Un “Augur” era un sacerdote de la Antigua Roma que practicaba oficialmente la adivinación por medio del vuelo, canto o alimentación de determinadas aves. Aunque desde nuestra perspectiva esto pueda sorprendernos, estos métodos de adivinación eran muy usuales hace 2000 años.
Su origen es etrusco, aunque su institución se atribuyó al rey Numa.
Los augures eran inamovibles, y tenían gran influencia en casi todas las decisiones importantes, ya fueran políticas como militares o económicas. Su corporación constituía uno de los cuatro prestigiosos colegios sacerdotales de la Antigua Roma. El augur vestía la toga trabea y portaba un báculo llamado lituus.
De este oficio deriva la palabra castellana augurio y la forma de despedir en euskera agur.
El augur observando el vuelo de las aves, sus entrañas, estado del cielo, etcétera, determinaba si los dioses eran propicios para los planes de los hombres y predecía el futuro. En este caso, tanto el título de Augur como el de Pontifex Maximus son honoríficos.
Utensilios de sacrificio del Augur: Símpulo, aspersorio, vaso de sacrificio y bastón. Denario de Vespasiano. Roma 72-73 d.C.