Hola a tod@s, hoy voy a presentar una monedilla que goza de cierta popularidad dentro del mundo de los naufragios al otro lado del charco, pero además que esconde una interesante historia. Se trata de una moneda de
50 Centavos acuñados en la ceca de
Nueva Orleans (“
O”) en el año 1845 y que formaba parte del cargamento del “
SS New York” en su viaje de regreso desde California, frente al Estado de Texas.
Datos de la pieza:País: Estados Unidos de América
Nominal: 50 Centavos de Dólar/Medio Dólar/Half Dollar
Año: 1845
Ceca: Nueva Orleans (Letra “O”, debajo de las patas del águila, en el reverso)
Metal: Plata de 900 milésimas.
Peso: 13,36 gramos (teórico)
Diámetro: 30,6 milímetros (aprox.).
Canto: Estriado
Forma: Redonda
Alineación: Moneda (180°)
Estado de conservación: “Shipwreck effect”. El anverso muestra una fuerte corrosión marina, que deja entrever la silueta de la “Libertad sentada”, con las estrellas a su alrededor y la fecha visibles. No se aprecia la leyenda “Liberty” del escudo. En cuanto al reverso, muestra el águila con el escudo central, así como la rama de olivo y las flechas en sus garras. Se aprecia la leyenda completa y la marca de ceca. Menor corrosión en esta cara, aunque con signos muy evidentes. Pequeñas zonas oscurecidas en ambas caras, con signos de corrosión marina heterogéneos, pero sin dañar en exceso la pieza y manteniendo los datos relevantes visibles. La moneda ha sido restaurada tras el rescate y ha sido certificada por la prestigiosa “NGC” bajo la categoría “Shipwreck Effect” (sin incluir grado).
Tirada: Se estima que se acuñaron 2.094.000 unidades en la ceca de referencia, pero se desconoce el número de ejemplares que iban a bordo del barco entre la carga oficial y las pertenencias de los viajeros.
Diseño: Christian Gobrecht (ambas caras)
Referencias bibliográficas: “KM# 68”
Rareza: Rara. Ya no sólo por proceder de un rescate marino, sino por no comercializarse de forma tan habitual como es el caso de otro famoso pecio americano y casi contemporáneo a éste, el “SS Republic”.
Pecio: “SS New York”. Un barco con bandera norteamericana que se hundió frente a las costas del Estado de Texas debido a una fuerte tormenta. Su cargamento, solía incluir mercancías ligeras de distinto tipo, aprovisionamiento variado, pieles de búfalo para su venta, algodón para la elaboración de textiles, además de pasajeros con sus enseres y mercancías personales. En esta ocasión, también transportaba una valiosísima carga de monedas de oro y plata.
Leyendas:Anv.: Alegoría de la Libertad sentada sobre una roca que representa a la nación norteamericana mientras sostiene en su mano izquierda una lanza con un gorro frigio en la punta, en alusión a la república. Además, sujeta con su mano derecha un escudo, que reposa sobre el suelo, con las barras americanas y una cinta que lo atraviesa con la leyenda “
LIBERTY”. A su alrededor, se aprecian 13 estrellas de 6 puntas cada una y, bajo la misma, la fecha de acuñación de la moneda, “
1845”. Signos de corrosión marina agresiva.
Rev.: “
UNITED ESTATES OF AMERICA” alrededor de la representación de un águila con las alas desplegadas y que mira hacia la izquierda (desde nuestra perspectiva), mientras porta una rama de laurel en su pata derecha y un haz de flechas en la izquierda. Bajo ella, letra “
O” en alusión a la ceca y el valor nominal abreviado, “
HALF DOL.”. Corrosión marina en toda la superficie.
Observaciones: La pieza en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido casi 162 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido los detalles que permiten su correcta identificación, por lo que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia americana y sus conflictos fronterizos con México durante la primera mitad del siglo XIX. Con todo ello, aún permanecen visibles todos los elementos propios de esta pieza en cuestión, con oxidaciones marinas que no afectan a la estructura de la pieza y diseño.
