El campamento romano servía de emplazamiento estratégico militar en territorios conquistados, y para prevenir ataques sorpresa del enemigo.
Existían dos tipos de campamento: los semipermanentes o eventuales (castra aestiva), construidos de madera y argamasa, y los permanentes, construidos de piedra.
El campamento romano era fácilmente construido en pocas horas. Lo primero que se llevaba a cabo era la localización del terreno adecuado, normalmente un terraplén, y el levantamiento de los muros externos o empalizada. A continuación podría cavarse una fosa a su alrededor para entorpecer y dificultar los ataques enemigos.
Su forma en planta era cuadrada o rectangular, con entradas en el centro de cada lado. A lo largo de todo el perímetro de la empalizada, existía una pasarela donde se colocaban los vigías. También existían las torres vigías, a cada lado de las puertas o en las esquinas del campamento.
El campamento se organizaba como si fuera una ciudad, con calles y plazas. Las calles principales eran: Via Praetoria, Via Principalis y Via Quintana y Via Decumana. Las tiendas se colocaban en un orden determinado, dependiendo de su rango y función.
Plano esquemático de un campamento militar romano, con el Sol está situado en la encrucijada de dos vías principales del campamento. AE3 de Licinio II. Thesalónica 319 d.C.