Hola a tod@, para hoy traigo una pieza procedente de otro pecio poco común. Se trata de un
Ducatón acuñado en la ceca
Friesland a nombre de las
Provincias Unidas de Los Países Bajos presentando una acuñación cuidada y vistosa, que nada tenía que envidiar a las grandes monedas del Imperio Español por aquel entonces. La pieza que muestro presenta además otra característica que la convierte en una moneda muy singular pues, procede de un
emblemático pecio de la “VOC” que, tal vez, muchos ya conocen, el
“T´Vliegenthart”.
Datos de la pieza:País: Provincias Unidas de Los Países Bajos (1581-1795)
Propietario del barco: Compañía Holandesa de las Indias Orientales (“VOC”)
Nominal: Ducatón (tipo “Silver Raider”)/60 Stuivers
Año: 1734 (primer año de acuñación, entre 1734 y 1793)
Ceca: Friesland (Gelderland). Escudo de armas no visible bajo las patas del caballo, en el reverso, pero sí se aprecia la corona cerrada, propia de esta ceca en concreto.
Tipo de acuñación: A martillo
Peso: 26,2 gr (aprox.) frente a los teóricos 32,78 gramos.
Diámetro: 42 milímetros (aprox.)
Canto: Estriado
Metal: Plata de 941 milésimas
Forma: Redonda
Alineación: Medalla (0°)
Estado de conservación: “Shipwreck Effecf Grade 3/C”. El anverso, en general se conserva algo mejor que el reverso, con marcas significativas por la acción marina, pero con mayor cantidad de elementos visibles. El jinete se aprecia casi completo y se visualizan más caracteres de las leyendas. El escudo del territorio que la acuña, bajo sus pies, no se aprecia con la acepción de la corona cerrada, típica de la ceca mencionada. El reverso presenta la superficie irregular, con marcas significativas de corrosión marina constante, pero más pronunciadas. Las leyendas son visibles de forma muy parcial, al igual que los elementos del escudo y la fecha sí que se observa clara y completa. La zona con mayor desgaste marino es la mitad inferior de la pieza en ambas caras, con mayor impacto en el reverso. La moneda dispone de su correspondiente “COA” y, muy posiblemente, no había entrado a circulación en el momento de su embarque, de acuerdo a los estudios realizados a otros ejemplares perfectamente conservados.
Rareza: Rara pues, primeramente, el numerario a bordo de este barco es muy variado, destacando las acuñaciones hispánicas del Nuevo Mundo, además de las distintas Provincias de Países Bajos individualmente. En segundo lugar, el pecio del que procede es un barco de la “VOC” construido en el siglo en el que la Compañía terminaría desapareciendo definitivamente.
Pecio: “T´Vliegenthart”/”Flying Hart” (Zelanda, 1735). El barco naufragó el 3 de febrero de 1735 cerca de la provincia de Zelandia. Se tiene constancia, por la importante cantidad de monedas rescatadas en la zona del hundimiento, que la carga era muy variada, incluyendo grandes monedas holandesas y españolas para el comercio en las Indias Orientales Holandesas y para el contrabando personal de los miembros de la tripulación.
Referencias bibliográficas: “Dav-1824” y “KM# 95.3”.
Leyendas:Anv.: “
+ MO: NO: ARG: CON FŒ: BELG: PRO: HOL.” [Leyendas parcialmente visibles] alrededor de la representación de un jinete con armadura y espada en su mano derecha, que carga en esta misma dirección. Bajo el mismo, escudo dividido en dos mitades con las armas de Gelderland, con corona cerrada. Oxidaciones marinas severas, sobre todo en la mitad inferior de la pieza.
Rev.: “
+CONCORDIA RES PARVÆ CRESCUNT.” [Leyendas parcialmente visibles] alrededor del escudo de armas coronado de las Provincias Unidas en su interior. A ambos lados, lo flanquean dos leones coronados mirando hacia delante y, bajo ellos, elementos entrelazados ornamentales que guardan la fecha, “
1734”. Oxidaciones marinas severas y marcas en toda la superficie.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido casi 250 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido buena parte de los detalles que vemos en los elementos visibles (principalmente en el anverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia europea y del comercio ultramarino.
El “T´Vliegenthart”: Construido en mayo de 1730, este barco sería una flamante incorporación para la flota de la “VOC”. Disponía de tres mástiles (aparejo completo), cuyo mástil más largo media unos 145 pies, las mismas dimensiones que el largo de la embarcación, junto con unos 36 pies de ancho. Es cierto que, con tales referencias, podría considerarse algo “pequeño” para los estándares navales modernos, pero estaba dentro de la media de las embarcaciones mercantes del siglo XVIII, además de estar fuertemente armado, con 42 cañones.
Con todo ello, esta embarcación se lanzó a la mar por primera vez a finales del año siguiente, en 1731 y su destino no era otro que las Indias Orientales. Esta travesía no le supuso ningún problema, ya que el diseño del barco permitía hacer frente a las condiciones marinas y particulares de un trayecto tan largo. El “Vliegenthart” regresó al puerto de Rammekens, en la provincia de Zelanda, en agosto de 1734. Allí permanecería hasta febrero de 1735, reacondicionando el barco y reparando los posibles desperfectos para que pudiera poner rumbo lo antes posible.
