La base de los puentes romanos era el arco de medio punto, es decir, arcos de media circunferencia, sistema de construcción que heredaron de los etruscos y que desarrollaron y perfeccionaron.
El éxito de la construcción de un arco reside en saber mantener el equilibrio de fuerzas y pesos de las piedras que lo forman; en concreto, un arco lo que hace es desviar el peso y la fuerza de las piedras de encima hacia los laterales; para ello, es necesario contar con buenos cimientos, buenos contrafuertes o estribos que contengan la fuerza y el peso del arco, un centrado exacto y un perfecto ajuste de las dovelas –piedras en forma de cuña que componen el arco. Una dificultad añadida para los constructores de puentes era el peso que suponía el hecho de que por encima del puente pasara una calzada. Para levantar un arco era necesario crear un armazón de madera que sujetara provisionalmente la estructura hasta que se colocaban todas las dovelas del arco; entonces se desarmaba el armazón y el arco reposaba sobre sus contrafuertes.
Su fortaleza es patente puesto que muchos de aquellos puentes romanos se han utilizado hasta nuestro días.
Conmemorativo de la construcción del famoso puente sobre el Danubio en Droboeta, obra de Apolodoro de Damasco, reduciendo los veinte pilones a un solo arco. Por primera vez se conmemora la erección de un monumento fuera de Roma. Figura una barca y la cadena para cerrar el curso del río. As de Trajano. 103-111 d.C.
Puente con barco debajo. As de Septimio Severo. Roma 208 d.C.
Estatua ecuestre apoyada en una lanza, encima de un puente entre cuyos arcos se lee LEP. Recuerda el famoso puente Sublicio, construido en madera por Anco Marcio, y que más tarde mandó reconstruir en piedra uno de los miembros de la familia Aemilia. Dicho puente se llamó después el puente de Emilio. Denario de Manio Aemilio Lépido (Familia Aemilia). Roma 109 a.C.