Hola a tod@s, para hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que proceden de otro famoso pecio. Se trata de
4 Reales acuñados en la ceca de
México a nombre del Rey Don
Felipe IV presentando una acuñación característica de las cecas del Nuevo Mundo y de la
dinastía de los Austrias. La moneda que muestro presenta además otra característica que la convierten en una moneda muy singular pues, además de ser perfectamente visibles los elementos propios que permiten identificarla, tiene el numeral en caracteres arábigos visible, algo poco habitual para estas acuñaciones y especialmente, para las
procedentes de naufragios.
Datos de la pieza:Nominal: 4 Reales
Año: 16XX. La fecha no está visible debido al tipo de acuñación de la pieza, en formato “macuquina”. Teniendo en cuenta la tipología, se establece un rango temporal entre 1621 y 1641. No obstante, conociendo la fecha del naufragio, estimo sea en torno a 1639 ó 1640, de acuerdo a otros ejemplares rescatados de este pecio.
Ceca: México (“Mº” a la izquierda del escudo; en el anverso)
Metal: Plata de 930,555 milésimas
Peso: 13,39 gr (aprox.)
Diámetro: 33 milímetros (aprox.).
Canto: Liso e irregular. Macuquina (“Cob”, “Cabo de barra”).
Tipo de acuñación: A martillo.
Tipo de pieza: “Macuquina”
Ensayadores: No visibles, pero muy probablemente la sigla correcta sea la “P”, de acuerdo a otros ejemplares de idéntica ceca y numeral rescatados del pecio.
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G2/B)”. Muy posiblemente la pieza no circuló en su día, esto explicaría los buenos detalles que podemos ver en ella, aún procediendo de un naufragio. Sobre el anverso, los elementos del escudo son visibles en su mayoría, así como el valor nominal, pero no vemos la marca de la ceca, año o ensayador, aunque algunos de estos datos pueden deducirse. El reverso muestra intactos los cuarteles con las armas de Castilla. Leyendas muy parciales en ambas caras, al tratarse de una “macuquina”. Ligera corrosión marina en la parte superior e izquierda del anverso, pero con signos más visibles en la mayor parte del reverso. A nivel general, una gran parte de las monedas rescatadas de este pecio tienen muy buena conservación y poco impacto por el agua salada, en comparación con otros naufragios. La moneda dispone del correspondiente “COA”.
Variante: Valor nominal con caracteres arábigos, de acuerdo a otros ejemplares similares rescatados de este pecio.
Referencias bibliográficas: “S-M19” y “KM
#38”
Rareza: Muy rara. Ya no tanto por el numeral en sí, o por el estado de conservación, este último bastante superior a la media que se suele ver en lo que a macuquinas se refiere procedentes de pecios, sino a que no es usual que puedan leerse claramente el valor nominal o parte de las leyendas, siendo una “macuquina” y procediendo de un pecio. Sin duda, elementos que debemos valorar como se merecen.
Pecio: “Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción”. Barco de bandera española y que se hundió frente a las costas de “La Española”, en 1641. Su cargamento se componía, mayoritariamente, por monedas de plata de la ceca de México de gran módulo, con valor 8 y 4 Reales, a nombre del monarca Felipe IV. De acuerdo a los ejemplares mejor conservados, las fechas más abundantes serían 1639 y 1640, con varias sobre fechas incluso sobre 1638 y pocos ejemplares fechados en 1637, todos ellos con letra de ensayador “P
Reinado: Felipe IV “El Grande” o “El Rey Planeta” (1621-1665)
Dinastía: Casa de Austria.
Leyendas:Anv.: “
PHILIPPVS. IIII. D. G. 16XX.” [LEYENDAS PARCIALMENTE VISIBLES, MACUQUINA] alrededor del escudo de armas coronado de los Reinos de España, sin Portugal. En el lado izquierdo del mismo, la marca de la ceca (“
Mº”) no visible y, bajo ella, la letra del ensayador (“
P”). A la derecha del escudo, el valor nominal en caracteres arábigos (“
4”), perfectamente visibles. Oxidaciones marinas en el lado superior e izquierdo de la pieza.
Rev.: “
HISPANIARVM. ET. INDIARVM. REX” [LEYENDAS PARCIALMENTE VISIBLES, MACUQUINA] alrededor de un cuartelado con castillos y leones dentro de una orla de ocho lóbulos, divididos por la Cruz de Jerusalén. Oxidaciones marinas más pronunciadas en toda la superficie de la moneda.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido unos 291 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido la calidad de detalle que vemos en los elementos visibles (tanto en anverso como reverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española, como europea. Así y, dado que aún permanecen visibles los elementos significativos de esta moneda (escudo o valor nominal), von las leyendas visibles de forma muy parcial, no siendo esto último culpa del daño por oxidaciones marinas, sino por tratarse de una macuquina, estimo que presenta un “grado 2 o B” en lo referente al estado de conservación.
