuestra riquísima historia. Se trata de
8 Reales acuñados en la ceca de
México a nombre de los “Felipes” de la
Casa de Austria,
entre los años 1556 y 1621, presentando una acuñación típica de esta dinastía, con forma irregular y con imperfecciones en los detalles.
Datos de la pieza:Nominal: 8 Reales
Año: Entre los años 1556 y 1621, de acuerdo a la tipología de la pieza y los ejemplares que han conservado la fecha total o parcialmente visible.
Ceca: México (“Mº” a la izquierda del escudo; en el anverso). Virreinato de Nueva España.
Metal: Plata de 930.555 milésimas
Peso: No está disponible, al estar encapsulada en el holder de la NGC y no haberse tomado este dato previamente. Se percibe a la vista una merma muy significativa de peso.
Diámetro: 40 milímetros (aprox.).
Canto: Liso e irregular, con importante merma en el grosor de la moneda.
Forma: Redonda e irregular
Tipo de acuñación: A martillo
Ensayadores: No visible y, con un rango temporal tan amplio, es complicado dar un nombre con el rigor necesario.
Estado de conservación: “Shipwreck effect” de acuerdo a la certificación que le ha dado la NGC. La corrosión marina se ha cebado bastante en esta pieza, con una acción más o menos uniforme en ambas caras. En el anverso, vemos el escudo de forma parcia, sobre todo el segundo y tercer cuartes. La marca de la ceca no está visible, pero debido al trazado de la Cruz del reverso, sabemos que se trata de México. Las iniciales del ensayador, tampoco están disponibles. El reverso muestra la cruz de Jerusalén con la tipología típica de la ceca de México, así como las armas de Castilla y León visibles parcialmente. Leyendas no visibles, al igual que la fecha. Superficie irregular por la acción marina, con importante pérdida de peso debido a la corrosión y a la falta de dos fragmentos de la moneda, en el primer y último cuarto de la superficie. Pátina oscura.
Referencias bibliográficas: Variables. Posiblemente “Cal. Tipo 161 ó 162 (
#881 al 908),
Rareza: Rara. Ya no tanto por el numeral en sí, la ceca (muy común) o por el estado de conservación, este último afectado significativamente por las circunstancias del naufragio. Si no por lo poco frecuente que resulta ver monedas procedentes de este pecio en concreto en el mercado español o europeo, presente casi en exclusiva en el americano y con un número muy limitado de piezas que han podido rescatarse, concretamente, menos de 1.200 monedas entre todos los valores y cecas.
Pecio: “Nuestra Señora del Rosario” (1622). Un barco mercante que integraba la famosa “Flota de 1622”, también conocida como “Flota de Tierra Firme” y que naufragó, junto con otros barcos del convoy (el más conocido, muy posiblemente, sea el “Atocha”) debido a un potente huracán en 1622 frente a “Dry Tortugas”.
Reinado: Felipe III/IV (1598-1621 ó 1621-1665). Existe una duda razonable sobre el monarca que figura en la moneda, pues sabemos que el pecio data del año 1622. Con ello, de acuerdo al rango temporal de estas acuñaciones, puede coincidir con los últimos años del reinado de Felipe III o los primeros de Felipe IV. No obstante y, dados los demás ejemplares rescatados, muy posiblemente se trataría de una pieza acuñada a nombre de Felipe III. De todas maneras, si nos centramos en la tipología de este numeral en concreto, tampoco podemos descartar totalmente a Felipe II.
Dinastía: Casa de Austria
Leyendas:Anv.: “
PHILIPPVS. III. D. G. 16XX.” [LEYENDAS NO VISIBLES] alrededor del escudo coronado con las armas de los territorios integrantes del Imperio español. A la izquierda del mismo, “
Mº” (ceca de México) y, debajo, la sigla del ensayador. Ambas NO visibles. A la derecha del escudo, el valor nominal “
8” (Reales), el cual, tampoco está disponible. Corrosión marina muy agresiva y pérdida de dos partes de la pieza, en el primer y último cuarto de la misma. Pátina oscura.
