Buenas a todos, hoy les presento mi última adquisición, un
cuadrante de Claudio.
Me resulta una moneda muy interesante por ser también una pieza vinculada con el Cristianismo.
San Pablo:Saulo, nace entre el año 5 d. C. y el 10 d. C. como un judío en Tarso
de Cilicia (Hechos 22:3; Fil. 3:5) y es un ciudadano romano por primogenitura (Hechos 22:28).
En el año 35 Saulo aparece como un recto joven fariseo, fanáticamente dispuesto contra los cristianos. Creía que la nueva secta era una amenaza para el judaísmo por lo que debía ser eliminada y sus seguidores castigados. Se nos dice en los Hechos
de los Apóstoles que Saulo estuvo presente aprobando cuando San Esteban, el primer mártir, fue apedreado y muerto. Fue poco después que experimentó la revelación que iba a transformar su vida. Mientras iba a la ciudad
de Damasco para continuar su persecución contra los cristianos, Jesucristo se le apareció y tirándolo por suelo le pregunta: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hechos 9,4). Por la luz sobrenatural quedó ciego y se entregó totalmente: -"Señor, ¿qué quieres que haga?. Jesús le pide un profundo acto
de humildad ya que se debía someter a quienes antes perseguía: -"vete donde Ananías y él te lo dirá". Después
de su llegada a Damasco, siguió con dramática secuencia su repentina conversión, la sanación
de su ceguera por el discípulo Ananías y su bautismo. Saulo aceptó ávidamente la misión
de predicar el Evangelio
de Cristo, pero como todos los santos, vio su indignidad y se apartó del mundo para pasar tres años en meditación y oración antes
de iniciar su apostolado. Jesucristo lo constituyó Apóstol
de una manera especial, sin haber convivido con El. Es pues el último apóstol constituido. "Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo." (I Corintios 15:8 ).
Desde entonces era un hombre verdaderamente nuevo y totalmente movido por el Espíritu Santo para anunciar el Evangelio con poder. Saulo desde ahora se llamará con el nombre romano: Pablo. El por su parte nunca descansó
de sus labores. Predicación, escritos y fundaciones
de iglesias, sus largos y múltiples viajes por tierra y mar (al menos cuatro viajes apostólicos), tan repletos
de aventuras, podrán ser seguidos por cualquiera que lea cuidadosamente las cartas del Nuevo Testamento. No podemos estar seguros si las cartas y evidencia que han llegado hasta nosotros contienen todas las actividades
de San Pablo. Él mismo nos dice que fue apedreado, azotado, naufragó tres veces, aguantó hambre y sed, noches sin descanso, peligros y dificultades. Fue preso y, además
de estas pruebas físicas, sufrió muchos desacuerdos y casi constantes conflictos los cuales soportó con gran entusiasmo por Cristo, por las muchas y dispersas comunidades cristianas.
El fin
de San Pablo era lograr que toda la gente conozca la verdad, es decir que se convierta al Cristianismo, por eso toma una decisión importantísima, viajar a Roma, pues si el anuncio kerigmático alcanzaba Roma, era prácticamente como alcanzar al mundo entero, esto se debe al enorme poder e inmensidad
de Roma por aquel entonces.
Pero el precio
de este viaje, terminó siendo su vida (una vida dada totalmente a Dios), en el año 66 tras su segunda cadena perpetua muere, como mártir, decapitado bajo el emperador Nerón.
El decreto de Nazaret:En 1879, una rara pieza
de mármol cubierta
de caracteres escritos entró en el Cabinet des Médailles
de París, esta pieza formaba parte
de la colección Froehner y el único dato acerca
de su origen es la nota que figura en el inventario manuscrito del propio Froehmer donde se la calificaba como “Dalle
de marbre envoyée
de Nazareth en 1878”. Se trataba, entonces,
de una pieza enviada desde Nazaret.
