¿Se puede demostrar un porcentaje razonable de pérdida de masa por desgaste en la moneda? Lógicamente, me refiero a un BC en adelante en acuñaciones mecanizadas, o sea, desde las acuñaciones a volante del siglo XVIII, para que una moneda pueda seguir circulando por su valor, al poder reconocerse razonablemente los sellos.
No entro en acuñación a martillo, porque la variabilidad sería enorme. ¿Existe alguna estadística, algún estudio, que refleje este hecho? ¿Cuál es el límite para dar por buena una moneda (fuera de las tolerancias legales de cada módulo, que siempre están referidas a la pieza recién acuñada)?