Hacia su último viaje: El 3 de febrero de 1735, comandado por el capitán Cornelis Van Der Horst, pondría nuevamente rumbo hacia Batavia. A bordo del mismo iban 167 marineros, 83 soldados y seis pasajeros, además de madera, materiales de construcción, hierro, pólvora, vino y un cargamento de monedas de oro y plata que serían utilizados para el comercio de seda, especias y gemas preciosas en las Indias Orientales. Este preciado cargamento se disponía en sacos y barriles para su mejor transporte. Sin embargo, tanto el “Vliegenthart” como su buque escolta, el “Anna Catharina”, capitaneado por Jacob De Prinse, jamás abandonarían las aguas de los Países Bajos, pues un fuerte vendaval agitaría las aguas al poco de partir y ambos buques no pudieron resistir tanta fuerza. Los dos encallaron en el estuario de Scheldt, en los bancos de arena alrededor del Canal Duerloo, primeramente el “Anna Catharina” y luego el “Vliegenthart”, quedando gravemente dañados. Tras muchos esfuerzos, el” Vliegenthart” logro desencallar, pero los daños eran severos, con importantes grietas y agujeros en el caso, por lo que rápidamente se hundió disparando sus cañones en unas 10 brazas de agua (60 pies). Toda la tripulación a bordo lamentablemente pereció.
El primer rescate: Pocos días después, algunos barriles con ginebra, cerveza y aceite empezaron a llegar a las playas de Blankenberge y Nieuwpoort. Las trágicas noticias del naufragio no tardaron en llegar a las oficinas de la Compañía y, dada la cercanía del hundimiento, pusieron en marcha una operación de rescate para tratar de recuperar la mayor parte del caudal. Sin embargo, todos los intentos acabaron siendo un fracaso, pues las condiciones extremas del lugar del hundimiento, unido a la escasa o nula visibilidad sólo permitieron el rescate de unas 700 botellas de vino, un cañón de hierro y cuatro monedas de plata, todo ello de la mano del Capitán William Evans en 1736. La fuerza del agua y los continuos movimientos de arena hacían del lugar un enclave demasiado peligroso para continuar con los trabajos y así, el barco y su historia se perdió por casi 250 años más.
Redescubriendo su historia: No sería hasta el año 1977 cuando un grupo de investigadores localizó un mapa inédito hasta el momento, elaborado por la propia “VOC” y donde se ofrecían muchos detalles sobre el lugar donde se había producido el desastre y algunos datos de importancia que se anotaron durante el primer intento de rescate.
Durante tres largos años, el equipo liderado por el ex abogado Rex Cowan luchó contra los elementos en el lugar del naufragio para tratar de encontrar los restos del “Vliegenthart”. No sería hasta el año siguiente cuando, en 1981, los primeros restos se mostraron ante los buzos en medio de las turbias aguas, como un fantasma que venía del pasado y que necesitaba contar su historia. El equipo, eufórico, empleó una década en sacar a la superficie objetos de todo tipo, incluidas monedas de plata y oro de las bodegas del “Vliegenthart”.
El tesoro: Las acuñaciones áureas habían sido almacenadas en tres cofres (unos 2000 ducados), de los cuales, dos de ellos aún permanecían intactos y otro se había roto, apareciendo en 1992, momento en el que su contenido pudo rescatarse parcialmente. Entre 1981 y 1983 encontraron el primer cofre de oro holandés y otro de monedas de plata (unas 5000 monedas, principalmente en piezas de 8 Reales) acuñadas en México, de tipo “macuquinas” y fechadas en los primeros años de la década de 1730. Estas monedas eran la base del comercio con las Indias Orientales y venían perfectamente documentadas en el registro del barco. Sin embargo, no sucedió lo mismo con los “Ducatones”, almacenados en cajas, y conocidos como “Silver Riders”, pues de ellos no se hizo referencia escrita alguna y esto sugiere que fueron subidos a bordo para realizar operaciones de contrabando en este rico territorio. De acuerdo a los registros de la época, se tiene constancia que, en las Indias Orientales, estas monedas tenían más valor que en los propios Países Bajos, por lo que se prohibió su exportación. Hasta el redescubrimiento de este pecio, se sospechaba que esta podía ser una práctica generalizada, de acuerdo a hallazgos puntuales minoritarios en otros pecios de la “VOC” y no sería hasta este momento cuando, por fin, tales sospechas pudieron confirmarse, de acuerdo a la gran cantidad de “Silver Raiders” que transportaba.
Al margen de esto, las monedas de oro, serían conocidas como “Ducados” y suponían la pieza principal por parte de los Países Bajos y de la propia “VOC” para crear un comercio estable desde oriente, convirtiéndose en una de las monedas más aceptadas en lo que al comercio se refiere. Se representaban con la figura de un caballero de pie, con armadura, rodeado por la leyenda “A través de la armonía, las cosas pequeñas aumentan”, así como una inscripción en el reverso que rezaba “Dinero en oro de las Provincias Unidas de los Países Bajos y su ley imperial”. Dada la aceptación de estas monedas, el diseño permaneció inalterado con el paso de los años. Del total de monedas de oro rescatadas del “Vliegenthart”, la mayoría eran hechas “a máquina”, fabricadas a partir de planchas cortadas a mano en una prensa de tornillo. Sin embargo, en menor medida, también se incluyen piezas realizadas artesanalmente a martillo, lógicamente con menos detalle que las primeras y una forma más errática. Todos los ducados recuperados del “Vliegenthart” están fechados en el año 1729 y estaban en perfectas condiciones. La mayoría de los ducados áureos, así como los “Silver Riders” de plata que llegaban a las Indias Orientales finalmente eran fundidos debido a la alta pureza del metal en el que estaban acuñados y aquellos que lograron escapar a tan funesto destino muestran signos evidentes de circulación en la actualidad. No obstante, se sabe que las piezas embarcadas en el “Vliegenthart” no estaban circuladas en el momento de emprender el viaje.
Fotos:
Espero que os guste!
Saludos.
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