Hola a tod@, para hoy traigo una pieza procedente de otro pecio poco común. Se trata de
1 “
Lion Daalder” acuñado en la ceca
Zelanda a nombre de las
Provincias Unidas de Los Países Bajos presentando una acuñación cuidada y vistosa, que nada tenía que envidiar a las grandes monedas del Imperio Español por aquel entonces. La pieza que muestro presenta además otra característica que la convierte en una moneda muy singular pues, procede de un emblemático e histórico
pecio de la “
VOC” que, tal vez, muchos ya conocen, el legendario “
Batavia”.
Datos de la pieza:País: Provincias Unidas de Los Países Bajos (1581-1795)
Propietario del barco: Compañía Holandesa de las Indias Orientales (“VOC”)
Nominal: 1 “Lion Daalder”/”Dog Daaler”
Año: 159X. La fecha está visible parcialmente, a los lados del escudo, en la parte baja del anverso. Aunque el último dígito no es visible, sabemos que este tipo de acuñación en concreto se realizó en Zelandia entre los años 1597 y 1599.
Ceca: Zelanda (Tres olas sobre el león, en ambas caras)
Tipo de acuñación: A martillo
Peso: 27 gr (Teórico, pues la cápsula impide determinar el peso real.
Diámetro: 41-42 milímetros (aprox.)
Canto: Liso y algo irregular
Metal: Plata de 750 milésimas
Estado de conservación: “VF 20”. La pieza ha sido certificada por la prestigiosa “ANACS” que no tiene un servicio especifico como la “NGC” para certificar pecios, por lo que estimo, de acuerdo al criterio general, que correspondería a un “Shipwreck effect (G2/B)”. El anverso muestra prácticamente visibles todos los elementos de la pieza, donde el desgaste procede del propio sistema de acuñación de la época y no exclusivamente a la erosión marina. Esta última se aprecia en la mitad inferior de la moneda. Fecha parcialmente visible al igual que las leyendas. En cuanto al reverso, en general se aprecian muy bien los motivos centrales y parte de la leyenda. Se aprecia cierta corrosión en los bordes de la pieza, unido a distintas zonas verdosas distribuidas, también, por el borde de la moneda debido al contacto del agua salada con el 25% del otro metal (muy probablemente cobre) que contiene la aleación. Restos de residuos marinos terrosos a las 8 y a las 12h. Muy buen ejemplar para proceder de un pecio aunque la mayoría de piezas que se han rescatado del “Batavia” presentan conservaciones similares. La moneda está certificada por la “ANACS” indicando en la etiqueta del holder la procedencia de este pecio.
Rareza: Rara pues, primeramente, el numerario a bordo de este barco es muy variado, destacando los “Thaler” austriacos y alemanes, monedas de 8 Reales españolas acuñadas en el Nuevo Mundo y, finalmente, de las distintas Provincias de Países Bajos individualmente. En segundo lugar, el pecio del que procede es un barco de suma importancia histórica, pues su llegada a las costas australianas supuso la el primer contacto con los europeos en este lejano territorio.
Pecio: “Batavia” (Australia, 1629). El barco naufragó en julio de 1629 en lo que se conoce como “Houtman Abrolhos”, un pequeño grupo de islas que se encuentra en la costa occidental de Australia. Se tiene constancia, por la importante cantidad de monedas rescatadas en la zona del hundimiento, que la carga del “Batavia” era muy variada, incluyendo grandes monedas de plata austriacas, alemanas, holandesas y españolas para el comercio en las Indias Orientales Holandesas y para el contrabando personal de los miembros de la tripulación.
Referencias bibliográficas: “Dav-8870” y “Delm-838”.
Leyendas:Anv.: “
+ MO + NO + ARG + ORDIN + ZEL” [leyendas parcialmente visibles] alrededor de la figura de un caballero con armadura y casco de pie, mirando hacia su izquierda. Con su mano derecha sujeta una gran capa y, con sus piernas, sostiene el escudo con un león rampante en su interior mirando hacia la izquierda, bañado por tres olas del mar en alusión al territorio de Zelanda. A ambos lados del escudo, la fecha de acuñación “
15” (izq.) y “
9X” (dcha). Oxidaciones marinas menores.
Rev.: “
+ A + DOMINE + SERVA + NOS + PERIMVS” [leyendas parcialmente visibles] alrededor de la representación de un león rampante mirando hacia la izquierda y bañado por tres olas del mar en alusión al territorio de Zelanda. Oxidaciones marinas y manchas verdes en los bordes de la pieza debido al 25% de aleación que no es plata. Residuos marinos a las 8 y a las 12h.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido casi 350 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido la calidad de detalle que vemos en los elementos visibles (principalmente en el anverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia europea y australiana.
El Batavia: Fue construido en el puerto de Ámsterdam en el año 1628 y estaría destinado a convertirse en el nuevo “buque insignia” de la “VOC”. Ese mismo año, el 27 de octubre, partió de Texel en su viaje inaugural rumbo a la plaza que justamente llevaba su nombre, la Ciudad de Batavia, en lo que, por aquel entonces era la capital administrativa de las “Indias Orientales Holandesas” para adquirir especias y otras mercancías exóticas que luego introducirían en los mercados europeos, con una buena ganancia. El barco pertenecía a la clase “India del Este”, con un peso de 650 toneladas y una capacidad de carga de 1200 toneladas. Medía 56,6 metros de largo, con 10,5 metros (Haz), 5,1 metros (borrador) y una altura de 55 metros. Era una embarcación de aparejo completo, con 3.100 metros cuadrados de vela que le permitía alcanzar una velocidad de unos 5 nudos (9,3 km/h). Armado fuertemente con 24 cañones de hierro fundido, ciertamente, se trataba de un buque imponente. La tripulación estaba compuesta oficialmente por unas 341 personas aunque se sabe que hubo algunas bajas de última hora. Unos dos tercios eran oficiales y personal destinado en el barco, cien soldados y el resto población civil, destacando esposas y niños de trabajadores de la “VOC”.
Es importante señalar la trascendencia de este barco a priori, dado el nombre que le pusieron al ser botado al agua, además de lo limitada de la vida útil de estos barcos que cubrían un trayecto tan largo y valorado en tanto dinero. Se estimaba que un barco de la “VOC” no cubría este viaje más de 4 veces durante su vida útil.
El comandante del navío para esta primera aventura sería Francisco Pelsaert, que además era comerciante especializado y Ariaen Jacobsz en calidad de patrón. Ambos se conocían de un incidente en el pasado y surgió una buena amistad desde entonces. Entre la tripulación, también se encontraba un joven comerciante llamado Jeronimus Cornelisz y un boticario arruinado que necesitaba huir de los Países Bajos al ser buscado por herejía.
El viaje inaugural: La travesía empezó ciertamente peligrosa, con una tormenta en el mar del norte donde el convoy quedo separado y sólo lograron mantener el contacto visual 3 de los 7 barcos que integraban el grupo, el “Batavia”, el “Assendelft” y el “Buren”. Una vez pasado el mal trago, la travesía volvió a ser tranquila, incluso se detuvieron en el Cabo de Buena Esperanza para abastecerse de suministros para proseguir el viaje. Lo que el comandante Pelsaert no imaginaba era que la riqueza que el barco transportaba en su bodega sería motivo suficiente para que un motín estuviera preparándose a sus espaldas. Así, Jacobsz y Cornelisz no tenían intención de regresar a los Países Bajos por lo que Jacobsz, valiéndose de su puesto, cambió deliberadamente el rumbo del “Batavia” para que se separaran del resto de la flota (era un convoy de 7 barcos) y poder ejecutar sus planes de traición. Ambos habían convencido ya a un grupo de hombres de la tripulación y éstos pusieron de inmediato en marcha el plan que detonaría el motín, agrediendo sexualmente a una pasajera, Lucretia Jans, de 27 años y esposa de Boudewijn van der Mijlen, pero que tenía una alta posición social y viajaba junto con su sirvienta. El enfado de Pelsaert no se hizo esperar y aplicó justicia de forma inmediata. La idea de Jacobsz y Cornelisz era poner de manifiesto que la supuesta “justicia” del comandante era desproporcionada y llamar inmediatamente a otros marineros a la rebelión, sin embargo, la pasajera pudo identificar de manera inequívoca a sus atacantes y el motín quedó, a priori, frustrado.
El naufragio: El pequeño cambio de rumbo no sólo implicaría que el “Batavia” navegara sólo sino que también supuso que no siguiera una trayectoria correcta para alcanzar su destino. El comandante se encontraba indispuesto desde hacía algún tiempo y las personas que ocupaban el mando de forma provisional no parecían las más competentes. Con ellos, llegó el desastre. El 14 de junio de 1629, un potente golpe sacudió todo el barco y puso en alerta a la tripulación, pues habían chocado contra el “Morning Reef”, en Houtman Abrolhos”, frente a la costa occidental de un nuevo territorio por explorar, Australia. El terror se apoderó de la tripulación, que trataron de alcanzar la costa a nado. Las mujeres y los niños pudieron ser trasladados a las islas cercanas en los botes salvavidas, pero perecieron 40 tripulantes.
Los supervivientes se dieron cuenta que no estaban en donde debían y organizaron partidas para localizar suministros básicos en aquel lugar, pero a priori no localizaron ninguna fuente de agua dulce sólo algo de comida, fundamentalmente, leones marinos y algunas aves locales. La falta de agua unido al paso del tiempo les llevó a adentrase en el continente para localizar este líquido tan preciado. Una expedición al mando de Jacobsz y Pelsaert, en calidad de oficiales de mayor rango, partió de inmediato junto con algunos miembros de la tripulación en una pequeña embarcación de unos 9 metros, pero no tuvieron éxito. Llegados a este punto, debían tomar una decisión arriesgada, pero que podría salvarles la vida a todos. Debían encontrar el rumbo correcto para llegar en aquella embarcación a su destino inicial, la Ciudad de Batavia, para solicitar una expedición de rescate.
Mientras ellos se encontraban rumbo a Batavia, la tripulación que allí seguía realizó más incursiones a tierra firme en busca de agua dulce que beber.
El propio Pelsaert relató en su diario la travesía rumbo a las Indias Orientales Holandesas y que el 15 de junio de 1629 lograron su objetivo y pudieron calmar por fin su sed. La expedición pasó la noche en tierra, acosados por todo tipo de insectos que resultaban ser muy molestos. Su intención era alcanzar el río de “Jacob Remmessens”, bautizado en 1622 por sus descubridores, pero el viendo no permitiría que alcanzaran el objetivo. Desesperados, lograron navegar hasta la isla de “Nusa Kambangan”, ya en territorio holandés, donde pudieron abastecerse de más agua. Tardaron 33 días en alcanzar al fin la Ciudad de Batavia. Todos sobrevivirían al calamitoso viaje, pero la justicia aguardaba a algunos de los miembros de la expedición pues, llegados al puerto, Pelsaert ordenaría la detención de Jacobsz y del contramaestre Jan Evertsz por “comportamiento escandaloso” que llevaría a la pérdida del barco, como así había sucedido. El segundo sería ejecutado de inmediato y el primero sólo arrestado por negligencia debido a que, aunque Pelsaert sabía que estaba involucrado también en el intento de motín, no sabía exactamente hasta que punto.
Con las noticias que acababa de recibir, el Gobernador General jan Pieterszoon Coen le otorga a Pelsaert el mando de otro buque, el “Sardam”, para que parta inmediatamente en busca de los supervivientes y trate de rescatar la valiosísima carga del “Batavia”. Tras partir del puerto nuevamente tardó un mes en llegar a la zona, pero empleó otro mes adicional para ubicar la posición exacta en aquella cadena de pequeñas islas frente a la costa australiana.
Atrocidades: El oficial Conelisz, uno de los implicados en el botín y que tenía como objetivo “secuestrar” y saquear el “Batavia” antes de que llegara a su destino, había quedado al mando de los supervivientes mientras llegaba la ayuda. Durante todo este tiempo había urdido un plan para secuestrar cualquier embarcación que se acercara a su posición y huir. Sus planes, no faltos de locura, le llevaron a pensar en crear una nueva plaza civilizada o alcanzar otro reino donde se ganaría una importante posición gracias al oro y la plata que llevaba el “Batavia”. No obstante, para alcanzar su objetivo, primero tenía que eliminar a todos aquellos que pudieran aponérsele. Primeramente, requisó todas las armas disponibles y, con ellas, haría acopio de todos los víveres que se repartirían y utilizarían siempre bajo su criterio. A continuación llevaría a la isla cercana de “West Wallabi” a los soldados supervivientes junto con su lider, Wiebbe Hayes, convenciéndolos para que buscaran agua y que hicieran señales de humo para favorecer el rescate del grupo, algo que sabía que nunca sucedería y que terminarían muriendo allí tras ser abandonados. Con ellos fuera de escena, hacerse con el control del resto del grupo le resultó sencillo.
Aunque Conelisz no llegó a cometer ningún asesinato de primera mano, sí que convenció a otros para que realizaran tales atrocidades en su nombre, valiéndose de supuestos robos como excusa, llegando incluso a intentar envenenar a un bebé que, posteriormente, mandaría a estrangular.
Los implicados en el motín inicial que había sido frustrado, justificaban el asesinato como medio de supervivencia, pero luego terminaron matando por simple placer y diversión. Conelisz planeaba reducir el grupo de supervivientes a unos 45, para que los limitados suministros duraran más tiempo. Muchos de los supervivientes seguían siendo leales a la “VOC” y sus instituciones, por lo que los amotinados acabarían asesinando a 110 personas entre hombres, mujeres y niños.
El desenlace: A pesar de que algunos de los soldados abandonados y engañados a su suerte perecieron, los pocos supervivientes habían logrado encontrar víveres esenciales y agua, mientras continuaban con las señales de humo sin saber lo que en realidad estaba pasando en las demás islas.
Sin embargo, algunos supervivientes lograron escapar de ser asesinados y llegaron hasta la posición de los soldados donde contaron lo sucedido. La furia se apoderó de ellos, pero no irían a por Conelisz sin utilizar su ingenio. El grupo ideó armas caseras con los materiales que pudieron encontrar, montaron guardia para evitar sufrir una emboscada e incluso construyeron un pequeño fuerte empleando roca caliza y trozos de coral, abundantes en aquella zona.
La falta de agua en el campamento de Conelisz lo llevó a tener que desplazarse en busca de suministros, alcanzando la posición de los soldados. Para su sorpresa se percató que habían resistido y esto amenazaba frontalmente sus planes. No obstante, cuando acudió con sus hombres a asesinarlos y robar las provisiones que pudieran tener, se encontraron con que éstos estaban pertrechados y con mejores defensas, su entrenamiento militar les ayudaría a imponerse en varios choques contra las fuerzas de Conelisz. Frustrados y enfurecidos, tomaron los mosquetes y, bajo las órdenes de un soldado amotinado del grupo de Conelisz llamado Wouter Loos, intentaron nuevamente ganarles la posición, asediando el fuerte. Hubo bajas, pero los soldados valientemente permanecieron firmes y lograron una nueva victoria.
En ese momento, Pelsaert llegaría a las islas y esto supuso una carrera para alcanzarlo primero e informarle de lo sucedido. Los soldados de Hayes llegaron primero y le contaron todo al comandante por lo que, después de una rápida batalla, las fuerzas combinadas de Pelsaert y los soldados supervivientes liderados por Hayes desde el principio lograron arrestar a los amotinados.
Rescate y justicia: El comandante Pelsaert, horrorizado, estimó necesario la celebración de juicios en aquellas islas para que tales conductas no quedaran impunes. Ninguno escapó a la justicia. Primeramente, aquellos que cometieron los actos más atroces fueron llevados a la cercana isla de “Seal Island” y ejecutados. Al propio Conelisz y a varios de sus colaboradores les amputaron primeramente las manos antes de subirlos a la horca. Aquellos que serían considerados como “delincuentes menores”, entre los que se encontraban Loos y un joven grumete fueron abandonados a su suerte en la Australia continental, lo que supuso una sentencia de muerte pues nunca más se volvió a tener noticias de ellos y pasarían a la historia como los primeros europeos en habitar este territorio inexplorado hasta entonces. Hoy en día se barajan varias ubicaciones para el lugar donde permanecieron hasta su muerte.
Nuevos juicios: El resto de amotinados serían embarcados hasta llegar a la Ciudad de Batavia, donde algunos ya serían flagelados durante el trayecto. Una vez en el puerto, cinco más fueron ejecutados en público y Jacop Pietersz, el que había sido la mano derecha de Conelisz, fue sometido a la “Rueda de Ejecución, el peor castigo existente en aquella época, donde sus huesos se romperían en una muerte agónica e inimaginable.
Finalmente Jacobsz, arrestado en la primera expedición, a pesar de ser sometido a una horrible tortura, nunca confesó su participación en el motín y escaparía de la ejecución ante la ausencia de pruebas. No se tiene constancia de cuál fue su destino después de estos acontecimientos, pero muy probablemente, moriría en los calabozos de la Ciudad de Batavia.
No obstante, todo no acabó aquí, pues el propio comandante Pelsaert también sería juzgado por un Comité, que concluyó que le había faltado autoridad en ciertos momentos y que, por lo tanto, era en parte responsable de lo sucedido. Se le incautaron sus activos financieros personales como parte del daño causado a las arcas de la “VOC” y éste fallecería al cabo de un año.
Hayes fue aclamado por su heroica defensa, valentía e integridad y sería ascendido al rango de sargento, con el correspondiente incremento salarial, mientras que sus hombres, serían ascendidos también con el rango de cabo.
Del total de pasajeros que partieron en el “Batavia”, sólo 122 llegaron finalmente a su destino en lo que se recuerda como una de las peores y más atroces travesías navales que e recordarían en toda la historia.
No podemos tampoco olvidarnos del “Sardam” que logró regresar con la mayor parte de la carga que antes transportaba el “Batavia”. Se sabe que originariamente llevaba 12 cofres y 10 pudieron recuperarse, por lo que 2 cofres quedaron en el olvido. Se cree que uno de ellos estaba atascado debajo de un enorme cañón, lo que imposibilitaba su rescate y el otro había sido roto por los amotinados.
El tesoro: A nivel genérico, este tipo de barcos solían cargar unos 250.000 florines de oro, dispuestos precisamente en 12 cofres de madera. La carga incluía, además, grandes cantidades de monedas de plata, unas 8.000 monedas en términos generales. El objetivo eran la compra de especias y otros productos exóticos en Java, empleando para ellos el formato “duro”, “Daalder”” o “Thaler”, principalmente del Imperio Español, acuñaciones de los Estados que formaban las Provincias de los Países Bajos (“Rijksdaalder”), así como aquellas acuñaciones análogas en lo que serían los Estados Alemanes (P.ej: Hamburgo) y Austria respectivamente. Además, pero no menos importante, también está documentada la carga de dos antigüedades que pertenecían al artista holandés, Rubens, vendidas a un gobernante mongol. Finalmente, también se transportaban bloques realizados en piedra arenisca prediseñados para dar forma al pórtico que sería la nueva entrada de la sede de la “VOC” en la Ciudad de Batavia.
Últimos rescates: Primeramente, en abril de 1840, el capitán John Lort Stokes que inspeccionaba las “Islas Abrolhos”, informó al Almirantazgo Británico de la localización de grandes vigas de madera que parecían pertenecer a un barco de grandes dimensiones.
Posteriormente, ya en 1950, Henrietta Drake-Brockman, a través de los archivos históricos y empleando sus cualidades de investigación, determino que los restos del “Batavia” estarían localizados en las “Islas Wallabi”. Sin embargo, no sería hasta 1963 cuando se redescubrirían sus restos de la mano de un pescador de langostas local llamado David Johnson. En la década de los 70 y tras varias campañas submarinas se pudieron rescatar una cantidad interesante de objetos, incluyendo el ancla, algunos cañones y las vigas de babor de popa.
En 1972 y ante el buen ritmo de los trabajos, las autoridades holandesas, propietarias de los derechos y bienes de los barcos de la “VOC” en la actualidad, cedieron los derechos de extracción al gobierno australiano y hoy en día esos artefactos pueden visitarse en las distintas sedes del Museo de Australia Occidental, sin dejar de lado que la mayoría de las anclas localizadas y cañones del “Batavia” se han decidido conservar “in situ”. Los restos del mismo siguen constituyendo hoy una gran fuente de investigación y un lugar realmente atractivo para el buceo, donde algunos documentales gravados y emitidos en televisión desde entonces revelan la belleza del lugar y los artefactos que aún pueden encontrarse entre los restos, monedas de plata incluidas.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.