Información histórica: El 23 de julio del año 1641, la “Flota de Nueva España” puso rumbo a la península desde el puerto de Veracruz (actual México). Este convoy, era especialmente grande y lo formaban 30 naves, de acuerdo a los datos de la época, por lo que la carga se antojaba trascendental para unas arcas agotadas por la nefasta gestión de los Austrias y sus validos, además de los conflictos con otras potencias que constantemente afectaban a España. Para esta peligrosa y larga travesía, se designó al galeón “San Pedro y San Pablo” como capitana de la expedición, mientras que la retaguardia estaría cubierta por, precisamente, el “Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción”, un galeón de unas 600 toneladas, construido en La Habana en 1620 y con el almirante Juan de Villavicencio a los mandos de la misma.
La carga de esta última se estimaba en unas 25 toneladas de oro y plata, entre las que destacan miles de monedas de plata a nombre de Felipe IV, correspondientes a las cecas de México (casi en su totalidad) y de Potosí en menor medida, como hemos dicho, destacando las fechas de 1639 y 1640. Además, en las bodegas del “Concepción” se embarcó un importante cargamento compuesto por porcelana china de la dinastía Ming y joyas. Algunas referencias hacen mención a que las pertenencias de la viuda de Hernán Cortés también se incluyeron para este viaje, sin olvidar el contrabando de oro y plata adicional, que muchas veces podía superar, un tercio de la carga declarada oficialmente.
El naufragio: Como era habitual antes del gran viaje, el convoy se detuvo en el puerto de La Habana para cargar provisiones y realizar las reparaciones correspondientes. Con todo preparado, el conjunto partió hacia la metrópoli, alcanzando sin contratiempos el canal de Bahamas, pero sin embargo, aquella tranquilidad no tardaría en desaparecer, pues un potente huracán azotó las aguas a la altura de lo que hoy es Florida y se llevó con él a la mayoría de los barcos del convoy. Curiosamente, el “Concepción” logró resistir aquella dificilísima prueba, pero quedó seriamente dañado. Con las velas y los mástiles rotos, quedó a merced de las olas que lo llevaron hasta unos arrecifes próximos, a unas 75 millas de la costa de La Española y allí encalló. A las 20h del 30 de Octubre de 1641, las corrientes se intensificaron y durante esa noche sería nuevamente arrastrado y colapsaría contra otro arrecife. La tripulación estaba totalmente desesperada y trataban por todos los medios salvar sus vidas, incluso desobedeciendo las órdenes de su superior. Para el almirante, la salvación del grupo pasaba por alcanzar la costa y pronto ordenó la construcción de botes salvavidas aprovechando la propia madera del barco. Sin embargo y ante la complicada situación, sus propios oficiales se levantarían en un motín, cuyo objetivo era reflotar la imponente nave a toda costa. Pronto se dieron cuenta que aquel plan no serviría, pues los corales del arrecife no tardaron en abrir varias vías de agua en el casco del barco y, tras varios días de lucha, finalmente el 11 de noviembre, el “Concepción” se partió a la altura de la popa y naufragaría a 15 metros de profundidad entre varias formaciones de coral. De los 500 tripulantes que iban en el barco, tan sólo 200 lograron salvarse. Las noticias sobre la pérdida de aquel fabuloso tesoro hicieron que los españoles impulsaran expediciones para rescatar lo máximo posible. El propio almirante Villavicencio, se puso manos a la obra, pero no terminaban de sucederse contratiempos, desde los más típicos en nuestro país, la burocracia, pasando por rachas de mal tiempo que impedían cualquier aproximación e incluso la presencia de piratas franceses en la zona.
Un nuevo intento: El tesoro y su historia parecían haberse perdido en el tiempo y la desgana administrativa hasta que, en 1687, varias décadas después del desastre, el Capitán William Phips, procedente de Nueva Inglaterra, casualmente entabló conversación con un superviviente del desastre del “Concepción” y éste le reveló la posición aproximada del pecio a cambio de una parte del cargamento que lograran extraer. A diferencia de la administración española de la época, el Capitán Phips se puso manos a la obra de inmediato y fletó dos barcos con todo aquello que, a priori, estimó que podrían necesitar. Zarparían así el “James and Mary”, capitaneado por él mismo, y el “Henry”, al mando del capitán Francis Rogers, un buen amigo suyo. Con un plan perfectamente trazado, desembarcaron en La Española con la coartada de ser comerciantes y, para no levantar sospechas, mantuvieron en el puerto al “James and Mary” realizando transacciones, mientras el Capitán Rogers junto con el grueso de sus hombres y un grupo de nativos locales, especialistas en sumergirse a más de 15 metros, pondrían rumbo en el “Henry” a la ubicación revelada. Tras una dura labor de búsqueda sobre el terreno, localizaron 3 cañones arropados por los corales de la zona, pues después de poco más de 40 años, ya no había restos de madera y otros elementos reconocibles del pecio. No obstante y, aprovechando la bajada de las mareas, el arrecife de coral reveló al fin sus secretos. Se desconoce la cantidad exacta del tesoro que logró extraer, pero fue más que suficiente como para retirarse inmensamente rico y regresar triunfante a Inglaterra, donde compartió el tesoro con la Corona británica y, a cambio, obtuvo el preciado título de Sir, además de ser nombrado Gobernador de la colonia americana de Massachusetts.