La inscripción estaba en griego -aunque cabe la posibilidad
de que se escribiera en latín originalmente- y lleva el encabezamiento
de “Diátagma Kaísaros”, es decir, “decreto
de César” en lengua griega. Su texto era, traducido al español, el siguiente:
“Es mi deseo que los sepulcros y las tumbas que han sido erigidos como memorial solemne de antepasados o hijos o parientes, permanezcan perpetuamente sin ser molestadas. Quede de manifiesto que, en relación con cualquiera que las haya destruido o que haya sacado de alguna forma los cuerpos que allí estaban enterrados o los haya llevado con ánimo de engañar a otro lugar, cometiendo así un crimen contra los enterrados allí, o haya quitado las losas u otras piedras, ordeno que, contra la tal persona, sea ejecutada la misma pena en relación con los solemnes memoriales de los hombres que la establecida por respeto a los dioses. Pues mucho más respeto se ha de dar a los que están enterrados. Que nadie los moleste en forma alguna. De otra manera es mi voluntad que se condene a muerte a la tal persona por el crimen de expoliar tumbas.”El emperador Claudio y los cristianosEs posible que el decreto
de Nazaret, decreto por el cual el emperador
Claudio ordenaba castigar a aquellos que profanaban y robaban los cuerpos
de las tumbas, fuera dado específicamente en respuesta a la predicación cristiana
de la Resurrección, y a petición
de los dirigentes judíos, quienes según el Evangelio
de Mateo (18:11-15) desde el primer momento acusaron a los apóstoles
de haber sustraído
de la tumba el cuerpo
de Cristo.
Es significativo que una
de esas placas grabadas con el decreto haya sido encontrada en Nazaret, a la cual se consideraba la patria del Maestro, lo cual a la vez desmiente a aquellos escépticos que afirman que la aldea
de Nazaret surgió siglos después del nacimiento
de Jesús (aunque algunos consideran que no se puede afirmar a ciencia cierta que el objeto fuese hallado en Nazaret, sino que simplemente fue remitido desde allí hacia Francia, en 1878, no habiéndose precisado en qué lugar exactamente fue hallado).
Hay algunas cosas que llaman la atención en ese decreto. Por ejemplo ¿podría un emperador romano hacerse eco
de solicitudes
de ese tipo, más aun tratándose
de judíos? Pues según lo que sabemos
de Claudio, sin duda alguna: los historiadores romanos cuentan que
Claudio era la burla
de la gente, por sus edictos donde hablaba
de todo tipo
de cosas, como los eclipses, la conservación del vino, los remedios contra mordeduras
de víboras. Un emperador que no dejaba escapar detalles mínimos al momento
de redactar edictos.
Pero aparte del “Decreto
de Nazaret” existen otros indicios que nos permiten conjeturar una posible relación entre
Claudio y los cristianos.
“CIERTO CRESTOS” La fecha aproximada del “Decreto
de Nazaret” (no antes del 50 después
de Cristo), coincide al parecer con un incidente interesante relatado por Suetonio en su “Vida
de los Doce Césares”:
“Judaeos impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit” (“Como los judíos se sublevaban continuamente a instigación
de cierto Crestos, (
Claudio) los expulsó
de Roma”). (
Claudio, XXV, 4).
Este testimonio
de Suetonio es conocido tradicionalmente como “Impulsore Chresto”.
Esta expulsión
de los judíos
de Roma, según parece, es la misma relatada en el libro
de Hechos 18, 1-2:
“Después
de estas cosas, Pablo salió
de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido
de Italia con Priscila, su mujer, por cuanto
Claudio había mandado que todos los judíos salieran
de Roma”
En cuanto a la fecha
de este suceso: según los datos del libro
de Hechos, ese encuentro entre Pablo y Aquila no debe ser posterior al año 50 (la cronología del libro
de Hechos es un tema por cierto que debe merecer un tema aparte). El historiador Orosio (VII, 6, 15) afirma que tuvo lugar en el noveno año del reinado
de Claudio, es decir el año 49 d. C. pero al ser Orosio un historiador muy posterior, del siglo V, su dato no podría ser muy confiable. Lo inquietante del asunto es que un suceso como ese no sea mencionado ni por Josefo, ni por Tácito. ¿Se trataría en realidad
de una medida que abarcó solo a una proporción mínima
de judíos indeseables, y que por lo tanto pasó desapercibida para tales historiadores? Pues imposible saberlo ahora.
