El Patio de la Infanta, considerado una joya del arte renacentista aragonés del siglo XVI

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Para conocer la historia del Patio de la Infanta hemos de hacer referencia a un banquero judeoconverso llamado Gabriel Zaporta, que era originario de la localidad aragonesa de Monzón y que alrededor de 1535 se estableció en Zaragoza junto a su esposa, Jerónima Arbizu. Zaporta fue el primer banquero de la Corona de Aragón y mantuvo fructíferas relaciones comerciales con Valencia, Francia, Flandes e Italia, lugares a los que exportaba lana, trigo, azafrán y ganado.

Como buen banquero, Zaporta concedía préstamos y créditos incluso a figuras importantes e ilustres como el propio rey Carlos I, que le concedió el título de noble de Aragón en 1542 junto con el Señorío de Valmañá. Gracias a su riqueza y a sus excelentes relaciones sociales, Zaporta logró el cargo de Regente de la Tesorería General de Aragón, e incluso llegó a hospedar al propio monarca en su palacio durante una visita que este hizo a Zaragoza.

Tras la muerte de su esposa, Gabriel Zaporta mandó construir un palacio en el límite de la antigua judería como regalo de bodas para su segunda esposa, Sabina de Santángel. La lujosa vivienda, de unos 1.700 metros cuadrados, estaba dispuesta alrededor de un patio interior central a cielo abierto con ornamentos que recordaban la moda italiana de la época y que además ofrecían toda una demostración de riqueza y poder, además de mostrar un ambicioso programa iconográfico.