Las lápidas de los bebés de León en la antigüedad.
Estela vadiniense Maisontine.
La imagen parcial de la estela, en el Museo de León, muestra con claridad los signos.
Se ha efectuado la transcripción, acostumbrada en éstas piezas, así como su transliteración en hebreo moderno. Se lamenta que los museos españoles pretendan hacernos pasar churras por merinas, ya que en la web del Museo de León se pretende explicar la leyenda en latín, con adendas del todo rebuscadas, inventadas, artificiosas y denigratorias para la gramática latina y para la epigrafía hebrea española.
Bien podrían gastar su esfuerzo y dinero en otra cosa diferente y dejar de ocultar la lengua hebrea como modernos inquisidores resucitados de entre la españa más negra.
Está claro que los documentos se deben transcribir fielmente, pero no lo és menos que se deben transliterar a su lengua correspondiente y dejar de engañar al común de los mortales.
He elaborado un pequeño cuadro comparativo entre el alefato fenicio y el romano (hebreo internacional), para que se comprueben los valores del signario hebreo del imperio romano en occidente.
El encabezamiento "qof-mem-mem-tet", sin interpuntuación alguna "qmmt", de forma que leemos [qomemiyyut], en posición erguida. Esta epigrafía puede indicar que se trata de una estela funeraria, cuyo destino era mantenerse erguida a pesar del tiempo, sin ser incrustada en ninguna muralla o menoscabada, o falsificada o ignorada o confundida, oculta de la mirada y del entendimiento. La escritura con final tet puede indicar un error ortográfico o asimilación sonora tet>tau; pero crea un legendum [qumi mattah], erigida por la ciudad.
La primera línea [nipásar daqah nigamah yillod]
Leemos [nipásar], ser interpretado, explicado o dilucidado.y junto a [daq] por [dqdq], con precisión, en detalle. La referencia al [yillod], nacido, niño, se puede vocalizar también [yéled], hijo, niño, criatura, o [yaldah], niña, joven. La frase puede precisar la causa de lo sucedido, se ha atragantado [nigamah] al ingerir alguna cosa.
La segunda frase [sek sa dagan sod lasa]
El legendum [sek], espina, a pesar de que está escrito con qof, no kaf; es evidente al mencionar [dagan], trigo, cereal, grano, para referirse al las espigas. No creo que debamos leer [dagah], pez, pescado(s) o pesca, ya que la nun final nos crearía un problema.
Si leemos [sadeh], campo, terreno silvestre o salvaje, puede aplicarse a la especie de trigo, pero mejor leer [sod], por desastre, tragedia, y el verbal [yasa], por crear, provocar en éste caso la tragedia.
La tercera [nidim sod minein ta peh] ]
Debe ser [nid], movimiento, balanceo quizá, como gesto de duelo. También podría estar por [nidah], impureza, referido no al trigo propiamente, sino a la paja. Leyendo [minein], de donde se deduce, estaría explicando que la causa del ahogo ha sido la gluma de la espiga, como si de un dictámen forense se tratase.
La cuarta y última [jayah jazaq maqapadah yapah yipáh]
Leemos [jazaq], con qof, a pesar de figurar con kaf, por ser un término masorético; ser fuerte, consolidarse, sostenerse o persistir tiene valor vulgar por mantenerse erguida la lápida, pero también como deseo de persistir de la comunidad y perseverar tras el pesar de la muerte el difunto, sé fuerte, como ésta piedra, que nosotros también seremos fuertes, nos mantendremos de pié.
En realidad, el pessut permite otras lecturas "jwj_gk, se podría entender por [jóaj], espina, zarza, leyendo [guk], en su interior, pero encierra un enigma, leyendo [jayah] por vivir, revivir. Podría ser un deseo de que perdure la piedra, pero no deja de ser una especie de perdurar en la estela el recuerdo del pequeño.
Leemos [qapadah] cerrar, pero podríamos derivar de [qepadah], terror. Creo que se debe entender como una llamada a que no tenga miedo la criatura, por estar encerrada, enterrada,. Después se alude al brillo del adorno, para mencionar al caballo, quizá como juguete o animal de compañía en vida del pequeño; pero metafóricamente se puede referir a la belleza de la criatura en vida.
La lectura de la pieza permite considerar los cuidados de los niños en la antigüedad y cómo en ocasiones, quizá en un descuido de los padres, éste niño hispano-romano se tragó una gluma de espiga, acostumbrado como estaba a darle de comer a su caballo y se atragantó y se ahogó, con gran pena de sus familiares y vecinos, hispano-romanos y hebreos todos ellos, de León.
Este sacrilegio que se viene cometiendo en la antigua Iglesia de San Marcos, hoy Museo, con las estelas de las criaturas, debería tener un final acorde con la razón y el respeto al merecido descanso de los difuntos.
Lamento el tono del escrito, cabreado en ocasiones, por la situación de los bebés. He enviado varias notas de queja al Museo de León y a Patrimonio de Alava, comparando lo sucedido en Iruña Veleia, pero a decir verdad, no espero que modifiquen su estrategia.