Otro historiador grecorromano, Dion Casio, en su Historia Romana (LX, 6, 6), sitúa en el año 41 otra medida antijudaica
de Claudio, que se diferencia
de la que relata Suetonio y la Biblia: no se trató
de una expulsión
de judíos
de Roma, sino
de una prohibición
de sus reuniones, pues hubiera sido difícil expulsarlos
de la ciudad sin causar un tumulto. Se calcula que los judíos
de Roma, antes del año 70, bordearían los 20,000.
Sea como fuese, parece que la expulsión no se debió a una causa grave, por lo que fue sin duda revocada muy pronto, y pudieron regresar a Roma. Cuando Pablo visitó Roma hacia el año 61, existía allí una comunidad judía floreciente.
Se ha discutido también si el Crestos (Chrestus) mencionado por Suetonio pueda equivaler a Cristo (Christus), hecho plausible si se tiene en cuenta el fenómeno lingüístico del itacismo, por lo cual la “e” era pronunciada como “i”.
De ser así Suetonio nos estaría dando noticias
de Jesucristo, aunque creyendo equivocadamente que aún vivía en tiempos
de Claudio, lo cual se entiende pues no debería conocer muy bien la génesis del movimiento cristiano: su fuente tal vez eran los rumores
de que en aquel tiempo, el nombre
de Cristo era ya motivo
de disputas dentro
de la comunidad judía, entre judíos ortodoxos y cristianos (recordemos los enfrentamientos entre los dirigentes judíos
de la diáspora y Pablo cuando éste predicaba en las ciudades del mundo grecolatino). Al parecer Suetonio creyó que Cristo era un judío
de nombre griego que causaba alborotos en Roma en tiempos
de Claudio, sin sospechar que en realidad era la “piedra del escándalo” que motivaba las disputas entre judíos y cristianos (éstos últimos aún no eran diferenciados por los romanos, quienes debían verlos entonces como una secta más del judaísmo). En contra
de esta teoría, está el hecho que no existe indicio alguno en la Epístola a los Romanos (que Pablo envía entre los años 57 y 58 )
de que hubiese habido algún conflicto entre judíos y cristianos en Roma, y cuando Pablo visita por primera vez a Roma los líderes judíos manifestaron no conocer personalmente a la secta
de los cristianos, como ellos la denominaban (Hch. 28.22).
Otros especialistas consideran que Suetonio estaba en capacidad
de diferenciar Cristo (título convertido ya en su tiempo en nombre propio
de Jesús y origen del apelativo
de “cristianos”),
de Crestos (un nombre griego
de raíz distinta). El “cierto Crestos”, tal como lo presenta Suetonio, en realidad se trataría
de uno
de los tantos judíos revoltosos
de su tiempo, y que tenía un nombre griego, al igual que muchos otros judíos
de la diáspora; en contra
de esta teoría está el hecho que en los epitafios
de las catacumbas hebreas
de Roma no aparece nunca el nombre
de Crestos. En todo caso no sería un nombre común entre los judíos ¿se trataría entonces
de un pagano incitador
de judíos?
Existen por cierto más teorías: el tal Crestos sería un judío que se autoproclamó como el Mesías o el Cristo en plena capital del imperio (y que Suetonio confundió como nombre propio), pues el mesianismo judío estaba entonces muy en boga, según lo cuenta Josefo. O tal vez sería un líder cristiano
de nombre Cresto, radicado en Roma y posiblemente citado en una
de las epístolas
de Pablo:
“…porque he sido informado acerca
de vosotros, hermanos míos, por los
de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno
de vosotros dice “Yo soy
de Pablo”, “Yo
de Apolos”, “Yo,
de Cefas” o “Yo,
de Cristo”. ¿Acaso está dividido Cristo?” 1 Cor. 1, 11-12.
