8 reales 1833. República Peruana. Lima. Resellos F.7º y chinos

Os presento esta peculiar moneda. La presentación se estructurará por partes: moneda base, resellos e hipótesis de circulación.

Moneda base

Se trata de 8 reales acuñados por la República Peruana en 1833 en la ceca de Lima (Perú). Hacía apenas unos años que esta Casa de la Moneda había acuñado la última moneda a nombre de un Rey Español, por lo que se trata de una de las primeras piezas del Perú independiente.

Este tipo de monedas se conocen en la numismática peruana como “Libertad Parada”.

En el anverso se muestra el escudo que otorgó Simón Bolívar, el 12 de diciembre de 1824, al Perú. Alrededor del mismo se lee la leyenda: REPÚBLICA PERUANA y las marcas de ceca (monograma LIMAE), valor (8R) y ensayadores (MM). Salvando las distancias entre las monedas españolas acuñadas en Lima y éstas, la distribución de las leyendas es, prácticamente, la misma.

En el reverso podemos ver una figura femenina, de cuerpo entero, con los atributos alegóricos de la República, en cuyo broquel o escudo se puede leer en tres líneas la palabra LIBERTAD. En torno a ella se lee el hoy casi olvidado lema de la patria peruana: FIRME Y FELIZ POR LA UNIÓN. Esta particular leyenda fue establecida por Decreto del Consejo de Gobierno del 28 de mayo de 1825.

Como curiosidad de esta moneda, los cuños de anverso y reverso golpearon en vacío tiempo antes de la acuñación de esta pieza. Por consiguiente, puede verse como parte de las leyendas del anverso se han transferido al reverso. Se observa muy bien en la palabra FIRME.

Resellos:

La moneda porta dos tipos de resellos: español y chino.

Históricamente, las Islas Filipinas se nutrían, principalmente, de monedas procedentes del Virreinato de Nueva España. Pero tras las emancipaciones americanas, Filipinas quedó en una difícil situación de carestía de numerario. España, la metrópoli, no podía surtir al archipiélago de la tan necesaria moneda circulante, al estar en una penosa situación. Recuérdese que en las postrimerías del reinado fernandino e inicios del isabelino, en la península circulaba mayoritariamente numerario francés ante la carestía de moneda patria.

Los comerciantes, banqueros, propietarios y hombres de negocios asentados en las Filipinas comenzaron a introducir en las Islas moneda procedente de las nacientes repúblicas americanas. Esto causó alarma al Gobernador, ya que España no reconocía la independencia de los bisoños países hispanoamericanos y, por tanto, su moneda no debía ser aceptada. Además de que en las mismas se portaban mensajes de Libertad, redención, republicanismo… que era dañino para los intereses españoles en las colonias que todavía le quedaban en ultramar. Sin embargo, el oro es el oro, la plata es la plata y, por consiguiente, el dinero bueno no entiende de fronteras.

A España y a las Autoridades de la Isla, ante la presión de los capitales y la necesidad de circulante, no le quedó otra que en 1828 aceptar este tipo monedas, pero con reservas, es decir, había que autentificarlas. Como comenta Herrera sobre el origen de los resellos filipinos, había que dar fe de la bondad de la “ley y peso de las mismas por considerar el país de procedencia en estado anárquico, y con el fin de evitar la escasez de numerario de que estaban amenazados, dada la importante extracción que se hacía para China y otros puntos, por estos motivos se estableció el resello.”

En un primer momento, en 1828, se ordenó estampar un elaborado resello y borrar las partes de la leyenda alusivas a independencia, libertad, etc. Esta contramarca pronto se dejó de hacer debido a su coste y el tiempo de producción que ocasionaba. Así pues, en 1832 se acordó una medida más práctica, que es la presente en la moneda. Se corresponde con la dictada por el Bando del Superior Gobierno, de 27 de Octubre de 1832, del Capitán General de Filipinas D. Pascual Enrile y Alcedo. El nuevo resello “está compuesto de un pequeño óvalo, y en su centro la corona real con la cifra siguiente: Fº.7.º, los cuales deberán servir también para la moneda española procedente de China que venga desfigurada con signos chinicos”. Como comenta Herrera: “La moneda española procedente de la China, resellada con sellos chinicos, también debía marcarse con estos punzones, sin duda para garantizar su legitimidad, por la gran cantidad de falsificaciones que, procedentes de Birmingham, circulaba por aquel país”.

