Hola a tod@s.
Hoy quiere contarnos algo especial este pieza de mi colección, nada más y nada menos que una entrevista al Marqués de la Ensenada, ya que fue acuñada en el año de su muerte.
Vamos a ver que nos cuenta:
Buenas tardes a todos, soy una moneda de oro de 901 milésimas que fui acuñada en la ceca de Madrid en el año 1781, mido 31 mm. y peso 13,41 gr. En el anverso tengo al busto del rey Carlos III mirando a la dcha. y alrededor tengo la leyenda: CAROL · III · D · G · HISP · ET · IND · R. (Carlos III por la gracia de Dios rey de las Españas y las Indias) Entre puntos la fecha 1781. En el reverso: escudo de armas coronado entre 4 y S rodeado del toisón de oro. Alrededor leyenda: · IN · UTROQ · FELIX · AUSPICE · DEO · (En uno y otro -mundo- felices bajo la mirada de Dios) Marca de ceca: M coronada (Madrid) y ensayador : PJ - Pedro Cano y Juan Bautista Sanfaury.
Os cuento un poco de la vida de Carlos III: Carlos III de Borbón (Madrid, 20 de enero de 1716 – 14 de diciembre de 1788), fue duque de Parma (como Carlos I) entre 1731 y 1735, rey de Nápoles (como Carlos VII) y rey de Sicilia (como Carlos V) de 1734 a 1759 y de España desde 1759 hasta su muerte. Ha recibido como sobrenombres el Político y el Mejor Alcalde de Madrid.
Era el tercer hijo varón de Felipe V, el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fue su hermanastro Fernando VI, quien sucedió a su padre en el trono español. Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Plasencia y Toscana (1731); pero más tarde, al conquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735), pasó a ser rey de aquellos territorios con el nombre de Carlos VII. Contrajo matrimonio en 1737 con María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto II, duque de Sajonia y de Lituania y rey de Polonia.
Un acontecimiento interesante en la época de mi acuñación, fue la muerte del Marqués de la Ensenada, el 2 de Diciembre de 1781 en Medina del Campo. Pude hacerle unas preguntas que os voy a contar:
Como usía podrá comprobar, no todos tienen acceso a mi ilustrísima. No obstante, puesto que también sois un gran mecenas del arte, con la noble ciencia de la numismática, y, por ende, gran ilustrado como mi persona, le concedo unas preguntas.
P: ¿Dónde nació, cómo fue su infancia y juventud?R: Soy natural de un pueblo, de la noble y castellana región de la Rioja, de nombre Hervías. Dios dispuso mi nacimiento para un veinte de abril del año de mil setecientos y dos años, festividad de San Zenón y de ahí mi nombre. Mis padres provenían de familia de hidalgos riojanos, mi padre fue Don Francisco de Somodevilla y mi madre Doña Francisca Bengoechea. Mis años mozos son de corte personal y familiar, así que si usía no tiene inconveniente me los reservo.
P: ¿Como llegó a los cargos que ocupó en la corte?R: No llegaba a los veinte años de edad cuando trabajaba como escribiente para una compañía naviera en Cádiz. Con motivo de la expedición a Ceuta, en el año de mil y setecientos y veinte años, fui reclutado como oficial del Ministerio de Marina por la Grandeza de Don José Patiño y Rosales, Secretario de Estado con Su Majestad el Rey Don Felipe V, que Dios lo tenga en su inmensa gloria.
Desde el dicho año de 1720, fui desempeñando distintos puestos, cada vez de mayor importancia, en el Ministerio de Marina bajo la protección de mi gran amigo Patiño. Todo se lo debo a este hombre, pues sin él no hubiera llegado a donde llegué, fue mi descubridor e hizo máxima la política de la ilustración. Ya no era necesario ascender en la administración por tu apellido o por ser de familia aristocrática sino por la valía como persona competente para desempeñar la función que se te designe. En resumen, ascender por tu preparación y no por tu linaje.
