Denario de Maximino I. PROVIDENTIA AVG. Providentia estntante a izq. Roma.

Al poco de hacerse con el poder Maximino fue consciente de que, fuera de los reclutas que entrenaba y que lo encumbraron al poder, no gozaba ni del aprecio ni del respeto de la sociedad romana. Y es que, más allá de haber asesinado a un emperador apreciado por el Senado y el pueblo, Maximino incurría en el terrible pecado de tener un origen bárbaro y de baja condición. Se decía que había sido pastor en las montañas hasta que su imponente estatura le hizo entrar en el ejército tracio y de este saltar, por su bravura, a las legiones del Imperio, donde progresó rápidamente. Con esos antecedentes  hasta un liberto le podía mirar por encima del hombro, si tenía una escalera, claro . En otras palabras, en Roma eran más aquellos a los que el emperador debía respetar que lo contrario. Estas diferencias de pedigrí, todavía a comienzos del siglo III, marcarán su comportamiento durante su breve principado.

Tan pronto como tomo el mando de las tropas en Germania se deshizo de todos los asesores que habían sido nombrados por el Senado. O bien los envió de vuelta a Roma o los mantuvo en el campamento, pero sin cargos ni mando de ningún tipo. Quería concluir la campaña contra los germanos sin injerencias de ningún notable que pudiese colgarse las medallas. Debía saber que una victoria en el campo de batalla podía limpiar el currículo más oscuro y la quería para el solo. Se comportó de forma prudente, sin dañar a nadie, hasta que descubrió una conjura entre la tropa, orquestada por un patricio llamado Petronio Magno, justo en el momento en que Maximino se preparaba para cruzar el Rin para atacar el territorio germano. La idea era cortar el puente que habían construido justo al pasar el emperador  y dejarlo vendido a los germanos. Al enterarse del plan, el nuevo emperador ejecutó a todo el que consideró sospechoso, sin juicio ni mediación de ninguna prueba. Esta forma expeditiva de resolver los asuntos políticos pasó a ser la regla habitual de Maximino en lo sucesivo.

Después de poner orden entre las tropas, cruzó el famoso puente con el ejército y se dispuso a dar batalla a los germanos. Como era su costumbre, los bárbaros se replegaron de las llanuras a las zonas boscosas y pantanosas, donde a los romanos les resultaba más difícil maniobrar. Maximino dirigió sus tropas contra ellos, no sin antes arrasar los pueblos y cosechas que se le pusieron a mano. La batalla tuvo lugar en un pantano, a priori un terreno más ventajoso para los Germanos. Al principio los legionarios dudaban y se resistían a entrar en batalla, pero cuando vieron que Maximino entraba solo en el lago lo siguieron con el mayor de los ímpetus a una carnicería en la que destrozaron al ejército germano. El nuevo emperador se había cubierto de Gloria, y se ocupó de que la victoria resonase por todo el Imperio.  Después de la batalla se retiraron a Panonia a pasar el invierno, y a prepararse para una segunda incursión en primavera, en la que Maximino pretendía devastar el país hasta alcanzar la costa del Océano. Si en este punto se hubiese limitado a la gloria militar y dejado la política a los políticos habría pasado a la historia como un digno emperador, tal vez como otro Aureliano o Probo. Pero su desconfianza hacia los patricios y demás notables de Roma fue en aumento, y con ellas sus ambiciones políticas, su codicia y su crueldad.

Persiguió a todos los que estuvieron cerca de Alejandro, de los que siempre sospechó que conspiraban contra él. A los que no asesinó los redujo a la pobreza extrema exiliándolos y arrebatándoles todos sus bienes. Daba crédito a cualquier denuncia o insinuación, viniese de donde viniese. La lista de sospechosos, que se convertían automáticamente en culpables, creció como la espuma, afectando a todos los estamentos de gobierno del imperio. Hacía llevar a los acusados a su presencia en Panonia, en carros que no paraban ni de día ni de noche, donde los ajusticiaban después de haberlos torturado. Hasta aquí, todo quedaba en las familias patricias y aquellos que ocupaban algún puesto de responsabilidad. El pueblo romano ya estaba muy acostumbrado a que las discusiones políticas terminasen con la muerte de alguien, y no parecía que les preocupase mucho. Pero la codicia de Maximino era demasiado grande para poder saciarse solo con los bienes de los ajusticiados, y no tardó en poner la mano en los dineros públicos. Con la excusa de financiar sus campañas en Germania saqueó las ciudades, desde las recaudaciones para subsidios y festejos hasta las estatuas que pudiesen fundirse para convertir en moneda, incluidos los tesoros y exvotos de los templos. Fue la gota que colmó el vaso.

