Sexto rey de Portugal, hijo de D. Afonso III y D. Beatriz de Castela, nació el 9 de octubre de 1261 y murió en 1325. Fue aclamado rey en Lisboa en 1279, habiendo gobernado durante 46 años.
En 1282 contrajo matrimonio con D. Isabel de Aragão (Reina Santa Isabel); la reina también tendría un papel importante a lo largo de este reinado, no solo por sus acciones caritativas sino, sobre todo, por su actuación junto al rey en política exterior, y entre él y su hijo en las luchas entre ellos.
Fue el primer rey en no tener que preocuparse por la expansión territorial. Buscó luchar contra privilegios que, de alguna manera, estaban en contra de su autoridad. En 1282 estableció que todas las apelaciones de cualquier juez solo podían hacerse ante el rey. Apeló a las investigaciones en 1284, y hubo otras durante su reinado. Buscó un acuerdo con la Iglesia, acuerdo que se establecería por concordata en 1290. Prohibió a las Órdenes y al clero adquirir bienes inmuebles, pero también buscó defender a la Iglesia de los abusos resultantes del sistema de mecenazgo. Apoyó a los caballeros de la Orden de Sant'Iago cuando se separaron de su maestro castellano, y salvó el de los Templarios en Portugal, dándole una nueva existencia bajo el nombre de Orden de Cristo.
Entró en guerra con Castilla en 1295, que sólo culminó con el Tratado de Alcañises, redactado en la villa castellana del mismo nombre el 12 de septiembre de 1297. Este tratado preveía cuarenta años de paz, amistad y defensa mutuas. Las fronteras también se estabilizaron en áreas neurálgicas como Beira y Alentejo, con la excepción de pequeñas áreas que pronto pasarían a formar parte del reino.
Desarrolló las ferias, creando las llamadas ferias gratuitas al otorgar diversos privilegios y exenciones a varios pueblos. Exportaciones protegidas a puertos en Flandes, Inglaterra y Francia; en 1308 firmó un tratado comercial con el rey de Inglaterra e instituyó definitivamente la marina portuguesa.
Sin embargo, fue la agricultura lo que más le interesó (de ahí su apodo, "el Tiller"). Se buscó interesar a toda la población en la exploración de tierras, facilitando su distribución. En Entre Douro e Minho dividió la tierra en parejas, llegando cada pareja más tarde para dar lugar a un asentamiento.
En Trás-os-Montes el rey adoptó un régimen colectivista; las tierras fueron entregadas a un grupo que compartía los cargos entre ellos, ciertos servicios y construcciones eran comunales, como el horno de pan, el molino y la guardería. En Extremadura, la forma de asentamiento predominante era la basada en el impuesto sobre la tierra; también se utilizaron otros tipos de divisiones, como la asociación.
Él mismo poeta, D. Dinis también dio un gran impulso a la cultura. Ordenó el uso exclusivo de la lengua portuguesa en los documentos oficiales. En Lisboa, en 1290, fundó un Estudio General (Universidad) en el que se enseñaron inmediatamente las Artes, el Derecho Civil, el Derecho Canónico y la Medicina. Hizo traducir importantes obras, habiendo sido su Corte uno de los mayores centros literarios de la Península.