Prólogo.
Se conocen tres momentos en la historia de España en los que se emitieron unas pruebas de billetes con la imagen de Francisco Franco. Al final todo quedó en pruebas, no llegaron a circular. Buscando en internet las razones de ello, todo lo que he encontrado han sido conjeturas (posiblemente porque…., se cree que…) pero no he localizado un documento escrito con una razón técnica que justificara la emisión de pruebas y su posterior rechazo. Quizá no lo haya. Así que yo también me animo y a continuación me invento un motivo por el que Franco pudo rechazar la última de las pruebas. Espero que les guste.
MADRID 2016
Paseando la primavera pasada por la feria del libro antiguo reparé casi sin querer en un libro de Jaime de Andrade titulado “Raza”.
Nunca he leído nada de este autor porque me consta que destacó en otras disciplinas, pero como escritor creo que era bastante mediocre. Sin embargo no sé por qué lo compré. Supongo que me atrajo el precio; era realmente barato y estaba en muy buen estado. Casi diríase que apenas había sido leído solo una vez.
Ya en casa empecé a leer. Apenas había llegado a la página 7 y ya estaba a punto de salir a la calle a regalar el libro al señor que me lo vendió cuando al pasar a la siguiente página encontré esto.
MADRID 1950
Paco ya estaba en la cama. El dormitorio era sobrio, con muebles austeros pero de buena calidad. Tenía la espalda apoyada en el cabecero presidido por un enorme crucifijo. Éste, y la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús que tenía en un reclinatorio, eran los principales elementos decorativos del dormitorio.
Sobre la mesilla había un billete. Paco lo cogió y lo observó pensativo mientras se acariciaba el bigote.
-¿Qué te parece, Carmen, el billete? ¿Crees que engrandece mi figura?
Carmen, que estaba en su tocador quitándose las alhajas, lo miró sin mostrar interés.
-Paco, cariño. Tienes un gran corazón, pero otras cosas las tienes realmente pequeñas y difícilmente agrandables ¿Por qué vuelves otra vez con lo de los billetes? Ya lo intentaste dos veces, antes y después de la guerra. Déjalo estar.
- La guerra era lo primero. Primero han de acometerse las empresas importantes. Era necesario eliminar a todos los comunistas y masones. Ahora que estamos en paz, La Patria tiene que llevar consigo a la figura de su caudillo.
-Pero ya tienes la pesetas, qué más quieres, dijo Carmen.
-De las pesetas estoy orgulloso. Era necesario eliminar toda esa algarabía de monedas sin sentido. Es indigno de nuestra Nación unas monedas en las que aparece una señora tumbada. Ya sabes, que en mi modestia, ordené fabricar las primeras pesetas dando protagonismo a las regiones que conforman el Estado Español, poniendo un escudo alrededor del valor 1. Pero era necesario que El Pueblo conociera que Dios me ha puesto aquí para salvar al Estado español de nuestros enemigos, así que me tuve que sacrificar por el bien común y permitir que se pusiera mi busto en las monedas que sucedieron después. Sin embargo no es suficiente. Las monedas se llevan en el monedero, y éste está junto a… ya sabes. En cambio los billetes están en la cartera y ésta está en el corazón. Los hombres necesitan tener la imagen del Generalísimo en el pecho.
Oye, Carmen, ¿tú crees que cuando no estemos nosotros para dirigir los destinos de la patria seguirán usándose las pesetas?
-Pues claro Paco, dijo Carmen mientras intentaba desengancharse un pendiente que se había pillado con el sujetador. ¿No pensarás ni por un momento que vayamos a compartir la misma moneda con los bolcheviques de Lituania?
De todas formas, el papel tiene más categoría que las monedas, dijo Paco.
-Bueno, pues ya tienes los sellos, contestó Carmen mientras se soltaba un collar de perlas.
-Cierto. De los sellos también estoy orgulloso. Era necesario eliminar todo sello republicano y poner una imagen que dignificara nuestro país. Estoy pensando en sacar una nueva emisión de sellos únicamente con mi rostro, sin el águila imperial. He dado instrucciones para que el sello de 2 pesetas no sea rojo porque mando fusilar a alguien.
Es importante que, cuando un hombre que sirve a la patria cumpliendo el servicio militar, y manda una carta a su novia, lleve la imagen del Caudillo pegada en el sobre para que sepan quien dirige la nación. Pero para pegar los sellos hay humedecer la zona engomada y a veces tengo la sensación de que cuando veo a mi secretario sacar la lengua para pegar un sello parece que me está lamiendo a mí.
Por cierto, Carmen, -¿tú crees que cuando no estemos nosotros para dirigir los destinos de La Patria seguirán usándose los sellos?
-Pues claro Paco, dijo Carmen, que estaba a cuatro patas buscando una alianza que se había caído rodando bajo la cama. ¿Cómo si no se va a comunicar la gente? ¿No pensarás ni por un momento que vamos a ir todos por la calle con un teléfono en el bolsillo?
Paco contemplaba la imagen de La Puerta de la Bisagra de Toledo. El valor era de 1000 pesetas y estaba impreso por la firma inglesa Thomas de la Rue con quienes ya había trabajado España en otras ocasiones. En la otra cara su propio retrato. Esta vez, al uniforme militar, se le añadió una corbata.
-Además, dijo Carmen. Me ha dicho mi asesor espiritual que eso puede dar mala suerte. El día que un rey o un jefe de estado vivo aparezca en un billete será un desastre. Habrá democracia, y gobernarán los socialistas. ¡Qué horror, no quiero ni pensarlo!
Carmen arrebató el billete a Paco de las manos. –Olvídalo, lo utilizaré de marcalibros que estoy leyendo tu novela.
Oye, Carmen, ¿tú crees que en un futuro seguirán usándose los billetes de papel?
-Pues claro Paco, ¿qué bobadas dices? dijo Carmen mientras comenzaba a leer “Raza”. ¿No pensarás ni por un momento que las personas paguen sus compras con esas tarjetas de plástico que han inventado los americanos? Eso no tiene ningún futuro.
-Sí, tienes razón. Paco se quedó unos segundos pensativo, en silencio. A continuación dijo en tono pícaro. ¿Qué te parece siii…? Hace mucho que tú y yo nooo…
-Otro día, Paco. Esta conversación me ha dado jaqueca.