Así es. El sistema monetario mallorquín y sus monedas estuvieron vigentes hasta la decimalización de Isabel II, con la particularidad de que no volvió a batir después de 1727 hasta la Guerra de Independencia en 1812, así que se trataba de una especie de fósil con algún estertor. Naturalmente no había ningun problema en la conversión del oro y la plata circulante de cualquier origen. Los primeros numismáticos que publicaron en la isla, Bover y Campaner, dan detalles sobre su experiencia relacionada con la circulación efectiva con la que convivieron, como por ejemplo que el vellón de Jaume II (1300-1311) seguia circulando escasamente.
Por cierto que si, tienes una bonita treseta.