De acuerdo con la estupenda página de nuestros amigos de chopmarks.com, el resello F.7.º presente en esta moneda data de 1834, ya que se corresponde con el tipo 1834 5-4-1 C. El resello a nombre de Fernando VII es, por consiguiente, póstumo, ya que el monarca había fallecido en septiembre de 1833.

Con respecto a los resellos chinos, ya se sabe que servían para autentificar las monedas de plata. Conviene recordar lo que comentan en chopmarks: “todo comerciante, compañía o entidad comercial que pretendiera establecer intercambios comerciales con China, debía de proveerse de estas monedas para realizar sus pagos en aquel país, convirtiéndose el real de a ocho español en nuestro principal producto de exportación, al constituir el único medio de cambio admitido en el comercio internacional, siendo China el principal mercado de este producto que adquiría un valor extra, cotizándose normalmente un 30% por encima de su valor intrínseco y llegando, en ciertas circunstancias a alcanzar una supervaloración del 80%”. “La moneda española circuló en China hasta el año 1900, manteniéndose en la economía de este país por más de dos siglos y medio. Contribuyendo al progresivo desarrollo del comercio, la industria y las artes de China”.

Tras la emancipación de las colonias, los 8 reales españoles serían paulatinamente sustituidos por los de las nacientes repúblicas americanas.

Hipótesis de circulación

Expuesto lo anterior, veamos el posible recorrido que pudo haber hecho la moneda, haciendo una factible deducción a partir de las fechas y resellos.

La moneda fue acuñada en 1833 en Lima. En 1834 pasó a las Islas Filipinas donde fue resellada por las Autoridades Españolas. Unos años más tarde, fue resellada en China, probablemente, durante las Guerras del Opio, ya que los caracteres chinos grandes son propios de esta época. Además, se sabe que los resellos de mayor tamaño, como los expuestos en la moneda, fueron realizados por un ente económico chino de cierto calado, es decir, por una Tesorería, Banquero importante o comerciante reconocido. Es razonable pensar esto, ya que aunque la moneda haya sido verificada por España, China era muy conservadora y reacia a los cambios, por lo que la moneda original, procedente de una país emergente como era la República Peruana, debió ser testada por una Autoridad china competente y de cierto prestigio socio-económico.

Además, al portar apenas tres resellos, es posible pensar que no pasó demasiado tiempo en China. Quizás la moneda recalase en las Islas Marianas, dependientes de Filipinas, donde se supone que llegaron muchas de estas monedas que portan resellos chinos y españoles al mismo tiempo. O incluso también podemos elaborar la teoría de que fuese resellada por España en las Islas Marianas y no en Filipinas, y que posteriormente viajase a China. Quien sabe, es complejo aseverar. El investigador y articulista numismática Cano Borrego afirma en su artículo “La moneda española en las Islas Marianas”: “En las mismas (Islas Marianas), como en Filipinas, se comenzaron a utilizar resellos para las monedas emitidas por las nuevas repúblicas hispanoamericanas […], con las letras “F.7” y, posteriormente, con “Y-II”. Estos resellos fueron más comunes en los reales de a ocho, y como afirma Patacsil, es muy habitual que los mismas porten asimismo resellos chinos”.

Sea como fuese, estas monedas fueron retiradas de la circulación por parte de España en 1861, ya que desde esa fecha las posesiones españolas de Asia comenzarían a nutrirse de la naciente Casa de la Moneda de Manila. Era la adecuación a los nuevos tiempos y necesidades. Una nueva situación de la economía española. Atrás quedaban ya para España los tiempos de los reales de a ocho.