Tenía esta pieza en mi lista de deseos neronianos y por fin me pude hacer con un ejemplar a un precio razonable el mes pasado. Se trata de una de las monedas acuñadas con motivo del descubrimiento y represión de la conjura de Pisón contra el emperador en el 65, en agradecimiento a las deidades que protegieron a Nerón y como aviso para navegantes. Las otras dos son el IVPITER CVSTOS, en oro y plata, y la SECURITAS AVGVSTI en oricalcos. Presenté un ejemplar de esta última aquí antes del verano y esbocé las grandes líneas de la trama y desenlace de la conjura en este post:
https://www.imperio-numismatico.com/t139692-dupondio-de-neron-secvritas-avgvsti-s-c-securitas-sedente-a-dcha-lugdunum. En este me voy a centrar en la moneda en cuestión, en cual fue el papel de la diosa en la conjura y los motivos de Nerón para estarle agradecido y mostrarlo acuñando su figura en oro y plata.
Conocemos los pormenores de la conjura por Tácito. Suetonio y Dión Casio la mecionan y cuentan la represión de los conjurados más relevantes, pero no entran en los detalles de cómo se fraguó ni como se descubrió. Aunque estuvieron implicadas personas de todos los estamentos sociales, el timón de la conjura lo llevaba un grupo de senadores en torno a Cayo Pisón, de la estirpe de los Calpurnios, y supuéstamente Séneca. Dentro de ese núcleo duro se encontraba Flavio Escevino, un senador de vida disoluta y fama de vago que se apuntó a la conjura, según Tácito, para desmentir su mala fama. Tal fue el nivel de implicación de este hombre que en su casa se discutieron aspectos tan críticos del plan como la forma, el lugar y la persona que daría muerte a Nerón. En un principio se propuso envenenarlo en una villa de Pisón, pero este se opuso por no faltar al vínculo sagrado de la mesa y los dioses de la hospitalidad. Parece ser que había otros motivos de estrategia política detrás. Como fuera, descartaron ese plan y se decidieron por el hierro. Planearon que la ejecución tuviese lugar en un lugar público, nada menos que en la grada del Circo Máximo el día de los juegos consagrados a Ceres. Y en esas, Escevino se ofreció voluntario para llevar a cabo la acción.
Escevino tenía una daga que había sacado, en palabras de Tácito sustraído, precisamente del templo de Salus, la diosa de la salvación. El templo estaba pegado al circo, en la ladera del Aventino, más o menos donde hoy se encuentra la parada de la línea B del metro en dirección a Termini. Desde entonces la llevaba siempre consigo, convencido de que con ella estaba llamado a llevar a cabo una gran obra. La noche anterior al día de marras, Escevino estuvo repasando el plan en su casa con Antonio Natal, un caballero muy cercano a Pisón. Después, repartió regalos entre sus esclavos y libertos, selló su testamento y cogió la daga. Al observar que el filo estaba romo pidió a su liberto Miliko que la puliese y afilase. Hasta aquí todo bien, pero dejó un cabo suelto que sería fatal, primero para él mismo y después para el resto de los conjurados y no pocos inocentes. El cabo tenía nombre, Miliko. Un criado que no perdió detalle de la conversación entre Escevino y Natal y que vio a su patrono sellar su testamento. Cuando le pidió que afilase la daga debió de quedarle claro lo que se estaba cociendo, si no lo tenía ya claro. En lugar de afilarla corrió al palacio a denunciar a su patrono.