Según algunos, “Yo,
de Cristo”, debería traducirse: “Yo,
de Cresto” y el texto tendría más sentido, pues un cristiano bien se podría considerar seguidor
de cualquiera
de los maestros aludidos (Pablo, Apolos, Cefas o Pedro), pero todos indistintamente deberían considerar como cabeza a Cristo: no se podría pues mencionarse a Jesús como si fuese la cabeza
de un bando más. Muy interesante también el pasaje, pues nos informa que ya se notaban diferencias y banderías entre los primeros cristianos. Esa primera carta a los corintios fue escrita hacia los años 53-54, pocos años después
de la fecha que tradicionalmente se fija el incidente
de Crestos en Roma, es decir hacia 49-50. Sin embargo, no se puede especular más sobre este posible Cresto cristiano, al no haber más indicios en que basarnos.
CLAUDIO Y LAS REYERTAS ENTRE JUDÍOS Y PAGANOS DE ALEJANDRÍA Sabemos también que desde el comienzo
de su reinado (año 41),
Claudio tuvo que arbitrar en las reyertas sangrientas entre griegos y judíos
de Alejandría. Sucedía que los paganos no respetaban los derechos
de los judíos
de practicar libremente sus costumbres y religión, derechos y privilegios que los judíos habían obtenido del poder político en el transcurso
de los siglos
de convivencia en la ciudad. Y es que los llamados “judíos alejandrinos”, conformaban una colonia muy importante en Alejandría, concentrada en la zona oriental, pero con centros
de cultos en todos los rincones
de la metrópoli (Filón, Legatio ad Gaium, 132). Basta imaginar la magnitud
de la colonia judía, que una sinagoga era tan grande que debía usar banderas para indicar el amén (Talmud Babilónico, Sukkah 51b).
En época del anterior emperador, Calígula, ya habían ocurrido varios choques entre las comunidades judía y pagana
de la ciudad, teniendo su punto álgido en el pogromo del año 38. Calígula, el emperador demente, ni siquiera prestó atención a la embajada
de los judíos alejandrinos que muy respetuosamente fueron a solicitarle audiencia (tal como lo relata Filón el judío, quien formó parte
de dicha embajada). Y peor aún, quiso obligar a los judíos a que le reverenciaran como dios, lo que equivalía a hacerlos abjurar
de su religión ancestral. Todo lo cual es prueba
de que el antijudaísmo estaba muy arraigado por entonces, y no fue un invento
de los cristianos, como algunos ignorantes
de porquería suponen. Con la ascensión
de Claudio, los judíos retomaron el aliento y volvieron a las armas. Dos delegaciones alejandrinas partieron entonces en busca del emperador. En respuesta, el emperador envío una carta a los alejandrinos, invocándoles a ambas partes a tolerarse mutuamente (carta cuyo texto se ha conservado escrito en un rollo
de papiro).
En dicha carta, escrita en octubre del año 41 y que fuera publicada en 1924 (H. I. Bell, Jews and christians in Egypt, 1924)
Claudio empieza diciendo que "aunque estoy muy enojado con los que fomentaron el conflicto, no voy a indagar a fondo sobre quienes fueron los responsables
de la reyerta -debería decir mejor guerra- con los judíos. Pero os voy a decir lo siguiente
de una vez para siempre: si no dejáis
de pelearos unos con otros, me veré obligado a demostraros lo que puede hacer un emperador, aunque benigno, cuando se le presentan buenos motivos para enfadarse". Luego pide a los alejandrinos que no interfieran en las costumbres
de los judíos, pero a éstos, a su vez, les pide no entrometerse en los juegos ni en otros aspectos
de la vida
de la sociedad pagana que los rodeaba, ni tampoco intentasen aumentar su número, invitando a venir a la ciudad a judíos sirios o del resto
de Egipto. Y concluye:"Si no se comportan así, los castigaré como a gente que esparce por todo el mundo una epidemia".