Con el Senado y el Pueblo en contra, la rebelión era solo cuestión de tiempo. Esta no tardó mucho en materializarse en Cartago, en el tercer año de principado, donde unos hermanos que habían asesinado al gobernador para evitar la confiscación de sus bienes decidieron encumbrar al anciano Gordiano a la púrpura y así enmarcar su atentado en una acción de mayor nivel. Gordiano, que por entonces rondaba los 80 años, había sido designado procónsul por sorteo, y no pudo negarse, como es habitual, bajo amenaza de perder la vida. Gordiano escribió a todo el que era alguien en Roma recabando su apoyo. Pero sabía que, aunque las ganas de librarse del gigante tracio eran grandes, el miedo al prefecto Vitaliano, leal a Maximino y extremadamente violento, tenía paralizados a sus potenciales partidarios. Así que envió un “comando” para que, haciéndose pasar por mensajeros de Maximino, despachasen al prefecto. Eliminado Vitaliano, el Senado proclamó a Gordiano y a su hijo, con el mismo nombre, como Augustos. Inmediatamente se desató la típica locura persecutoria contra las estatuas de Maximino y las vidas de todos los que colaboraron con sus acciones. La situación se descontroló y muchos justos acabaron pagando por pecadores sin que el Senado pudiera hacer nada por impedirlo. Pocos días después, la mayoría de las provincias se unieron a la facción de los Gordianos.

Maximino tardó tres días en reaccionar al conocer la noticia. Convocó a sus tropas en su campamento de Panonia y se encaminó hacia Italia después de haber puesto a los Senadores pingando y prometiéndoles los mayores de los tormentos. Al poco de que el ejército de Maximino se pusiese en marcha, en Cartago las cosas se complicaron para los Gordianos. Un tal Capeliano, que estaba al mando de las tropas en Numidia y tenía pleitos con el viejo Gordiano decidió ponerse del lado de Maximino. Con un ejército joven, curtido y bien pertrechado, puso rumbo a Cartago para acabar con su enemigo. Capeliano se hizo con Cartago sin mucha dificultad, Gordiano hijo murió en los combates y el padre se suicidó al conocer la noticia. Cuando esto se supo en Roma el Senado, que no tenía marcha atrás, se reunió en el templo de Júpiter en el Capitolio y nombró a Balbino, un senador consular y a Pupieno, antiguo prefecto del pretorio con amplia experiencia militar, emperadores para ponerse al frente del ejército que se enfrentaría a Maximino. Pero antes de terminar la reunión, el pueblo, que no apreciaba a Pupieno por haber sido un prefecto excesivamente riguroso en sus funciones, se presentó a las puertas del templo, rechazando la elección y presionando por el nombramiento del nieto de Gordiano, que se encontraba en la ciudad. La reclamación se zanjó nombrando César al joven Gordiano, que no llegaba a la mayoría de edad, y aceptando el pueblo el nombramiento de los dos Augustos propuestos por el Senado.

Todo esto sucedía mientras Maximino cruzaba los Alpes sin encontrar resistencia hasta la ciudad de Aquileya, que estaba bien armada esperando su llegada. Maximino envió un embajador originario de la ciudad para convencerlos de que la entregasen, bajo la promesa de una amnistía. Contra estas promesas, los generales al mando de la ciudad difundieron rumores sobre supuestos augurios de victoria que lograron convencer a los defensores, y hasta llegaron a los oídos de las legiones de Maximino. El tracio se puso hecho una furia y se lanzó a la conquista de la ciudad, pero al poco de avanzar se tropezó con el río, que bajaba en plena crecida y con todos los pasos y puentes destruidos. El ejercito tuvo que acampar unos días hasta que pudieron construir un puente con mucho esfuerzo y no menos ingenio. Cruzaron el río y se lanzaron al asalto, pero la defensa, apoyada con abundante material incendiario, fue degradando las fuerzas de Maximino mientras fracasaban en sus intentos de tomar la ciudad un día tras otro, lo que además les granjeaba castigos por parte de su emperador. Por otra parte, a los sitiados no les faltaba de nada, ya que habían tenido tiempo para aprovisionarse antes de que llegasen los soldados de Maximino, dejando para ellos cenizas en una clásica maniobra de tierra quemada. Literalmente, los sitiadores pasaban hambre mientras los sitiados nadaban en vino. Al mismo tiempo, Roma había aplicado un bloqueo hermético de todas las vías de comunicación de Italia, con lo que Maximino se convirtió en un asediado al tiempo que él mismo intentaba asediar la ciudad. Jaque mate, Maximino se metió solo en la trampa. Si tomaba Aquileya ya no podría salir de allí. Sus soldados no tardaron en darse cuenta y, como suele pasar en estas situaciones, se quitaron de encima a su emperador y a su hijo dejándolos sin cabeza.

Y acabo con la moneda, un ejemplar con una bonita iridiscencia en las leyendas que, lamentablemente, no he podido captar del todo bien en la foto.  Los próximos dos meses los voy a tener complicado para dedicarme a estas cosas, así que espero que os guste.

