Corría el año
1811. Una España invadida por Napoleón Bonaparte. Tres años habian pasado desde la entrada/invasión Francesa. Tres años durante los cuales no habían podido dominar a los españoles. Los Ingleses por estraño que parezca, se habían acercado a la península para luchar junto a los Españoles. El ejercito español, en principio, carente de la experiencia y formación de los soldados Franceses, fue un dolor de cabeza para el ejercito Frances.
Los Españoles recibían el apoyo de las fuerzas inglesas. Los británicos habían desembarcado en Portugal en los primeros meses de la guerra en la región lusa para enfrentarse a los franceses . El Duque de Wellington y William Beresford, dos altos mandos Ingleses, entraban a España para atacar al ejercito Frances.
La Batalla de Albuera (Extremadura)
El 15 de mayo de 1811, el ejército aliado tomó posiciones a lo largo de la Albuera, situado frente a un río con el mismo nombre. Su despliegue fue sencillo. En la villa se ubicaron las tropas alemanas que, a su vez, tomaron posiciones en los dos puentes que permitían un acceso más sencillo a la villa. En el flanco izquierdo de esta tomaron posiciones los británicos aprovechando varias colinas. Finalmente, los españoles formaron a la derecha del resto del contingente en dos líneas, con la caballería cubriendo el flanco que quedaba descubierto.
Apenas un día después, aproximadamente a las ocho de la mañana, los enemigos hicieron su aparición con los primeros rayos de sol. No obstante, sólo se dejó ver uno de los oficiales de Soult, el general Godinot, quien mandaba una división de infantería, varios contingentes de caballería (entre ellos jinetes armados con fusiles) y una batería de cañones. El Frances movió a continuación a sus tropas buscando enfrentarse únicamente al flanco izquierdo del ejército combinado e inició el cañoneo. Había comenzado la batalla de la Albuera.
Este movimiento francés asombró a los oficiales aliados, que se quedaron desconcertados al desconocer donde se encontraba el resto de los soldados imperiales. Sin embargo, y al no percatarse de la presencia de más enemigos, Beresford dio la orden a una buena parte de sus tropas de avanzar sobre el flanco izquierdo, donde estaba atacando Godinot. Craso error, pues lo que buscaba Soult, era que su subalterno desplazara el máximo número de enemigos posibles hacia la izquierda, mientras él se dirigía con el grueso de su ejército hacia el flanco derecho.
«El ataque de la brigada Godinot se concibió como una finta para fijar al enemigo, mientras el núcleo francés se dirigía hacia el flanco derecho aliado. Los aliados esperaban un ataque frontal o sobre la izquierda de su línea, pensando que Soult pretendía abrirse paso hacia Badajoz, y los hechos parecían confirmar que así sería, gracias tanto a la maniobra de distracción de Godinot, como al fuego de una batería de gran calibre que empezó a cañonear La Albuera.
Por suerte, el engañó no terminó de dar resultado gracias un oficial alemán del ejército aliado, que vio retazos de franceses escondidos en la lejanía, y alertó a Beresford. Este, sin poder dar crédito a lo ocurrido, ordenó a su línea reorganizarse y dirigirse a toda bota hacia el flanco desprotegido. Pero ya era demasiado tarde, pues Soult había iniciado su marcha con el grueso de sus fuerzas hacia las unidades del extremo derecho. A esta desesperada situación se le unió la errónea decisión de Blake quien, convencido de que los galos asaltarían el centro, desobedeció las órdenes del inglés y mantuvo su posición.
Así pues, los oficiales aliados giraron sus cabezas hacia el flanco derecho para descubrir que únicamente cuatro batallones de la Divisón comandada por Zayas (unos 3.500 hombres aproximadamente), se encontraban en posición para dar de balazos a los franceses, y resistir hasta la llegada de sus compañeros. De ellos dependía la batalla, ya que, si los Franceses les arrasaban, atacarían luego a las descolocadas unidades británicas que acudían en su ayuda.
Los franceses, por su parte, cargaron con nada menos que 14.000 soldados (entre los que se destacaron varios regimientos de caballería). Para los españoles de Zayas parecía que la única forma de salir de allí era con un balazo en la sien. Con todo, el valor es capaz en ocasiones de vencer a la superioridad numérica y una mala decisión como la que tendrían entonces los franceses puede costar una contienda aparentemente vencida. Y es que Soult, creyendo que sería sencillo acabar con aquellos pocos españoles, decidió finalmente no enviar al asalto a las tres divisiones que había pensado en un principio, sino únicamente a una –la de Girard-. Su intención era dejar una reserva un contingente lo suficientemente potente como para enfrentarse a cualquier aliado que pudiera acercarse en ayuda de Zayas.
