En la mitología griega fue un sátiro que encontró la flauta (tipo aulos de flauta doble) que previamente había creado la diosa Athenea (la Minerva romana) y que había arrojado lejos de sí, porque al tocarla vió que se le hinchaban los mofletes y se burlaron de ella los demás dioses.
Marsyas retó a Apolo a una competición musical para ver quien era el vencedor. Los jueces fueron unas diosas y Marsyas sopló su instrumento de una forma prodigiosa, y Apolo tocó su lira, pero, al tener la boca libre tammbién cantó al compás de armoniosas notas. Ganó Apolo, pero este, celoso por que creía que el que mejor tocaba era Marsyas lo persiguió hasta darle alcance en una cueva situada en un lugar llamado Calaenae. Allí le cortó la piel al sátiro y con la sangre derramada de éste nació el río de su nombre: Marsyas.
Los sátiros eran divinidades de los bosques y de las montañas. También eran conocidos con el nombre se silvanos. Tenían los pies de cabra y habitaban en los bosques.
Pertenecían al cortejo de Dionisio. Eran alegres, alocados y maliciosos. Participaban de todas sus fiestas bailando y bebiendo hasta emborracharse.
Las Ninfas estaban en alerta continua para escapar de ellos, pues estos las perseguían ya que nunca estaban lo suficientemente satisfechos sexualmente. Los pastores les temían y les ofrecían las primeras crías de su rebaño.
El sátiro Marsias o Marsyas desnudo y estante, con cola y coturnos, de frente y mirando hacia la izquierda, porta un odre de vino sobre sus espalda y levanta hacia el cielo la mano derecha. Detrás de el, columna coronada por una figura vestida (posiblemente Minerva o mejor, la estatua del propio Marsias, que estaba colocada en el foro). Denario del Magistrado Lucius Marcius Censorinus (Familia Marcia). Roma 82 a.C.