El Reino de las de Españas junto con Francia entró en la Guerra de Sucesión Polaca con el objetivo de recuperar los reinos italianos perdidos en Utrecht a favor de los austríacos. Mi labor en la organización de la escuadra española que reconquistó Nápoles para el infante Carlos, futuro Carlos III, me valió en 1736 el título de Marqués de la Ensenada. Por ello, y aunque S.M. Don Carlos no me trató excesivamente bien cuando reinó, le doy las gracias por tan generosa petición de título nobiliar que le solicitó a su regio padre Felipe para mi merced. La banda roja que luzco en cuadros desde el hombro a la cintura indica mi condición de Marqués.
Tras esta campaña en la que me destaqué por mi valía como hombre de Estado, mi ascenso en la Corte fue imparable, desempeñé en un periodo corto de años los cargos de Secretario del Consejo del Almirantazgo, intendente de Ejército y Marina, secretario de Estado y de Despacho, y Ministro de Hacienda, Marina y Guerra, notario de los Reinos de España, lugarteniente general del Almirantazgo, superintendente de las Rentas de Millones y de Tabacos, y miembro del Consejo de Estado.
En el triste año de mil y setecientos y cuarenta y seis años falleció Su Majestad el Rey Don Felipe V, nuestro señor. Su hijo y sucesor, Don Fernando VI, me confirmó en todos mi cargos y, además, me otorgó la merced de secretario de la Reina, su amada, afable y cultísima esposa.
P: ¿Cómo era su relación con los reyes a los que sirvió?Como usía supondrá, mi relación tuvo que ser buena pues de lo contrario no hubiera sido todo lo que mi merced fue. No todos han servido a tres monarcas, probablemente sea de las únicas personas que ha conseguido tal hazaña. Mi trato con Felipe V fue diplomático, aún me acuerdo de los despachos de Estado que manteníamos por las noches, cuando el Rey hacia en su demencia del día, noche, y de la noche, día. Con Fernando VI, pese a todo, fue una relación de amistad tanto con su regia persona como con su esposa, la Reina. Y con Carlos III, de cortesía, ya no era el Carlos que dejé en años atrás en Nápoles, sino un maduro y competente gobernante con una nueva camarilla de gobierno, nuevos consejeros y mi merced dada la situación en la que me encontraba, poco podía hacer ya.
P: ¿Puede hablarnos de la "gran redada"?R: Me ofende usía con esa pregunta. No le hablaré de eso, pues su señoría, como ilustrado del siglo XXI, no entendería, por principios, ética y valores, aquello que aconteció durante el siglo XVIII. Si no tenéis más preguntas, hemos terminado.
P: ¿Qué acciones destaca usted más importantes al frente de su cargo?R: Veis, esta pregunta ya es más pertinente. Le listaré las más importantes:
- Nuevo modelo de Hacienda con el Catastro.
- Mejora de carreteras nacionales.
- Mejora de navegación fluvial y puertos.
- Creación del Giro Real.
- Comercio con las Indias más liberal.
- Creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
- Mejora del estado de la Real Armada e Infantería.
- Producción de una Armada moderna, potente y fuerte.
- Red de espionaje para copiar y mejorar el diseño de los navíos ingleses en España.
Mi obsesión fue remodelar la Real Armada. La mayoría del dinero que conseguía con las medidas de ahorro y, sobretodo, gracias a los años de paz que acontecieron a lo largo de todo el reinado de Fernando VI, hicieron posible esta remodelación. El estado de la Armada era lamentable, las cuantiosas guerras del pasado dejaron a los Reinos de España sin una flota capaz de hacer frente a las potencias del momento y más, hacerse cargo de un comercio con las Indias de manera fiel y segura. Por suerte, mis políticas reformistas consiguieron devolver a España a su status de potencial continental a la altura de Francia e incluso Inglaterra.
