Los billetes locales de Benínar (Almería)

Benínar fue un pequeño pueblo de la Alpujarra almeriense, de origen árabe cuyo nombre se traduciría como “hijo del fuego”, hoy en día desaparecido por la construcción del pantano que lleva su nombre.


La maldición de este pueblo fue estar situado a la orilla de un río (llamado Río Verde) que lleva agua todo el año y en un fértil valle. En 1973 comenzó un genocidio cultural que culminó en 1982 con la inauguración de la presa del pantano. Se destruyó un pueblo con más de 600 años de historia (iglesia incluida) en aras del progreso y desarrollo del campo almeriense.

Tanta destrucción para hacer un pantano que no sirve, que no puede cumplir su función, que es la de almacenar agua y usarla para el regadío del poniente almeriense. Los problemas geológicos y estructurales, irreparables, hacen que siempre esté entre 8-10 hectómetros cúbicos de capacidad, en vez de los 63 que le caben, lo que lo ha convertido en una carísima charca para que chapoteen los patos.



Benínar en 1937 tenía 953 habitantes. Era un pueblo muy tranquilo en el que las ideas revolucionarias llegaban con los inmigrantes que trabajaban en Cataluña, pero no cuajaban porque era un lugar de minifundios.

Al estallar la Guerra Civil se forma el Comité, se les reparten las escopetas requisadas a sus habitantes y sus miembros se dedican a robar en las casas de los sospechosos de ser de derechas, a comerse las gallinas y conejos de sus vecinos y querer ajustar cuentas de viejas rencillas de herencias generacionales. El alcalde en vez de poner orden dimitió y el pueblo ofreció a uno de sus habitantes, Juan Maldonado Sánchez, carpintero de oficio y miembro de la CNT (afiliado en Sallent, Barcelona), hombre justo y de reconocida honradez, la alcaldía. Nombrado por el Gobernador Civil de Almería puso orden en el pueblo y evitó que corriera la sangre por viejas rencillas.

“El quince de septiembre de 1938, el alcalde Juan Maldonado Sánchez, convoca a los vocales Francisco Sánchez, Aurelio Maldonado Sánchez y Federico Checa para tratar de solucionar el problema de la falta de moneda fraccionaria. Se manda imprimir billetes de moneda para que circulen, con la garantía del Concejo Municipal, por una cantidad de mil pesetas en la siguiente forma:

-quinientos billetes de 1 peseta.

-quinientos billetes de 50 céntimos.

-mil billetes de 25 céntimos”.

Esta cantidad de mil pesetas, en billetes del Banco de España, se guardó en las arcas municipales en calidad de depósito, era el dinero que avalaba esos billetes.

Se encargó a una imprenta (seguramente de algún pueblo cercano como Berja, Adra o Ugíjar) los de 1 peseta y 50 céntimos, los de 25 céntimos se hicieron a mano ya que no había máquina de escribir en el pueblo (la primera máquina se compró en enero de 1949), y así se ahorraba en gastos de impresión. Los dos primeros tienen la peculiaridad de llevar el nombre del alcalde impreso (J. Maldonado) en el anverso de los billetes, sin hacer ninguna referencia al cargo que ostentaba. Ninguno lleva la fecha de emisión.

“Se pondrían en circulación según las necesidades del pueblo, serían de curso legal y valor local, conforme llegase moneda republicana se irían canjeando”.

El reverso de los billetes de 1 peseta y 50 céntimos está en blanco llevando el sello del ayuntamiento. El de 25 céntimos lleva las firmas del alcalde y tesorero.