Maximino el Tracio (235 – 238 dC)
Denario de plata, Roma, 235-6 dC.
Anv: IMP MAXIMINVS PIVS AVG, busto laureado drapeado y acorazado a derecha.
Rev: PROVIDENTIA AVG, Providentia en pie a izquierda con globo a sus pies, sosteniendo vara y Cornucopia.
RIC IV 13
Peso: 3,33g.
Diámetro: 19mm.

Muy buen post Sergio, la moneda una chulada.
Enhorabuena y saludos.

Excelente relato de la trayectoria de este emperador, narrado con gusto. Y un denario bonito y vistoso. Enhorabuena compañero.

@Ailatan y @Ánimas.

Menuda pieza el Maximinus y menuda pieza la moneda, una preciosura.
Saludos.

Muy buena pieza y muy buen post

Preciosa moneda y gran historia la del grande de Maximino, he disfrutado mucho leyéndola. Felicidades y gracias por las dos.
Un saludo y ánimo!

Excelente contexto histórico y precioso denario. Felicitaciones

Inconfundible ese perfil!!!! Preciosa moneda y estupendo el texto.

Muchas gracias Compañeros. Me alegro que os haya gustado .

no estaría de mas citar las fuentes literarias de donde has sacado las datos de este extenso relato
la moneda esta bastante bien, las monedas de este Emperador no son dificiles de encontrar en condiciones excelentes
tengo una de las mias con diferente Retrato, con barbilla prominente y nariz aguileña

lepido escribió:

no estaría de mas citar las fuentes literarias de donde has sacado las datos de este extenso relato

Cierto, olvidé citar las referencias, aunque son las mismas que he usado con los Severos. Principalmente Herodiano, libros VI y VII, y la biografía escrita por Julio Capitolino en la Historia Augusta.

Bonito denario. Me temo que no vamos a saber nunca cual era el verdadero perfil del Tracio. Pero esto nos pasa con la mayoría de los emperadores.

Sergio_Orata escribió:

Me temo que no vamos a saber nunca cual era el verdadero perfil del Tracio. Pero esto nos pasa con la mayoría de los emperadores.

Asegura la wiquipedia:

"Era un gigante de acuerdo con las fuentes de la época,​ Maximino padecía gigantismo y alcanzaba los 2,61 m de altura, lo que le convierte no solo en el emperador romano, sino también, en el soberano más alto de la historia."

a mi en particular, me parece una exageranción esa altura cuando en aquellos tiempos las gente no solía sobrepasar los 1,50 y 1,60,
si lo que dicen es cierto, verdaderamente debia ser un gigante a los ojos de sus subditos, debia dar miedo (su guardia preporiana, en vez de protegerlo, debia ser él el que los protegiera)

lepido escribió:

asegura la wiquipedia:

"Era un gigante
de acuerdo con las fuentes de la época,​ Maximino padecía gigantismo y alcanzaba los 2,61 m de altura, lo que le convierte no solo en el emperador romano, sino también, en el soberano más alto de la historia."

Herodiano y Capitolino coinciden en que su estatura era imponente. Aunque no dan medidas, queda claro que a todos los demás les sacaba varias cabezas. En cuanto al diagnóstico de gigantismo, no sé cual será la fuente, pero seguramente no sea antigua, sino alguna conclusión de algún médico moderno. También dejan clara su bravura en combate, que alcanza su máximo en los relatos sobre su entrada, solo, en la batalla del pantano contra los germanos. Un tipo que imponía respeto, cuando no terror. Pero se confió y acabó cazado como una mosca en una telaraña.

Buen post y moneda 

Como me encanta la novela histórica, os recomiendo la trilogía de "El trono del César" de  Harry Sidebottom que narra los hechos del gigante tracio....

A mí esa estatura también me parece una exageración muy exagerada.
Se conocen casos de 2,67 y 2,85,.
De ahí para abajo muchos, pero siempre en personas afectadas
de dolencias que les restan toda agilidad y mucho movimiento.
A Maximino, dado su afán batallador al parecer no restringido por su estatura, yo creo que con 2 metros o muy poco más ya le apañamos y ya tiene bastante para parecer un gigante al lado de sus contemporáneos.
Saludos.

Benyusuf escribió:

Buen post y moneda 

Como me encanta la novela histórica, os recomiendo la trilogía de "El trono del César" de  Harry Sidebottom que narra los hechos del gigante tracio....

Gracias Emilio! Yo ahora no tengo tiempo para mucha novela, pero se lo sugerí a un amigo que se los va a merendar y ya me dirá cuando vuelva a estar libre.

buen post y muy bonito denario

@tamujas

Precioso denario y excelente presentación

Bonito denario y muy bien presentado. Un saludo

Gracias Manuel, Gracias Germán.

Benyusuf escribió:

Mi amigo se los compró

Sergio_Orata escribió:

Benyusuf escribió:

Mi amigo se los compró

Ya me contarás....