Buenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
La moneda que presento está con un anverso malo, pero el reverso me llamó la atención por su rareza, sólo lo acuñó la ceca de Tesalónica:
PAIS: Imperio romano.
EMPERADOR: Constancio II.
VALOR: AE2 o Maiorina
AÑO: 351 d C.
DIAMETRO: 23 mm.
PESO: 4,31 gr.
METAL: Bronce.
CECA: Thessalonica 1ª oficina
REFERENCIA: RIC VIII Tesalónica 178.
RAREZA: S (Escasa)
ANV.: Cabeza diademada con manto y coraza mirando a la dcha., del emperador Constancio II. Alrededor leyenda: D N CONSTAN - TIVS PF AVG.
REV.: Emperador con lábaro y globo rematado con victoria a izq. con cautivo a sus pies. En el campo izq.: Γ (¿marca de valor?), en el campo derecho: *. En exergo: *TSA•. Alrededor leyenda: FEL TEMP REPARATIO.
En el año que se acuña esta moneda se produce la batalla de Mursa Major, entre el usurpador Magnencio y el emperador Constancio II. Según Zonaras, Constancio II era seguido por 80.000 soldados, de los que la mitad iban a caballo según William G. Holmes. Sin embargo, estimaciones modernas indican que un ejército de campaña del siglo IV rara vez pasaba de los cuarenta mil combatientes y que cada uno de los hijos de Constantino el Grande (Constancio II, Constante y Constantino II) tenía un ejército propio de treinta a cuarenta mil efectivos.
Originalmente, el emperador contaría con un ejército de campo organizado en 20 legiones y 6 regimientos de caballería en Tracia, 15.000 a 20.000 comitatenses, sin contar las milicias limitanei ni los aliados armenios ni los 3.000 miembros de su guardia que lo acompañaban permanentemente. En Naisso (Panonia) se sumarían los 20.000 soldados de caballería y decenas de miles de infantes aportados por Vetranio. Según John S. Harrel, concuerdan con las entregadas por el Notitia dignitatvm, fechado en 395, y que permiten a Harrel afirmar que los números de Zonaras no son irrealistas para las fuerzas romanas totales en Tracia y Panonia pero poco probables para un ejército en campaña. Él rebaja a 40.000 o 50.000 soldados, acompañados por decenas de miles de civiles, caballos y animales de carga, posiblemente el límite logístico de lo que se podía alimentar con el grano egipcio (que tenía que ser transportado). En cuanto a la caballería, cree que analizando el Notitia bien pudieron ser 3.500 clibanarii o cataphractarii (caballería pesada) y 2.000 sagitarii (arqueros montados).
Zonaras dice que el ejército de Magnencio alcanzaba solamente los 36.000 hombres. Harrel está de acuerdo con el cálculo basado en lo que se sabe del ejército de Constantino I que venció a Majencio en 312. Asumiendo que no hubo grandes cambios en la organización militar del occidente imperial en los cuarenta años entre ambas campañas, cree que los números de Constantino I pueden aplicarse a Magnencio. Como su antecesor, Magnencio avanzó a Italia con su élite de galos y britanos, 40.000 soldados, y ese debió ser el ejército de campaña con el que fue a enfrentar a Constancio II. Probablemente dejó de reserva el doble de ese número guarneciendo Britania, Galia, el Rin, el Alto Danubio, los pasos alpinos e Italia. La diferencia con Constantino I es que Magnencio no tenía un ejército ya formado y con años a su servicio cuando se coronó emperador, tuvo que reclutar celtas, gálatas, sajones y francos usando como núcleo de sus fuerzas a las legiones del Rin, llevándose con él a muchos veteranos, lo que debilitó seriamente la capacidad romana de dominar la Galia en los años posteriores.
Poco antes de la batalla un tribuno de origen franco llamado Claudio Silvano se pasó con importantes contingentes de guerreros del ejército de Magnencio al de su rival. Estas tropas, unidas a las aportadas por Vetranión, le daban una enorme ventaja numérica a las fuerzas de Constancio II. Éste formó sus líneas en el tradicional orden de infantería en el centro, caballería a los costados y arqueros y honderos en retaguardia. Apoyaba su ala derecha en el río Drave, ordenó a la caballería de su izquierda cargar para encajonar al enemigo contra el curso de agua.
Magnencio no ordenó bien a sus tropas y al no poder tomar Mursa estaba atrapado en una llanura amplia y abierta. Tampoco podía retirarse porque habría desmoralizado a su ejército y muchos más desertarían. Comenzó la lucha exhortando a sus soldados y dando órdenes a gritos desde su caballo, como un jefe bárbaro. Así, su ala derecha huyó ante la carga enemiga pero su centro de britanos y galos chocó con su contraparte enemiga, sufriendo muchas bajas ambos bandos. Los generales se lanzaron a la cabeza de sus unidades para animarlas. El jefe de los arqueros a caballo armenios de Constancio II, Menelao, quien mató a muchos enemigos con sus flechas y también da con una a Rómulo, jefe de la escasa caballería de Magnencio, Rómulo, quien logra llegar hasta su rival y herirlo de muerte. El ejército occidental también pierde a Arcadio, jefe de la infantería gala o britana, y a Marcelino. El ejército oriental al general Arcadio de la legión Albuci.
En esos momentos, el usurpador guardó sus insignias imperiales en su silla de montar, vistió como soldado raso y lanzó al galope a su montura, para que lo creyesen muerto. La supuesta muerte de su líder devastó a su ejército, algo normal en la época, y se preparó para resistir hasta el final. El combate comenzó ya iniciada la tarde y continuó durante la noche con gran ferocidad, arrojándose sobre las espadas y lanzas enemigas, robándose los escudos y hasta jinetes abandonando los caballos heridos para luchar como infantes. Muchas unidades se desbarataron pero volvieron a organizarse y muchos de los jinetes que desmontaron rompieron sus largas lanzas para poder luchar como hoplitas hasta que sus armas quedaron inservibles y sus armaduras y cascos rotos. La infantería britana y gala, demostrando su calidad, sólo pudo ser vencida por la intervención masiva de la caballería. Los catafractos orientales cargaron varias veces apoyados por una lluvia de flechas que deshizo a esas unidades. Muchos soldados de Magnencio trataron de cruzar el río pero como era de noche se ahogaron.
Consecuencias
Gran parte del oeste del Imperio pasó a manos de Constancio II. Las bajas fueron altísimas para ambos bandos según los cronistas, quizás la mayor cantidad de bajas sufridas durante una guerra civil en el Imperio tardío. Unas 30.000 para el ejército vencedor y 24.000 para el derrotado (equivalente a dos tercios). Estimaciones modernas reducen las cifras a la mitad. Además, muchos caballos y ganado murieron. Como indica Harrell: «La batalla fue una victoria para Constancio pero un desastre para Roma, especialmente para la longevidad del Imperio Romano Occidental».