La Real Academia de historia, en un catálogo de antigüedades medievales de Jorge Eiroa los describe como dedales de guarnicionero, pertenecientes al siglo X-XIII:
en el expone:
Comentario: A pesar de que este tipo de dedales, asociados
tradicionalmente a contextos arqueológicos
andalusíes (es frecuente la decoración del friso
de la base con alguna invocación en caracteres
cúfi cos), han sido en alguna ocasión interpretados
como elementos empleados para proteger los dedos
de los daños causados por el empleo de armas
ligeras, como arcos o ballestas (Riu Riu, 1977:
481-482), parece fuera de dudas que su fi nalidad
esencial es la de proteger los dedos en la tarea de
coser. Por norma general, estos dedales de costura
son elaborados en bronce mediante la técnica de
la cera perdida. Zozaya estableció una diferenciación
tipológica y funcional (Zozaya, 1992), que
posteriormente ha sido asumida por la mayor parte
de los especialistas, entre los dedales de sastre,
cortos y de cúspide recta o ápice aplanado, como
el ejemplar que comentamos; y los dedales de guarnicionero,
cilíndrico-cónicos, empleados, en virtud
de su mayor peso, grosor y profundidad del punteado,
por talabarteros, alabarderos y alpargateros
para el trabajo de fi bras vegetales como el esparto
o el mimbre, tipo este último en el que debemos
encuadrar el resto de los ejemplares conservados en
la Real Academia de la Historia (las piezas con los
números 59, 60, 61 y 62 del presente Catálogo).
Respecto a la cronología de este tipo de útiles,
nada parece seguro y es muy difícil establecer
una datación precisa, dado que se desconoce la
procedencia de la mayor parte de los ejemplares
conservados en los museos arqueológicos peninsulares
y son muy escasos los que provienen
de contextos arqueológicos. Conocemos distintos
ejemplares, como los de Medina Elvira (Granada)
o El Sambo (Novelda), fechados en los primeros
1888: 13, 21, 177-178) y otros dedales, como el
del Castellar (Alicante) o los del castillo de Tirieza
(Murcia) que han sido adscritos a contextos arqueológicos
bajomedievales (Holmes, 1993: 5; Eiroa
Rodríguez, 2004b); no obstante, la mayor parte de
los especialistas se inclinan por datar este tipo de
dedales entre los siglos X y XII: Zozaya fechó en
el siglo X unos dedales del Museo Arqueológico
Nacional (Zozaya, 1992) y Ángela Franco Mata
propuso una cronología similar (siglos X y XI) para
diecinueve de los veinte dedales de sastre y guarnicionero,
posiblemente cordobeses en su mayoría,
procedentes de la misma institución que estudió un
año después (Franco Mata, 1993 b: 83-88; 1995 b);
en el mismo espacio cronológico se ha situado un
lote de dedales cordobeses (Córdoba de la Llave,
Hérnandez Iñigo, 1993; Zozaya 2000 c; Godoy
Delgado, 2001), en consonancia con ejemplos ya
mencionados y con otros ejemplares del Albert
and Victoria Museum de Londres (Holmes, 1985:
20); además, los dedales del Castillo de la Torre
Grossa y Calatrava la Vieja han sido datados en el
siglo XIII (Azuar, 1985: 106-112; Zozaya, 1995 d)
y los de Mértola, en el siglo XII (Torres, Alves de
Silva, 1989: 55).
En cuanto a su procedencia, tal y como atestiguan
los dedales mencionados o los numerosos
ejemplares conservados en los museos arqueológicos
de Sevilla, Córdoba, Granada, Almería, Murcia
o Alicante (Franco Mata, 1993 b: 81-82) la mayor
parte de los ejemplares provienen de Andalucía y
el Sureste peninsular, lugares en los que se desarrolló
enormemente la artesanía textil relacionada
con la manipulación de fi bras vegetales (el lino,
la seda o, muy especialmente, el esparto). Por lo
tanto, es probable que los ejemplares de la Real
Academia de la Historia provengan de esta misma
área geográfi ca
en lo que yo no estoy de acuerdo es en su procedencia...he visto dedales de este tipo en otros lugares de España-