A pesar de ello, las fuerzas francesas que se disponían a entablar combate seguían superando ampliamente a los hombres de Zayas. «Su ataque fue violentísimo, secundado por una gran masa de artillería. Se produjo un intenso tiroteo entre los franceses y los españoles, que lucharon tenazmente y resistieron el embate francés. El combate se desarrolló a unos 50 metros de distancia, y el número de bajas fue enorme. El resultado de este primer asalto se saldó con gran número de bajas por ambas partes, resultando batida la vanguardia francesa. Los atacantes franceses sufrieron más del 40% de bajas en esta primera media hora, y los defensores españoles alrededor del 30%.
Tras varios y largos minutos de batalla en la que los españoles resistieron contra todo pronóstico y de forma heroica el asalto de los fusileros y tiradores franceses, finalmente llegaron los infantes británicos. Estos, sin embargo, fueron recibidos a tiros por los los soldados de Zayas que, en el fragor de la batalla, no acertaban a conocer entre amigos y enemigos y únicamente pensaban en descargar munición contra todo aquel que estuviera armado y se dirigiera hacia ellos. A pesar de la confusión, cuando la esperpéntica situación estuvo aclarada, los españoles fueron relevados y enviados a reorganizarse justo en el momento en que los galos lanzaban su segundo ataque. Después, y lejos de querer perderse la contienda, volvieron a la lucha más decididos que nunca.
Después de ver a los escasos defensores españoles resistir un ataque de tal envergadura, la heroicidad debió henchir el pecho de Beresford que, al observar que ordenó a varias unidades británicas avanzar por el bordear a las tropas hispanas y atacar el flanco izquierdo gabacho. Estas, a base de fusilazos, cumplieron su objetivo, aunque a costa de multitud de bajas. A su vez, la situación de estos hombres se recrudeció cuando descubrieron que, aunque habían detenido a los galos, habían quedado expuestos en campo abierto. Soult no lo dudó y, con desesperación en los ojos por no pder atravesar las defensas enemigas, envió a su caballería, la cual pasó a sable y lanza a los hombres de Su Majestad.
A continuación, embriagados por su éxito, los (jinetes franceses) se lanzaron a por la retaguardia española, amenazando al propio Beresford. El despliegue español en dos líneas demostró su valía, al lograr repeler ese ataque mientras que Zayas, meritoriamente, afrontaba el nuevo ataque son dejar de dispara sobre las tropas de Girard, acción que muy probablemente salvó al ejército aliado de la destrucción», completan Vázquez y Molina.
Con el paso del tiempo, la contienda se transformó en un auténtico caos cuando los jinetes galos volvieron a cargar contra el centro de la línea aliada, asalto que fue contrarrestado por Beresford, que envió varias unidades de dragones e infantes hasta que, finalmente, les obligó a retirarse. Con todo, la presión sobre los aliados era tan grande que el oficial británico no tuvo más remedio que esperar hasta la llegada del resto de su ejército para dar el golpe definitivo a la batalla.
Superados por unos soldados que consideraba inferiores, Soult no pudo hacer otra cosa más que dar la vuelta a su caballo y abandonar el campo de batalla. En contra del destino, unos pocos españoles habían detenido a su particular «Grande Armée» a base de fe y balas de fusil. Tras él, el resto de oficiales Francese tocaron a retirada y, bajo la protección de su artillería, fueron reculando hasta sus posiciones iniciales.
La batalla acabó con un resultado indeciso después de un baño de sangre. Los españoles habían repelido uno de los mayores ataques de infantería de la guerra causando graves pérdidas a los franceses. Los aliados sufrieron más de 6.100 bajas (17%) y los franceses más de 5.300 (23%), Beresford ganó la batalla, pero su manejo táctico fue tan lamentable que lo convirtieron en el principal responsable del gran número de víctimas. Los generales españoles desempeñaron un gran papel, especialmente Zayas.
Fuente -
https://www.abc.es/historia-militar/20140316/abci-albuera-resistencia-heroica-jose-201403142010.html#ancla_comentariosEn
1811, se acuñaba una pequeña pieza de plata. Un pieza acuñada en la Ceca de Cádiz, con un peso de 6,03 gramos, y un modulo no uniforme de 26 a 26,4 mm. Son los 2 Reales presentados a continuación.
Un saludo