Rev.: “
HISPANIARUM ET INDIARVM REX” [LEYENDAS NO VISIBLES] alrededor de la cruz de Jerusalén, rodeada por ocho lóbulos y guardando cuatro cuarteles con dos castillos y dos leones. Corrosión marina muy agresiva y pérdida de dos partes de la pieza, en el primer y último cuarto de la misma. Pátina oscura.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido casi 400 años bajo el mar, especialmente deteriorada como todas las monedas rescatadas de este pecio en concreto y que demuestran que esta pieza en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española, como americana, inmersos en los tiempos de aquella “primera globalización” y el uso de nuestra moneda común como “divisa mundial”.
Información histórica: El “Nuestra Señora del Rosario” fue uno de los barcos que integraban la famosa “Flota del Tesoro” o “Flota de Tierra Firme” en el año 1622. Concretamente, se trataba de un barco seleccionado para la ocasión, de unas 117 toneladas y de fabricación portuguesa. Por aquel entonces, una crisis azotaba las arcas del Rey debido a los altos costes de la “Guerra de los 30 Años”, las deudas que ya se arrastraban gracias a la gestión descuidada de periodos anteriores y el desgaste producido por la acción pirática de otras naciones, requerían la urgente necesidad de dinero en la península. De esta manera, se formó una gran flota integrada, buena parte, por barcos mercantes que fueron fletados con grandes cantidades de monedas de plata y oro con destino a la metrópoli. Flanqueados por barcos de guerra, zarparon durante la primavera de 1622 rumbo a los puertos habituales como el de Cartagena de Indias (actual Colombia), Panamá o la costa caribeña de Venezuela, donde también se encontraban los principales bancos de perlas en el Caribe durante los siglos XVI y XVII. Una vez cargados con los metales preciosos, objetos de valor y demás mercancías, la Flota debía reunirse en el puerto de La Habana junto con la llamada “Flota de Nueva España”, procedente de Veracruz (actual México) y poner rumbo hacia Sevilla. De acuerdo a las crónicas de la época, el cargamento que la Flota llevaría a la península sería uno de los mayores envíos realizados desde el nuevo Mundo hasta ese momento. El cargamento era de tal envergadura, que la partida desde el puerto de La Habana se demoró en más de dos meses, obligándolos a zarpar durante el mes septiembre, justo en plena temporada de huracanes y con el marqués de Cardereita al mando de la “Flota de Tierra Firme” en solitario.
Un trágico desenlace: La que sería conocida posteriormente como la “Flota de 1622”, zarparía formada por 28 barcos, donde destacaría, sin duda alguna, el “Nuestra Señora de Atocha” o el “Santa Margarita”, pero algunos de los barcos nunca llegaría a su destino. Durante la noche del 5 de Septiembre, a su paso por las aguas próximas a los Cayos de Florida, se desató un viento huracanado que, unido a las fuertes olas, acabaría por hundir a 8 de los barcos de la Flota, incluyendo el “Nuestra Señora del Rosario”, el “Nuestra Señora de Atocha” y el “Santa Margarita”, estos dos últimos navegaban al final del convoy. Los 20 barcos restantes, aunque tocados, lograron escapar de las garras del huracán y entre 10 y 14 de los mismos regresaron al puerto de origen para ser reparados.
Al día siguiente, un barco mercante, el “Santa Cruz”, rescató a los cinco únicos supervivientes del naufragio (3 marineros y 2 esclavos) que se aferraron al palo de mesana, siendo esta la única parte del “Atocha” que no llegó a hundirse. Los restos del desastre se esparcían a lo largo de 50 millas desde “Dry Tortugas” hacia el este, llegando a la ubicación del “Atocha”. Se estima que unas 550 personas fallecieron y se estimaba la carga en más de 2 millones de pesos de la época.
