Ya cité a Julia Domna al tratar a su hermana... Hora es darle merecido protagonismo... Imposible no citar a Postiguillo, siquiera de soslayo...
Cuando Roma sumida a punto estaba en una profunda crisis política y económica, unas féminas llegadas del oriente imperial, ascendieron a lo más alto del poder; la primera de ellas, Julia Domna, no sólo asesoró políticamente a su marido y después a su hijo, sino que transmitió a la corte sus inquietudes intelectuales. Incluso también influyó en la moda imperial: sus tan distintivos peinados y pelucas, moda asiria que llevaría a Roma (en los denarios que traigo es bien patente). Aquel período de la historia de Roma sería conocido como la edad de los Severos y de las mujeres sirias.
Julia Domna, cuyo nombre original era Martha (Domna era la transcripción latina de su significado, “señora”) nació en Emesa, la actual Homs, en Siria, el año 170. Hacía pocos años que su ciudad natal pertenecía al imperio, en calidad de capital autónoma de una dinastía hereditaria. Su padre, Julio Bassiano, era el sumo sacerdote de la divinidad solar siria Baal. Cuando Julia tenía 15 años, se fijó en ella Septimio Severo, quien sería el primer emperador de la dinastía severa era entonces gobernador de la Galia Lugdunensis, encontrándose por aquel entonces en la provincia siria, comandando una legión. Septimio tenía entonces unos 40 años, estaba viudo y tenía dos hijas; en el año 187 se casarían...
Cuando Julia marchó de sus lejanas tierras orientales para instalarse en la capital del imperio, no lo hizo sola. Su hermana, Julia Mesa, le acompañaba.
Julia y Septimio tuvieron dos hijos, en 186 o 188, Lucio Septimo Bassiano (conocido como Marco Aurelio Antonino Caracalla) y Publio Septimio Geta en 189.
Cuando en el año 193 Septimio Severo fue proclamado emperador, Julia Domna recibió el título de Augusta. Tras este título, siguieron otros como el de Madre de los Augustos, Madre de la Patria y Madre del Senado, convirtiéndose así en la emperatriz romana con más poder de la historia.
El año 196 recibiría también el título de Mater Castrorum, por su presencia en los campamentos de las legiones que comandaba el emperador. Y es que Julia estuvo siempre al lado de Septimio, asesorando y ayudando al emperador en las tareas del gobierno.
La historiadora Julia Langford cuestiona la magnitud real del poder de Julia y el papel que desempeñó en la ideología y la propaganda de la dinastía Severa.
Pero, como ya sucediera con Aspasia más de seis siglos antes en la Atenas de Pericles, la emperatriz se ganó la antipatía de muchos hombres de gobierno, entre ellos su principal enemigo, el prefecto del pretorio, Cayo Fulvio Plauciano, quien no dudó en acusar a Julia ante su marido de adulterio y, aunque Septimio hizo oídos sordos, el poder de su esposa se vivió mermado sustancialmente. Al morir Plauciano, y hasta la desaparición de Septimio en Britania, 211, Julia volvería a colaborar en los asuntos del estado. Al morir Severo, Domna se convertiría en la primera emperatriz viuda en recibir los títulos de «Pia Felix Augusta» (ver denario abajo), que quizá le otorgaban más poderes de los que nunca antes había gozado otra emperatriz madre romana...
Cumpliendo con el testamento, los hijos que había tenido con Julia, Caracalla y Geta, asumieron el trono de manera conjunta. Esto no duró mucho dada la animosidad entre los hermanos, existiendo pruebas de que Caracalla y Geta conspiraron el uno contra el otro; Julia trató de mediar, así que cuando Caracalla le expresó su deseo de reconciliarse con Geta, consintió en que concertase una reunión con su hermano en los aposentos privados de ella. Pero era celada mortal: los centuriones de Caracalla se abalanzaron contra Geta y lo apuñalaron hasta darle muerte.; según el relato de Dión Casio, Geta murió en los brazos de Julia, y ella misma estaba tan cubierta con la sangre de Geta que no se percató de que, en el ataque, había resultado herida en una mano... De esta forma tan execrable, Caracalla se convirtió en el único emperador de Roma … Pero a diferencia de otras emperatrices madre como Agripina la Menor, enfrentada abiertamente con su hijo Nerón, Julia permaneció al lado de su hijo con el que volvió a gobernar el imperio, ganándose la estima y aprobación de no pocos.
Caracalla se encontraba en Siria, en 217, no muy lejos del lugar de nacimiento de su madre, cuando sus soldados se amotinaron y lo asesinaron. Al recibir las noticias en Antioquía, Julia trató en vano de acabar con su vida. Su reacción no se debía tanto a la pérdida de su hijo, a sabiendas de su carácter, como a lo inconcebible de volver a ser una ciudadana cualquiera. después de tantos años en el poder.
Macrino (gobernó del 217 al 218 d.C., apenas quince meses), cerebro del asesinato de Caracalla, es entronizado, manteniendo, al principio la corte de Julia y sus guardias; mas, según Dion Casio, Julia urdió una conjura para usurpar el poder imperial y deshacerse de Macrino, quien, al saber de esta conspiración, ordenó a Julia que abandonase Antioquía.
Ante la perspectiva del anonimato y quizá temiendo por ella misma, Julia decidió quitarse la vida y, esta vez sí, se suicidó por inanición. Las verdaderas circunstancias de su muerte no están del todo claras; v. gr., según Dión Casio, Julia se encontraba en aquellos momentos en las últimas fases de un cáncer mamario. En cualquier caso, a la edad de 57 años, poco después del asesinato de Caracalla, Julia también muere; sus restos se enterraron inicialmente en el mausoleo de Augusto, pero su hermana Julia Mesa los trasladó después, junto con los de Caracalla y Geta, al mausoleo de Adriano, que ya albergaba las cenizas de Severo.
Julia Domna fue deificada por Heliogábalo, su sobrino nieto y sucesor de Macrino, y, según Benario, se le rindió culto por todo el imperio con distintos títulos locales. Su influencia todavía se debate, como apunté arriba al citar a Langford; pero, siguiendo a Hiesinger, no cabe cuestionar que fue de las emperatrices más poderosas de la historia de Roma.
He escogido uno atinente al reinado de su marido y el de abajo, respecto al de su hijo mayor, a modo de comparativa. Su peinado, que bien pudiera ser para algunos peluca, tan distintivo...
ARRIBA:
Imperial romana Julia Domna, Augusta, 193-217. Denario (Plata, 18 mm, 3,40 g, 1 h), Roma. IVLIA AVGVSTA Busto drapeado de Julia Domna a la derecha. Rev. SAECVLI FELICITAS Isis, vestida con polos, de pie a la derecha, apoyando el pie izquierdo en la proa, sosteniendo al bebé Horus al pecho con la mano izquierda y la pátera en la derecha; Detrás, timón apoyado contra el altar. BMC 75. Cohen 174. RIC 577 (Septimio Severo & Julia Domna). “Brillante y muy atractivo”.
ABAJO:
Imperial romana Julia Domna Augusta, 193-217. Denario (Plata, 17 mm, 2,61 g, 1 h), Roma, 211-217. IVLIA PIA FELIX AVG Busto drapeado de Julia Domna a la derecha. Rev. VESTA Vesta sentada a la izquierda, sosteniendo el simpulum en la mano derecha y el cetro en la izquierda. BMC 31. Cohen 226. RIC 391 (Caracalla, Julia Domna & Plautilla). “Pátina y bello retrato”.