Medalla Carlos IV y María Luisa de Parma. Año 1801. Método de multiplicación de Troqueles de Droz.

A finales del siglo XVIII, el ingeniero suizo Jean-Pierre Droz (1746-1823), que trabajaba en la Casa de la Moneda de París desde 1799, perfeccionó la acuñación mediante prensa de volante. Como comenta D. Julio Torres en su artículo “Auge y caída de la acuñación a volante. Su reflejo en la medalla española”, Droz ideó “el uso de una virola dividida en varias piezas (virolle brisée) que se abría y se cerraba en torno al cospel permitiendo acuñar el canto con inscripciones en relieve o en hueco en el mismo golpe que el anverso y el reverso”. Un buen avance tecnológico que reducía el tiempo de acuñación y, por tanto, aumentaba la producción. Asimismo, inventó un método de multiplicación de troqueles.

Estos novedosos avances en la acuñación de monedas y medallas no pasaron desapercibidas en la Europa de su tiempo. España, con multitud de cecas por sus dominios, no fue ajena a los ingenios de Droz y mostró un manifiesto interés. Así pues, aprovechando la excelente relación entre la España de Carlos IV y la Francia de Luis XVI, el Gobierno de nuestro país mandó a París al joven grabador Mariano González de Sepúlveda para que aprendiera la tecnología desarrollada por Jean-Pierre Droz. Mariano, hijo del Grabador General Pedro González de Sepúlveda, estuvo en la capital gala de 1797 a 1802. En esos años, trabajó estrechamente junto a Droz y realizó algunas medallas alusivas al método del ingeniero suizo. El objetivo de estas medallas era doble, en primer lugar la promoción de este novedoso ingenio frente a la tecnología de Gengembre y, en segundo lugar, hacerse valer ante la Casa de la Moneda de Madrid como aspirante a la segunda plaza de Grabador General, lo que consiguió a principios de febrero de 1802. Precisamente, como apunta Torres, “coincidiendo con el nombramiento de Mariano como segundo grabador general, se distribuyeron dieciocho ejemplares (de la medalla expuesta en este post), por lo que la tirada no debió de ser muy cuantiosa; seis fueron a Palacio, dos a la Academia de San Fernando y otras diez a Manuel Godoy y otros compromisos familiares.”

He aquí una de esas medallas: