Hola a tod@, hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que proceden de otro pecio de sobra conocidos por todos en España, capitaneado por uno de los últimos grandes piratas del siglo XIX y, además, de nacionalidad española. Se trata de
8 Reales acuñados en la ceca de
México a nombre del Rey
Carlos IV en el año
1796 presentando una acuñación que escenifica la perfección técnica imperante bajo la dinastía de los Borbones en comparación con siglos anteriores.
Datos de la pieza:Nominal: 8 Reales
Año: 1796
Ceca: México (“Mº”; en el reverso)
Metal: Plata de 896 milésimas
Peso: 24,39 gr (aprox.)
Diámetro: 39,8 milímetros (aprox.).
Canto: Cordoncillo (Patrón de rectángulos y círculos)
Forma: Redonda
Tipo de acuñación: Prensa a volante
Ensayadores: Francisco Arance Cobos y Mariano Rodríguez (Siglas “FM”)
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G2/B)”. Aunque se trata de monedas mayoritariamente obtenidas en España por el cambio de las riquezas robadas a ingleses y portugueses, tengo la sensación que la pieza no circuló en su día o lo hizo muy poco, sobre todo por los detalles del pelo de los leones y los castillos presentes en el escudo (reverso). El anverso muestra la silueta del monarca con los elementos del busto visibles, tales como los detalles de la vestimenta o la corona de laureles. Las leyendas están parcialmente visibles, al igual que la fecha, legible en su totalidad. El reverso muestra el escudo completamente visible y con muy buenos detalles, además de las leyendas visibles totalmente, al igual que los lemas “PLUS” y “ULTRA”. En la parte derecha de la moneda se aprecia cierto deterioro por el agua salada, pero no afecta casi a los elementos de esta cara en comparación con la otra. Se aprecian arañazos en el anverso, probablemente por una limpieza agresiva, con deterioro marino en la mitad derecha de la pieza. Cordoncillo prácticamente intacto. Muy buen ejemplar para este pecio.
Referencias bibliográficas: “KM
#109”
Rareza: Rara. Ya no tanto por el numeral en sí, la ceca (muy común) o por el estado de conservación, este último afectado moderadamente por las circunstancias del naufragio. Si no por lo poco frecuente que resulta ver monedas procedentes de este pecio en concreto y el número limitado de las mismas que han podido rescatarse. Hay que destacar que esta pieza sí que forma parte de un lote de monedas rescatadas de los restos del “Burla Negra” y no guarda relación con los famosos “Duros de Cádiz”, de los que sólo podemos especular, a mi juicio.
Pecio: “El Defensor de Pedro”/”Burla Negra”. Capitaneado por Benito Soto Aboal, uno de los últimos grandes piratas de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en el Atlántico, naufragó en la noche del 9 de Mayo de 1829 cerca de la Playa de Santa María, en Cádiz. Se tiene constancia por los ejemplares recuperados de las entrañas del pecio que, en él iban monedas de 4 y 8 Reales acuñados, mayoritariamente, en cecas americanas, sobre todo de México y, de forma minoritaria, de cecas peninsulares. Estas monedas fueron acuñadas a nombre de los monarcas Carlos IV y Fernando VII (incluyendo el denominado “busto imaginario” de este último). La pieza tiene su correspondiente COA que acredita su procedencia y autenticidad.
Reinado: Carlos IV “El Cazador” (1788-1808)
Dinastía: Casa de Borbón
Leyendas:Anv.: “
.CAROLUS. IIII. DEI. GRATIA. 1796.” [LEYENDAS PARCIALMENTE VISIBLES] alrededor del busto armado y con corona de laureles del monarca mirando hacia la derecha. Corrosiones significativas en la mitad derecha de la pieza que afectan a la leyenda.
Rev.: “
.HISPAN. ET. IND. REX. Mo. 8R. F.M.” alrededor del escudo coronado con las armas de Castilla y León, el escusón que guarda las 3 flores de Lis en el centro y, en la base del escudo, una granada en referencia a tal reino. A ambos lados, las columnas de Hércules con las leyendas “
PLUS” y “
ULTRA”. Ligeras marcas de corrosión marina en la mitad derecha de la moneda.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido más de 150 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido la calidad de detalle que podemos observar (tanto en anverso como reverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española, como europea. Así y, dado que aún permanecen visibles todos los elementos significativos de esta moneda (escudo, fecha, ceca o ensayador), con las leyendas dañadas, pero parcialmente visibles en el anverso debido al daño por oxidaciones marinas y con un excelente reverso dadas las circunstancias, estimo que presenta un “grado 2 o B” en lo referente al estado de conservación.
Información histórica: El bergantín conocido como “El Defensor de Pedro” fue un buque con una historia de lo más variopinta. Su nombre se debe al que sería el primer emperador de Brasil, el príncipe portugués Pedro I, hasta 1831, el cual logró independizar al país del Reino de Portugal de forma pacífica en 1822. Es por ello que, primeramente, sirvió en la Armada brasileña, pero luego pasaría a manos privadas donde tendría una utilidad de lo más perversa, el tráfico de esclavos. Era un habitual en la ruta marítima que conectaba este país con los puertos africanos, hasta que llegó el momento de situar a nuestro protagonista en el mapa, Benito Soto Aboal, de unos 18 años de edad y con experiencia previa como marinero en las costas de su tierra natal, Galicia. Así, el barco conocido hasta ese momento como “El Defensor de Pedro” zarparía por última vez del puerto de Rio de Janeiro el día 22 de Noviembre de 1827 al mando del capitán don Pedro Mariz de Sousa Sarmento con 40 hombres por tripulación, armado en corso y con mercancías en su bodega. A su llegada a África y, aprovechando que el capitán se encontraba en tierra con sus hombres más leales, el 26 de enero de 1828 estalla una rebelión a bordo, dirigida por nuestro protagonista y su compañero y paisano Miguel Ferreira, apodado como “Mercurio” al grito de “¡ABAJO LOS PORTUGUESES!”. Con el barco bajo su control, ponen rumbo a la isla de Ascensión, pero algunas fuentes señalan que Benito de Soto asesinaría a su compañero de motín, para que nadie pudiera disputarle la capitanía del barco. En la isla, modificaron la pintura del barco, tornando a un color más oscuro y fue rebautizado con el nombre de “Burla Negra”. Tras partir de su nuevo enclave, en la mañana del 19 de febrero de 1928, divisan una fragata con bandera inglesa, conocida como “Morning Star”, al mando de la misma estaba el capitán Thomas Gibbs y su tripulación estaba compuesta por, aproximadamente, unos 51 hombres. Tras divisar al “Burla Negra”, trataron de huir para evitar el más que probable enfrentamiento, pero la velocidad del nuevo barco de Benito Soto Aboal era muy superior y no tardaron en darle caza y hacerse con su cargamento. El capitán del Burla Negra ordena no dejar supervivientes, pero hay testimonios de algunos marineros que lograron escapar. Unos días después y, con el éxito aún entre las manos, divisaron otra fragata, esta vez se trataba del “Topaz”, con bandera norteamericana y procedente de Calcuta con un previsible riquísimo cargamento. Utilizando un pabellón de Argentina, logran aproximarse a su costado, lanzando una batería de balas y metralla que dañaron seriamente las velas y gran parte del barco. Desde la cubierta Benito Soto ordenó la presencia del capitán del “Topaz” en la cubierta con la documentación del barco en mano, para luego adueñarse de su carga y destruir el buque sin el menor miramiento. Con la mercancía y riquezas sobre la cubierta, los marineros del “Burla Negra” estaban cegados y el propio Benito Soto indicó al capitán del “Topaz” que podía subir a un bote e izarse a la mar. Parece ser que el capitán trató de disparar a Benito, que lo remató de un disparo en último lugar para ver como los hombres del “Topaz”, atemorizaros, se acabarían lanzando al mar.
Con tan rico botín a bordo del “burla Negra”, Benito Soto Aboal mandó reunir a su tripulación y les planteó retirarse de aquellas ilícitas y sanguinarias actividades para vivir cómodamente de los tesoros allí presentes. Su plan consistía en poner rumbo a la ría de Pontevedra y, una vez alcanzado el puerto, contarían con la ayuda de su tío para desembarcar el botín obtenido, haciéndolo pasar por mercancías y objetos de contrabando. La idea de su capitán pareció calar en la excitada tripulación y éste ordenó poner rumbo a las costas gallegas. En su camino y, estando a la altura de las islas Canarias, la tripulación avistaron otro barco con bandera inglesa, la bricbarca “Sumburg”, cuyo destino parecía ser la isla de Santo Tomás. No lo dudaron y el asalto sobre el buque tuvo éxito, al igual que en los casos anteriores, haciéndose con un cargamento de monedas, víveres, vino, y algunos enseres personales de la tripulación como ropajes y relojes.
Tras el nuevo golpe, el “Burla Negra” había captado la atención de demasiadas miradas, por lo que la tripulación vuelve a cambiar los colores del barco (se sabe que varió entre el negro, el rojo y el amarillo) para atracar en las Azores y, posteriormente, poder poner rumbo a Galicia.
El 2 de abril el “Ermelinda” se cruzó en su camino procedente de Río de Janeiro y con destino al puerto de Oporto. Sufrió un destino similar a los barcos anteriores pues nada podía hacer ante una tripulación ya experimentada en el asalto y captura de buques en alta mar.
Cerca de costas gallegas fueron alcanzados por una tormenta de considerables proporciones que soplaba en dirección suroeste y que produjo algunos daños en el “Burla Negra”. La tripulación logró mantener el barco a flote y realizaron, una vez ésta hubiera pasado, las reparaciones pertinentes, pero no sin antes cometer un nuevo asalto. Esta vez su víctima sería el bergantín inglés conocido como “New Prospect”, del cual, además, se surtieron de las velas y otros elementos necesarios para fortalecer y reparar definitivamente el “Burla Negra” tras su paso por la tormenta. Este sería ya el último barco saqueado en dirección a España, una ruta que se saldó con 5 barcos desde que se echaron a la mar en los puertos africanos.
El “Burla Negra”, reparado, pintado y nuevamente bajo la apariencia de “El Defensor de Pedro”, accede hasta Pontevedra a través de la ría, donde descargarían en su puerto las mercancías de mayor valor para su venta, a través de los contactos de su tío tal y como habían planeado. No obstante, lo cierto es que en sus pillajes habían acumulado un número significativo de Letras de Cambio inglesas, valoradas en, aproximadamente, unos 25.000 “Pesos Fuertes” de la época y el capitán pronto mencionó a su tripulación la necesidad de alcanzar el puerto de Gibraltar, enclave británico, para hacerlas efectivas e incluso, la posibilidad de poner a la venta el bergantín en el mismo lugar. La tradición marítima británica convertía aquel enclave, alejado de la Metrópoli, en un buen escaparate para deshacerse del barco con el que habían cometido tantos actos de piratería en tan poco tiempo y, así, repartir todas las ganancias y el capital de las Letras entre su tripulación. Una vez liquidados estos asuntos, podrían volver a Galicia y recibir en Pontevedra el dinero correspondiente a la venta de las mercancías que allí dejaron, minoradas en las comisiones que fueran necesarias para lograr deshacerse de ellas con un buen rédito económico.
El acuerdo fue unánime entre la tripulación y pronto zarparon rumbo a Gibraltar. Aquí se oscurece un poco la historia, pues algunas fuentes mencionan que las verdaderas intenciones del capitán era embarrancar en las costas de Berbería y abandonar allí a parte de su tripulación para poder escapar y repartir los beneficios únicamente con sus más allegados y leales. Lo que sí es cierto es que, la noche del 9 de mayo de 1829, parece que cometen un error de navegación e identifican erróneamente un faro con el de la costa de Tarifa y el capitán ordena encallar el barco en la playa, justo en el momento de la pleamar.
La realidad era que había encallado el barco en la playa de Santa María, cerca de Cádiz y durante la siguiente semana, Benito Soto y su tripulación se dejaron ver con demasiada frecuencia en las calles gaditanas. Su comportamiento y falta de discreción favorecieron a que la población, extrañada por aquellos forasteros y su aparente alegría consumista en los bares y otros puntos de la ciudad, dieran parte a las autoridades, que no dudaron en acercarse a los sospechosos. Con los caudales acumulados lograron sobornar a los guardias, pero lejos de contener su júbilo, prosiguieron con su censurable comportamiento. Las noticias se extendieron hasta la capital del reino y el propio Fernando VII, en un nuevo acto de “pocas miras”, sobre todo teniendo en cuenta que Benito Soto y sus hombres nunca asaltaron ningún barco con bandera española, ordenó su captura y juicio por piratería. Ante esto, las autoridades no dudaron y, esta vez, serían apresados. No obstante, Benito Soto y tres miembros de su tripulación lograron escapar y, el primero de ellos, se embarcaría en el puerto de Cádiz para presentarse, por fin, en Gibraltar.
Finalmente, la fortuna no le acompañó pues, parece ser que varios supervivientes del asalto al “Morning Star” le habían reconocido en Cádiz y las autoridades del peñón ya estaban sobre aviso. Benito Soto Aboal fue capturado a su llegada a Gibraltar, juzgado y condenado a muerte por actos de piratería. De acuerdo a las crónicas de la época, el 25 de enero de 1830 fue conducido a la horca, tras meses encarcelado en el peñón. El reo recorrió el camino desde su lugar de cautiverio hasta el pie de la orca donde ya lo esperaba una gran multitud para presenciar el acto y un ataúd abierto. Vestido totalmente de blanco, Benito Soto reconoció sus actos e introdujo su cabeza en la soga para, antes de dar un rápido y definitivo salto al vacío, exclamar “¡Adeus a todos, a función rematou!” (“¡Adiós a todos, la función ha terminado!”). Así moriría, sin cumplir los 25 años de edad, uno de los últimos piratas del siglo XIX y uno de los más afamados del Atlántico, inspirando la conocida “Canción del Pirata”.
Los “Duros de Cádiz”: El día 2 de junio de 1904 y, tras una fuerte marea que removió el fondo marino de la zona, llevó hasta las playas gaditanas unas 1500 monedas de plata que enloqueció a todo el pueblo. Se cavaron zanjas y todo el mundo se animó a buscar el “tesoro” que, dadas las circunstancias de la época, podía solventar más de un apuro económico. El peso de la totalidad del conjunto no superaba los 50 Kilos de plata, una cantidad que las autoridades no consideraron lo suficientemente importante en aquel momento y que pronto, atribuyeron a los sucesos acontecidos unos 75 años antes en aquella zona, el naufragio del “Burla Negra”. No obstante
¿qué hay de cierto en todo esto? Sabemos que estos duros se fecharon, de acuerdo a la información procedente de aquella época y los medios de comunicación escritos que cubrieron la noticia, entre 1752 y 1755, de tipo “columnas” o “columnarios”. Las andanzas de Benito de Soto y su tripulación, a bordo del “Burla Negra”" habían sido posteriores, en 1828, y de los restos del pecio se obtuvieron monedas de 4 y 8 Reales acuñados a nombre de Carlos IV (como la que adjunta esta descripción, adquirida con su correspondiente “COA”) y de Fernando VII, donde se incluye también ejemplares el denominado “busto imaginario”. Esto es lógico y coincide con el periodo en el que transcurrieron los hechos, además de ser, de acuerdo a documentación de época y hechos probados, las monedas propias que se utilizaban en España y que corrían por sus puertos.
¿De dónde proceden estos “columnarios” de las playas de Cádiz? Algunos dice que proceden del “Morning Star” e, incluso, que la tripulación las ocultó deliberadamente para, posteriormente, volver a buscarlas. A mi juicio, simplemente no se sostiene y tenemos que centrarnos en los hechos que sí conocemos, pues realmente no se tiene constancia documental que vincule a los famosos “Duro de Cádiz” con el “Burla Negra” más allá de la cultura popular y de de cuestiones meramente circunstanciales. Muy posiblemente, su procedencia sea otra, uno de los cientos de pecios que descansan en las aguas próximas a Andalucía o la ocultación por parte de náufragos o incluso piratas. Únicamente, por el momento, podemos dar por ciertos aquellos que fueron extraídos directamente de los restos del “Burla Negra” (que no han sido tantos), pero lo que sí que podemos agradecerle a esos duros es la rica cultura que nos han brindado hasta nuestros días, algo que es, sin duda, más valioso que el dinero en sí mismo.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.