Josefo en sus Antigüedades
de los judíos (XIX, 5, 2-3) también menciona los problemas entre judíos y griegos
de Alejandría y transcribe dos edictos del emperador
Claudio a favor
de los judíos alejandrinos y
de los judíos del mundo, respectivamente, aunque al comparárselas con la carta del año 41 (
de autenticidad comprobada), no parecen ser muy auténticos.
Algunos han querido identificar como cristianos a aquellos “judíos sirios”, que hace referencia la carta
de Claudio como venidos desde Siria para provocar alborotos en Alejandría. Pero nada sabemos con certeza del origen
de la Iglesia alejandrina, como para poder hacer una identificación
de ese tipo. La tradición atribuye la fundación
de la Iglesia
de Alejandría al evangelista Marcos. En el libro
de Hechos se menciona también a un judío alejandrino llamado Apolos, elocuente predicador y “poderoso en las Escrituras” (Hch. 18.24) quien llegaría a convertirse en una importante figura
de la iglesia apostólica. Sin embargo, no tenía un conocimiento muy perfecto sobre el cristianismo (“sólo conocía el bautismo
de Juan”), por lo que debió ser instruido apropiadamente por Priscila y Aquila (la pareja
de judíos expulsados
de Roma y convertidos por Pablo al cristianismo). Esto nos puede hacer pensar que hacia la década del 40-50 el cristianismo aun no había arraigado con la suficiente fuerza en Alejandría y por lo tanto era imposible que el emperador
Claudio aludiera a los cristianos en su carta del año 41. Por lo demás, el espacio
de tiempo entre la crucifixión
de Cristo (33) y el año 41 parece muy corto como para pensar en que ya había una comunidad cristiana densa en Alejandría.
A propósito
de ello, se ha especulado la razón por lo que el cristianismo tardó mucho en producir sus frutos en Alejandría. Sabemos que la intelectualidad judía
de Alejandría estaba muy influida
de la cultura griega – no en vano era la patria del filósofo judío Filón (siglo I), quizás el primer erudito que intentó armonizar las Escrituras Hebreas con la filosofía griega, y el primer exponente importante
de la exégesis alegórica
de la Escritura. Se ha sugerido que el judaísmo alejandrino había filosofado a tal punto sobre la esperanza mesiánica, que el primer período
de la predicación cristiana en la ciudad no tuvo mayor acogida entre los judíos y gentiles en general. Solo algún tiempo después pueden detectarse los primeros frutos
de la evangelización, aunque cuando se analiza el cristianismo primitivo
de Alejandría, es innegable su deuda que tiene con el judaísmo alejandrino. El celo misionero, la exégesis alegórica, la aplicación al comentario bíblico y la pasión por la síntesis intelectual que a veces causa estragos en la doctrina, son comunes a ambos. Y ello no debe estrechar pues sin duda que los primeros conversos fueron individuos formados en el seno
de ese judaísmo tan peculiar
de Alejandría.
EL HAMBRE BAJO EL REINADO DE CLAUDIO El libro
de Hechos (11:28 ) también menciona a
Claudio como el emperador bajo cuyo reinado ocurrió una hambruna que asoló Palestina.
“Por aquellos días bajaron unos profetas
de Jerusalén a Antioquía. Uno
de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierra, la que hubo en tiempo
de Claudio.Los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las posibilidades
de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea. Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio
de Bernabé y
de Saulo”. (Hch. 11: 27-30)
Josefo coincide con el escritor bíblico, pues cuenta cómo Elena, reina
de Adiabene (país al este del Tigris) y madre
de Izates, convertida al judaísmo, llega a Jerusalén justo cuando empieza la hambruna, y manda a varios
de sus hombres a comprar trigo a Alejandría para remediar la apremiante necesidad del momento.