Tácito carga contra Miliko, censurando la ingratitud del esclavo hacia el patrono que le dio la libertad y culpa a su mujer de incitarlo a denunciarlo. A pesar de ser liberto, Miliko continuaba prestando servidumbre en la casa tras su manumisión. Esto me hace suponer que, o bien no era un hombre muy hábil para los negocios, o era mucho mejor criado. No creo que se le pueda censurar que careciese de la audacia necesaria para ser cómplice de Escevino y los conjurados, ni que pudiese considerar otro desenlace que el fracaso y sus posibles consecuencias. No hay que olvidar que el protocolo de actuación policial cuando se investigaba a algún patricio comenzaba con la tortura de los esclavos. Seguramente Miliko iría pensando en esto mientras corría a palacio a alertar al emperador. Nerón se encontraba en una villa en el camino de Ostia, a donde llegó Miliko al despuntar el alba. Como los guardias no lo dejaron pasar se puso a vocear que la vida del emperador estaba en peligro y se lo llevaron a interrogar, primero ante un liberto de palacio y finalmente ante el mismo Nerón. Cuando estuvo ante el emperador reveló todo el plan y mostró la daga en cuestión.
Escevino llegó a la villa, escoltado por pretorianos, donde tuvo que hacer frente a las acusaciones de Miliko. Con gran habilidad fue dando explicaciones coherentes a cada una de las imputaciones de su liberto y la acusación acabó cayendo por tierra. Pero a Miliko, viéndose perdido, se le encendió la bombilla que le iba a salvar la vida. Propuso un careo entre Escevino y Natal. Trajeron a Natal y los interrogaron por separado acerca de la conversación de la noche anterior. Las versiones no coincidieron y no pasó mucho tiempo hasta que los cargaron de cadenas. Ahí Natal se vino abajo y comenzó a confesar y a dar nombres en cascada. Entre los interrogadores, ahora ya torturadores, se encontraban los dos prefectos del pretorio, Tigelino y Fenio Rufo. Este último, que había sido amante de Agripina, formaba parte de la conjura, en un puesto de máxima relevancia, y trató de escurrir el bulto actuando con saña en el acoso de los detenidos. Pero Escevino, ya perdido, decidió no encubrir al prefecto que fue apresado y muerto allí mismo. A partir de ahí se fueron delatando unos a otros hasta no quedar ni un solo nombre sin descubrir por pequeño que fuese su papel. La represión que siguió dejó a Sejano a la altura de un aficionado. Se ejecutó a los implicados, directos e indirectos, a sus familiares y a muchos ciudadanos cuyo único crimen era tener tratos con los conjurados. También se aprovechó para meter en la lista de conjurados a personajes incómodos, como el cónsul Ático Vestino, del que dicen que no tenía nada que ver. Nerón, que ya era algo psicópata, se volvió un paranoico compulsivo impresionado por el número y variedad de los implicados en la conjura. En un gesto de indulgencia Nerón perdonó la vida a Natal, por haber sido el primero en delatar a los demás conjurados. A Miliko, que tomó el nombre de Soter , salvador en griego, lo recompensó haciéndolo un hombre rico. El pecado de Escevino era haber intentado ser el ejecutor de Nerón, eso no podía perdonarse.
Tras la represión vinieron las celebraciones y el agradecimiento a los dioses que protegieron al emperador. Entre ellos y especialmente a Salus, diosa de la salvación, que en la versión oficial habría actuado haciendo llegar la daga a Nerón. Además de los áureos y denarios, Nerón construyó un nuevo templo, donde colocó la estatua de la diosa que presumiblemente en el reverso, se puso en su nuevo templo construido por el emperador. Nerón llevó personalmente la daga al templo de Júpiter en el Capitolio y allí la consagró e hizo grabar en su hoja la inscripción “Ivpiter Vindex”, sugiriendo que la venganza venía de la misma mano del dios. Más tarde se interpretaría con el castigo a Nerón por Júpiter, cuando el principio de su fin comenzó con la revuelta de Víndice/Vindex en las Galias.
Aquí la tenéis, espero que os guste.
Nerón, 54 – 68 dC.
AR denario, Roma, 65 dC.
Anv. NERO CAESAR AVGVSTVS, busto laureado a derecha
Rev. SALVS, Salus sentada a izquierda en trono ornamentado sosteniendo patera
RIC I 60
Diámetro: 16mm
Peso: 3,0g