P: ¿Cuáles fueron las causas de su caída en desgracia y personajes que influyeron en ella?R: Los hombres fuertes del gobierno de Su Majestad el Rey Don Fernando VI éramos Don José de Carvajal y mi merced. Carvajal era excesivamente estricto, asocial y anglófilo mientras que yo era francófilo y siempre traté de hacer muchas amistades, pues nunca sabes cuándo te pueden venir bien. Para ello, organizaba en mi propia casa fiestas para la alta sociedad y organizaba junto con Farinelli grandes festejos en el Palacio de Aranjuez, real sitio preferido de Sus Majestades, para contentarlos y seguir ganándome su favor. Ambos ministros teníamos algo en común, aparte de nuestro intachable trabajo diario, y es que, pese a nuestras diferencias políticas, siempre tuvimos como objetivo levantar España y la independencia total de la monarquía española, pues con Don Felipe V estábamos supeditados en toda decisión a la supervisión de Francia. El Rey Fernando VI nos pidió desde el primer momento de su reinado la independencia española, no hacer la guerra con nadie para sanear las Arcas del Estado y rehacer el país, pues el quebrantado poder de España lo requería.
Ambos ministros éramos halagados por los embajadores de Inglaterra y Francia pues la neutralidad española les incomodaba tanto a unos como a otros, ya que ante un futuro conflicto europeo era bueno contar con España en uno de sus bandos. Tuvimos mano izquierda con ellos, contentándolos unas veces e ignorándolos, otras. Lo que suele decirse, una cal y otra de arena.
En marzo del año de mil y setecientos y cincuenta y cuatro falleció el gran ministro Carvajal de muerte repentina, lo sucedió en el cargo Don Ricardo Wall, (anglófilo de origen irlandés). El Sr. Wall y el embajador de Inglaterra, Benjamin Keene, buscaron pruebas (falsas) que me incriminaran en una posible guerra secreta que estaba disponiendo contra posesiones inglesas en el Caribe. Le llevaron a Su Majestad las pruebas y ante semejante “traición”, ordenó, en julio de 1754, mi arresto, destitución y destierro a Granada, aunque posteriormente conseguí que me trasladaran al Puerto de Santa María (Cádiz) en 1757.
Como tenía no pocos amigos en la Corte, ellos también corrieron mi misma suerte y fueron alejados de la Corte. Don Ricardo Wall y Sir Benjamin Keene consiguieron lo que querían, provocar mi caída, pues, por lo que se ve, eran demasiado peligrosas para los intereses de Inglaterra mis políticas reformistas y de resurgimiento de la Armada Española. En carta a su Rey Jorge II se puede leer con satisfacción: Majestad, España ya no construirá más navíos. Aunque consiguieron su propósito, es cierto que España no dejó de fabricar buques, aunque no al ritmo que mi merced hubiese deseado.
P: ¿Como lleva su destierro en Medina del Campo?R: Con la venida del nuevo soberano Don Carlos III en 1760, se me perdonó el destierro que me impuso su hermanastro y volví a la Corte. Ya no tenía el crédito de antes y me contenté con ser político de segundo nivel como consejero de Estado y Hacienda, y miembro de la Junta del Catastro. En marzo del año de mil y setecientos y sesenta y seis años estalló el motín de Esquilache, tanto el Marqués de Esquilache como mi merced caímos y fuimos desterrados, en mi caso por segunda vez, por Su Majestad. Mi nueva desgracia fue ser amigo de Don Leopoldo y ser, de nuevo, un personaje incómodo para los ingleses, pues se sospecha que estuvieron detrás de tal motín. Por suerte, Carlos III siguió con las políticas reformistas que yo inicié en el reinado anterior y aprovechó la bonanza económica que le dejamos para reinar con soltura.
Como ya a usía le he dicho, sufrí destierro a Medina del Campo por el motín de Esquilache. Ahora corre el año de 1781 y tengo setenta y nueve años de edad. Mi conciencia está tranquila, pues no hice jamás nada en perjurio de España ni de la Monarquía. Serví fiel y lealmente a mi país y mi Rey, pero, en la patria de Don Pelayo, sobresalir por encima de todos provoca tu desgracia, pues la envidia, mediocridad y corrupción abunda, y más en política.
P: Muchas gracias por su tiempo, su ilustrísima.R: Me dejo algunas cosas en el tintero, pero creo que a usía le bastará para el escrito que publicará. Hasta otra ocasión en la que me requiera.
Espero que os guste. Vuelvo a la colección de Benyusuf con mis compañeras, Adios.
PD: Este post lo he hecho compartido con el compañero Marqués de la Ensenada, espero que no sea el último.Un saludo