“Su llegada (
de Elena) resultó sumamente provechosa y útil para los habitantes
de Jerusalén. En efecto, como el hambre asolara en aquel preciso momento su ciudad y gran número
de ellos estuvieran a punto
de perecer por falta
de recursos económicos, la reina Elena envió a algunos
de sus hombres, uno a Alejandría a invertir allí grandes sumas
de dinero en la compra
de trigo, y otros a Chipre a traer un cargamento
de higos pasos".(Antigüedades judías XX, 2, 5).
Tácito, Suetonio y Dión Casio mencionan también hambres en el imperio romano durante el reinado
de Claudio. En algunos papiros egipcios desenterrados del desierto, se registra el alto precio que alcanzó el trigo en esa época.
Este suceso, durante la cual la empobrecida iglesia
de Jerusalén sufrió mucho, no se puede fechar con exactitud. Dión Casio la ubica en el segundo año del reinado
de Claudio (42/43 d.C.). Josefo no da una fecha exacta pero sitúa el suceso bajo las gobernaciones
de Fado y Alejandro, los dos procuradores
de Judea que sucedieron al rey Herodes Agripa I, que falleció en el año 44. Aunque el período en que estuvieron en el cargo no se puede fijar con precisión, varias evidencias históricas hacen muy probable que el período
de Alejandro terminara en el 48. Por ello, el hambre debió ocurrir entre el 44 y el 48.
OTRA REFERENCIA MÁS SOBRE CLAUDIO EN EL LIBRO DE HECHOSEn Hechos 17:7, se hace también una referencia a los "decretos
de César" que en este caso se refiere a
Claudio (en ese entonces César era todavía el nombre común
de los emperadores
de la familia Julia, que luego se convertiría en título). La alusión está enmarcada en el relato del alboroto que los judíos
de Tesalónica armaron en contra Pablo, acusándolo ante las autoridades locales
de trastornar el mundo entero afirmando que existe otro rey, Jesús, todo lo cual según ellos, contravenía “los decretos del César”. El emperador
Claudio habría dado una serie
de decretos por los cuales se proponía contener el origen
de las revueltas en las que participaban judíos o sus simpatizantes, esto es, el mesianismo político subversivo. Uno
de aquello dispositivos sería el decreto
de Nazaret.
Sin embargo, sabemos que por entonces los detractores del cristianismo no tuvieron mucho eco ante las autoridades romanas, hecho que se verá más nítidamente en Hch. 18:12-16, cuando se acuse a Pablo ante Galión, el procónsul
de Acaya (hacia el año 51-52). Todavía el cristianismo no había sido puesto fuera
de la ley, por lo que se expandía sin mayor problema por el mundo grecolatino bajo los esfuerzos del apóstol
de los gentiles. El decreto
de Nazaret solo habría respondido a un pedido específico
de la elite judía, pero no obedecería a un plan mayor para contener la expansión del cristianismo. Como decía Galión, las acusaciones
de los judíos hacia los cristianos solo se verían entonces como cuestiones
de nombres y creencias religiosas, que no merecían la atención
de la autoridad romana. Cuando estalló la persecución neroniana (años 64-68 ), la comunidad cristiana
de Roma sería recién lo suficiente numerosa como para acusarla
de un crimen mayor, el incendio
de Roma.
Mi moneda:subefotosimagEmperador:
Claudio I
Denominación:
CuadranteReferencia: RIC Vol I # 90, Cohen # 72, BMC # 182.
Anverso: TI CLAVDIVS CAESAR AVG leyenda escrita alrededor
de modio de tres patas.
Reverso: PON M TR P IMP P P COS II leyenda escrita alrededor
de S C.
Exergo: -
Ceca: Roma
Oficina: -
Datación: 42 d.C.
Diámetro: 17 mm
Peso: 3,1 g
Metal: Bronce
Alto Imperio Romano
Citas bíblicas:Sobre Claudio:Hch. 11, 28
Hch. 18,2
Sobre la denominación (valor) cuadrante:Mt. 5, 25 - 26
Espero no haber aburrido.
Saludos a todos.