El problema, ya lo sabemos no es de Granada, sino de todos los centros históricos. Se termina desplazando a los residentes convirtiéndolos en cementerios urbanos. De noche dan miedo, no hay ni moscas, salvo los lugares de bares que están saturados y no dejan vivir a los vecinos. Y encima, muchos de esos alojamientos son ilegales y hacen competencia desleal a los hoteles.