Cuando cayó Alemania, sus líderes fascistas trataron de ocultar 7.5 mil millones de dólares en oro y multitud de obras de arte robadas de incalculable valor. Nunca se recuperó la mayor parte del botín, aunque, sorprendentemente, una parte fue hallada en 1990, en un pequeño pueblo de Texas.
"!Bombas en camino! !Compuertas cerradas! !Vámonos de aquí!", gritó el joven piloto de un bombardero de EUA e1 3 de febrero de 1945, cuando 950 aviones soltaron 2.265 toneladas de explosivos sobre Berlín, capital de la Alemania nazi. Este bombardeo, el mayor de la Segunda Guerra Mundial, cobró 2.000 víctimas, dejó a 120.000 personas sin hogar y destruyó distritos completos. Los edificios de gobierno, incluyendo el cuartel general de Hitler, fueron derribados o severamente dañados.
En ese sábado, 5.000 empleados del principal banco nazi, el monumental Reichsbank, se refugiaban en el sótano mientras 21 rondas de cargas explosivas demolían el edificio. Al terminar el bombardeo, sobrevivieron los empleados del Reichsbank y su mundialmente famoso presidente, el Dr. Walther Funk, pero la devastación del núcleo financiero de la nación guerrera desencadenó una extraña serie de eventos que produciría uno de los más intrigantes misterios históricos sin resolver.
Era de suponer que el tesoro alemán sería guardado durante el avance de los Aliados. Pero la realidad es que codiciosos oficiales trataron de tomarlo para ellos, ocultando dinero y lingotes tan minuciosamente, que nunca fue hallado.
Las bóvedas del Reichsbank contenían la mayor parte de las reservas de oro de la Alemania nazi, estimadas en 7.5 mil millones de dólares actuales y 1.5 mil millones en oro italiano.
Un escondrijo de millones Al Dr. Funk le bastó con ver las llamas y escombros. Decidió enviar a sus funcionarios a otros pueblos para administrar desde ahí el Reichsbank y ordenó ocultar oro y reservas monetarias en una mina de potasio 300 km al suroeste de Berlín. La aislada mina Kaiseroda, a 50 km del poblado más cercano, ofrecía un escondite a 800 m de profundidad. Sus 50 km de túneles contaban con cinco entradas. La transferencia secreta de las reservas
nazis, unas 100 toneladas de oro y 1.000 bolsas de marcos en billetes, requirió de 13 vagones de tren. Pero, siete semanas después, la 3a. Armada de EUA, bajo el mando del general George S. Patton, avanzó hacia el área. Increíblemente, las Pascuas impidieron movilizar trenes para rescatar el oro, pero representantes del Reichsbank pudieron sacar 450 bolsas de billetes.