Las redes sociales ya son un paso de gigante para la orwelización de la sociedad. Pero ha sido un poco diferente, no hay un líder tiránico que exige nuestros datos, sino que es la gente la que los da alegremente y la que está deseosa de compartir hasta la última intimidad. El que quede consignado electrónicamente hasta el último céntimo que se gasta (información preciosísima para los que ofrecen "publicidad personalizada", lo mismo que ocurre con las búsquedas en google o en Amazon) es otro rasgo más de la hiperconectividad y el exceso de información. La gente acabará aceptando como normal que ninguna transacción sea anónima.
Recomiendo a quien no los haya visto los capítulos de la serie Black Mirror. Muy inquietantes, un poco exagerados algunos pero dan qué pensar.
Por cierto, no soy ni conspiranoico ni supersticioso, pero me parece una deliciosa ironía que Mark Zuckerberg naciera en 1984...