Subo el capítulo del CORPUS NUMORUM VISIGOTORUM publicado por Vico. Para abrir un debate sobre estas monedas supuestamente visigodas.
Siento que sea tan largo pero merece la pena leerlo
Saludos
EL SUPUESTO NUMERARIO DE COBRE
A raíz del artículo de Miquel Crusafont sobre un posible numerario de cobre visigodo, y la publicación de una monografía posterior ratificando dicha hipótesis, se han venido considerando como visigodas – aunque con evidente controversia entre los especialistas en la materia- una serie de pequeñas monedas de bronce, a nuestro juicio de forma errónea.
Como es nuestra intención mencionar en este corpus todas las monedas acuñadas entre 575 y 714 por los visigodos, trataremos de explicar por qué no incluimos este numerario de bronce entre ellas.
El análisis de los datos aportados por Crusafont nos obliga a hacer las siguientes consideraciones:
1. En todos los hallazgos publicados, las monedas en cuestión aparecen mezcladas en gran medida con piezas bizantinas y en menor proporción vándalas, nunca con moneda visigoda. A saber:
• 234 ejemplares de bronce aislados, presuntamente visigodos.
• 28 ejemplares bizantinos de bronce, pertenecientes a los reinados de Justino I (518-527), Justiniano I (527-565) y
Justino II (565-578). De este último, se trata de un solo ejemplar hallado en Menorca.
• 23 piezas de bronce vándalas, acuñadas durante los reinados de Gunthamund (484-496), Trasamund (496-523), Hilderico (523-530) y Gelimer (530-534).
• 2 monedas bizantinas locales.
Los vándalos abandonan la península en 429 y se trasladan al Norte de África donde establecen su reino en Cartago. Serán destruidos como entidad política por los bizantinos en 534-536, mezclándose ambos numerarios. La expansión posterior bizantina hacia Hispania se concreta en el desembarco peninsular durante 552, por lo que resulta evidente que las piezas vándalas encontradas en Hispania debieron ser traídas por los bizantinos.
Basándose en unas discutibles similitudes con tremisses de Chindasvinto, Recesvinto y Wamba, Crusafont sitúa la cronología de los bronces presuntamente visigodos entre 624 y 714. Entendemos que las piezas ciertas, perfectamente datadas, deben ser las que daten a las inciertas, por lo que basándonos en la cronología de las bizantinas halladas en la península junto a las presuntas visigodas, y aun teniendo en cuenta que entre éstas se encuentra el tipo Cruz sobre gradas, en principio posterior al 578, tendríamos que datar los hallazgos poco más allá del tercer cuarto del s. VI; periodo en el que se debieron realizar estas acuñaciones que no tienen por qué ser todas emitidas por el mismo poder, ya que en esa época el valle del Guadalquivir estaba controlado por las oligarquías nobiliarias hispano-romanas, contrarias a los visigodos, y por los bizantinos, que aunque Sevilla es reconquistada por Atanagildo en 566-567 y Córdoba en 572, sus «territorium» siguen controlados por estos últimos, especialmente durante y a raíz del enfrentamiento de Leovigildo con Hermenegildo en que ambos hacen concesiones al Imperio.
Resulta metodológicamente inaceptable pensar que hubieran podido convivir monedas de vándalos y bizantinos con fechas de cierre del tercer cuarto del siglo VI, coincidente con la máxima presencia bizantina en Hispania, que enlazará con las supuestas series visigodas entre 45 y 130 años posteriores, sin ningún otro testimonio numismático de ese momento.
Además este tipo de piezas ha sido registrado en hallazgos en Menorca, en conjuntos compuestos solamente por monedas bizantinas. Dado que las Baleares nunca estuvieron bajo control visigodo parece extraña la presencia de ejemplares de adscripción visigoda (de índole local) en estos lugares, mientras que si por el contrario se admite su posible vinculación con emisiones bizantinas hispanas o locales bajo control de Bizancio, su convivencia resultaría más normal.
Se tiene, además, la certeza de que en los territorios peninsulares bajo dominio bizantino hubo al menos una o dos cecas.
Desde que Grierson indicara esta posibilidad, sugiriendo Carthago Spartaria (Cartagena) como posible ceca, se han producido diferentes hallazgos de material numismático bizantino atribuido a este taller cuyas piezas abarcan desde Justiniano I hasta Focas y Heraclio, mediada la década del 620. Una datación en clara consonancia con la presencia bizantina en Hispania.
También es cierto que se han sugerido otras posibles localizaciones para este taller (o talleres) de moneda bizantina en la península, como Málaga, bajo dominio bizantino hasta 615, o una incierta localidad en Andalucía Occidenta. Sea una o varias, su existencia no altera el razonamiento aquí planteado sobre la secuencia de la moneda bizantina en Hispania y la extrañeza del mencionado hiatus entre la última pieza datada de Justino II (565-578) y las supuestas acuñaciones visigodas (624-714).
2. Un sistema monetario basado en un solo valor como el tremissis visigodo resulta absurdo a no ser que se estuviera utilizando otro numerario complementario, en este caso el romano que era muy abundante en la península en valores inferiores, y que la moneda áurea se realizase más para ser una expresión de soberanía y prestigio que porque fuese necesaria para utilizarse como medio de pago.
Más inaceptable aún sería un numerario con dos únicos valores tan distantes entre ellos como un tremissis y un nummus, cuando la equivalencia entre ambos es:
1 tremissis = 2333-2400 nummi dependiendo de que se tome el valor del solidus en 7000 ó 7200 nummi.
Es necesario tener en cuenta que todos los numerarios son piramidales, con escasas piezas de alto valor (oro), más abundantes las de plata que hacen posible el uso del oro y agilizan además los intercambios comerciales, y muy numerosas las de bronce o cobre. La hipótesis expuesta por Crusafont implica una situación totalmente anómala, ya que si bien es verdad que deben existir cantidades apreciables de estas piezas en museos y colecciones con la etiqueta de inciertas, multiplicando por cien la cantidad de pequeños bronces conocidos por este investigador, apenas se cubriría la equivalencia de diez tremisses de los aproximadamente diez mil conocidos, lo que aún siembra más dudas sobre su propuesta.
3. Finalmente queda un argumento más de tipo epigráfico que es la interpretación de la grafía SP que aparece en gran número de los supuestos cobres visigodos y que Crusafont atribuye a Hispalis.
Creemos que se puede buscar otra interpretación más adecuada, puesto que la denominación que en época bizantina recibe Hispania es Spania. Baste recordar las menciones de ceca en las monedas árabes transicionales, Span y Span/alAndalus para referirse a la misma realidad geográfica. Así pues, no parece descabellado pensar que las letras SP puedan referirse al nombre de Hispania desde una óptica bizantina, y que figuren de esta manera en piezas bizantinas emitidas en la península.
Crusafont admite, en su primera aportación, que puede tratarse de monedas de tipo marginal, es decir, emisiones de minería, jetones, numerario local o eclesiástico. A todo ello, nosotros queremos añadir que podrían ser monedas emitidas por las oligarquías nobiliarias del valle del Guadalquivir o, más bien, simples monedas batidas en el territorio que los bizantinos controlaban en Hispania, que es lo que nos parece más probable.
No somos especialistas en monedas bizantinas, vándalas o tardorromanas, por lo que no podemos precisar con certeza la identidad de estas monedas pero sí decir que en nuestra opinión no son visigodas.