Pero lo que esta vecina no se esperaba era que iba a recibir una respuesta, una que no tiene desperdicio, pues el giro de los acontecimientos es considerable. "Vecina del 2ºA. Aquí tienes tu lubricante, no lo necesito. Yo a la hora de la siesta es imposible que pueda despertarte al niño con mis gritos, ya que no estoy en casa, pues trabajo hasta las diez", se defendía la acusada. Y aquí se descubre el pastel.