Una nueva búsqueda: Con el rescate de Phips y sus hombres, la historia del barco volvió a quedar en el olvido. La curiosidad sobre cuánto iba realmente a bordo del barco y sobre todo, cuándo había rescatado el Capitán Phips llevó al gran explorador Jacques Cousteau en 1968 a tratar de encontrar lo que pudiera quedar del “Concepción”. Sin embargo y, a pesar de sus esfuerzos, no logró resultados y sería el cazatesoros Burt Webber, quien finalmente retomara la senda de la búsqueda con mejores resultados que su predecesor. El propio Webber, era ya un veterano en este campo, con varios intentos de localización de pecios españoles en el pasado, pero sin demasiado éxito. Sin embargo, el sueño de encontrar uno de estos barcos cargados de riqueza lo mantuvo sereno y analizando la documentación del Archivo de Indias, en Sevilla, conoció a Jack Haskins, un entusiasta de la historia del “Concepción” y con la fortuna de haber conseguido localizar el diario del propio Phips. Con esta poderosa información, todo podía cambiar, sin embargo, Phips había sido bastante precavido y nunca anotó la ubicación de los restos. Decepcionados, no tardaron en darse cuenta que donde realmente debían buscar era en el diario de su amigo, Francis Rogers, capitán del “Henry”, pero no tenían idea de si el documento que buscaban realmente existía y cuál sería su paradero. Se pusieron manos a la obra, pero parecía que jamás tendrían éxito hasta que, en abril de 1978 todo cambió. Ambos recibieron una carta de un profesor de economía llamado Peter Earle que, casualmente, también era aficionado a las historias de tesoros y a todo lo relacionado con el mundo marino. La carta era breve, pero contundente “Dicho sea de paso, tengo el cuaderno de bitácora de Francis Rogers”. No podían creerlo, la suerte les había vuelto a sonreír y, poco después, ya estaban analizando el contenido de sus páginas. En el diario, Rogers describía la travesía seguida por la expedición de rescate y la ubicación exacta de los restos, además de una relación detallada de todo lo recuperado en 1687 junto con la afirmación de ser “el barco más rico que jamás zarpó de las Indias”. De acuerdo al propio inventario y siempre según sus estimaciones, llegaron a la conclusión de que más de la mitad de la carga del “Concepción” seguía en entre aquellos corales.
Con los ánimos a flor de piel, Webber contactó con las autoridades dominicanas y no tardó en firmar un acuerdo mediante el cual las piezas de valor histórico serían entregadas en la isla, mientras ellos se llevarían el 50% de las monedas que lograran rescatar.
Los trabajos se desarrollaron con rapidez, en estrecha colaboración con las autoridades locales y pronto empezaron a verse los frutos del acuerdo. Aproximadamente unas 60.000 monedas, junto con cadenas de oro y joyas de todo tipo, así como objetos de los más variopinto, incluyendo un baúl con un doble fondo, que contenía más monedas de contrabando, fueron rescatados de aquellas aguas. Sin duda, la operación que habían puesto en marcha había resultado un éxito en términos económicos, pero todo un jarro de agua fría para la arqueología marítima ya que Webber y su equipo no siguieron ningún tipo de metodología ni doctrina científica, primando por encima de todo el interés económico particular y destrozando por completo el lugar del hundimiento. Información vital del naufragio, las costumbres de la época, condiciones de vida a bordo, comercio y contrabando se habían perdido sin remedio.
Un tesoro inagotable: Haciendo honor a la frase registrada por Rogers en su diario, acerca de las riquezas del “Concepción”, el yacimiento sigue siendo explotado en la actualidad por la compañía de Webber, en colaboración con otros buscadores de pecios como Tracy Bowden. Su nuevo objetivo, el valiosísimo cargamento de cerámica china de la dinastía Ming que, se sabe, había sido embarcado en el “Concepción”. No obstante, son conscientes que aún siguen sin rescatarse una parte significativa de las monedas debido a que realmente es imposible determinar la cantidad exacta que se embarcó aquel día. Los posibles cálculos, en cambio, hacen volar la imaginación de muchos incluso en la actualidad, basándose en que algunos afirmaron que las bodegas del “Concepción” apenas podían almacenar tanta riqueza, estimando el valor de lo embarcado en torno a los cien millones de euros entre la carga oficial y la de contrabando.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.