En las décadas siguientes, los españoles organizaron varias operaciones de rescate y lograron recuperar grandes cantidades de oro y plata del “Santa Margarita”. En cambio, debido a los inesperados efectos de otro huracán, nunca encontraron el “Nuestra Señora de Atocha” ni los otros barcos, aunque sabían que éste estaba hundido cerca del primero, de acuerdo al testimonio de sus cinco únicos supervivientes. Para el caso del “Nuestra Señora del Rosario”, las pocas monedas encontradas durante su redescubrimiento, unido a su ubicación, en aguas poco profundas, sugieren que su cargamento monetario fue rescatado casi en su totalidad. Este trágico suceso marcó el inicio del fin del dominio español de los mares y la conocida como “Edad de Oro, con una inflación de aproximadamente el 300% en la España peninsular y la consiguiente quiebra de las arcas. Con los años, aquella “Flota del Tesoro” se perdió en el olvido...
El redescubrimiento: Los restos de “Nuestra Señora del Rosario” no se volverían a ver hasta el año 1971, localizados por el “Servicio de Parques Nacionales” de los EEUU, en coordinación con George Fischer. Unos 10 años después, ya en 1981 y 1982, el sitio del hundimiento sería investigado de acuerdo a una doctrina científica por un equipo formado por miembros de la Universidad Estatal de Florida y el Centro Arqueológico del Sureste del Servicio de Parques Nacionales. Se inspeccionó y excavó meticulosamente una cuadrícula del terreno seleccionado, donde se abrieron varios “pozos” a modo de prueba. Los datos obtenidos a priori revelaron que se trataba de un pecio del siglo XVII, pero no fue posible una identificación concluyente ni del “Nuestra Señora del Rosario”, así como de los de otro naufragio localizado próximamente. La teórica ubicación del pecio del “Rosario” se clasificó bajo la referencia “FOGE-UW-“9 y el segundo naufragio, apodado como “Swivel Gun Nest”, se clasificaría como “FOGE-UW-17”. El lugar de trabajo estaría formado por un área de 170 x 140 metros y reveló algunos hallazgos en las capas más superficiales, destacando algunos restos de madera del barco, sujetadores y concreciones, piedras de lastre y cerámica, principalmente de tinajas de olivo y tiestos de cerámica blanca. Durante los trabajos pudieron catalogarse distintos fragmentos de madera del barco, pero ninguna parte del casco quedó expuesta a priori. En la segunda área (FOGE-UW-17) se localizaron algunas armas y elementos de hierro forjado. La ubicación del pecio estaría aproximadamente a unas 400 millas de los Cayos de Florida, en una zona conocida como “Dry Tortugas”. A priori, los trabajos realizados hacían sospechar que se trataba de uno de los 8 barcos hundidos de la “Flota de 1622”, pero no se pudo verificar la identidad del pecio hasta el pasado 2013.
La llegada de Odyssey: En el año 1989, se produce la entrada de esta famosa empresa en escena, con la obtención de los permisos necesarios para operar en la zona. Durante los dos años siguientes se produciría el resto del “rescate”, con hasta unos 17.000 objetos recuperados de distinta tipología, incluyendo algunos dientes humanos (presumiblemente de la tripulación), vasijas de aceite de oliva del Guadalquivir y dos huesos de loro, posiblemente de una especie muy apreciada por aquella época, el loro de cabeza azul, habitual de las cortes europeas como símbolo de poder, riqueza y exotismo.
Además de los lingotes de oro (39 barras) y monedas macuquinas de plata y oro, también es importante destacar el hallazgo de unas 6.639 perlas de extrema rareza, concretamente de una especie casi extinguida ya en el siglo XVII por la sobrexplotación y que habitaba en aguas de América del sur, posiblemente en lo que hoy es Venezuela.
El legado numismático: De este pecio se rescataron únicamente unos 1.184 ejemplares de distintas denominaciones y todas de tipo “macuquinas”. Las cecas correspondían casi íntegramente a Potosí, pero también se localizaron y autentificaron algunas piezas de la ceca de México, como la que se muestra. De las casi 1.200 monedas, únicamente 322 han sido certificadas y verificadas por la NGC, distribuyéndose en exclusiva por un único distribuidor concreto (“govmint.com”), afincado en los EEUU.
Fotos: Espero que os guste!
Saludos.