El barco: El “SS New York” era un barco de vapor que disponía de dos ruedas laterales de unos 160 pies de altura, su estructura principal, así como su casco estaban fabricados de madera y sería construido en el año 1837, precisamente en la ciudad que le daría su nombre, Nueva York. Sin duda, podía considerarse uno de los barcos más lujosos para viajar en aquella época, pues los detalles del interior parecían cuidados al milímetro, disponiendo de paredes hechas en caoba pulida, cortinas de damasco satinado y color blanco, cubertería y artículos de decoración de plata labrada, finos cristales, además de porcelana blanca fina en los comedores. A modo de anécdota, uno de los pasajeros que subió en su día a bordo del “SS New York” llegó a afirmar que “se sentía como la mismísima Cleopatra”.
La misión principal del “SS New York” consistía en conectar de forma semanal las ciudades de Galveston (Texas) y Nueva Orleans (Luisiana). El barco solía transportar mercancías de lo más variada, además de un flujo regular de pasajeros entre ambas ciudades. De forma ocasional, también llegó a unidades adicionales del ejército americano hasta el enclave de “Brazos Santiago”, ubicado al sur del Estado de Texas, como apoyo a las unidades regulares desplegadas en el territorio durante la guerra con México.
Contexto histórico: Sobre el último párrafo citado, es importante señalar que tan sólo unos pocos meses antes al hundimiento del barco, la hasta entonces República de Texas se había incorporado a la Unión en calidad de Estado gracias a la influencia de su vecino del norte. Es por ello que este territorio limítrofe y antaño salvaje y difícil de controlar, se había convertido en un nuevo problema para unos jóvenes EEUU de América. En Texas, los colonos seguían luchando contra los “indios” locales, las noticias llegaban de un lugar a otro con mucha lentitud, apenas había prensa escrita y el medio habitual para los grandes desplazamientos eran las famosas diligencias. Sin duda, todas las cualidades que imaginamos al hablar del “Salvaje Oeste”.
La maniobra realizada por parte de lo que, por aquel entonces, formaba parte del territorio mexicano, llevó a México a entrar en guerra con los EEUU entre 1846 y 1848, que se saldó con la toma de la capital mexicana por parte de las tropas estadunidenses y la firma de la “Paz de Guadalupe Hidalgo”, por la que los EEUU se anexionarían definitivamente Texas, además de los territorios hasta entonces mexicanos de la Alta California y Nuevo México que, en la actualidad, estarían integrados en los Estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y una parte de lo que hoy es Wyoming.
Es por ello que, en el momento del naufragio, la guerra acababa de empezar y las noticias sobre la tragedia del “SS New York” tardarían en llegar, sin darle demasiada importancia dados los acontecimientos.
El naufragio: A las 4:00 PM del 5 de septiembre de 1846, el “SS New York” zarparía del puerto de Galveston (Texas) con 53 pasajeros a bordo, además de la propia tripulación del barco. El capitán era John D. Phillips, un marino experimentado, que desde poco después de partir ya tuvo que lidiar con fuertes vientos y un mar muy agitado, el cual incrementó exponencialmente su fuerza durante la segunda noche de travesía. Sin embargo, pocos podrían imaginar que todos estos esfuerzos, incluidos los de la tripulación, serían en vano, pues el barco fue directo hacia un huracán que se había desatado en la zona, con tan sólo 50 millas recorridas del total del trayecto. El capitán, consciente de que se encontraban en una situación extrema, ordenaría lanzar el ancla por la borda con el objetivo de no enfrentarse directamente con unos vientos huracanados que, previsiblemente, serían mayores si continuaban en esa dirección. Con todo ello, el barco ya se encontraba detenido, pero en torno a las 2:00 AM del 7 de septiembre, los vientos cambiaron bruscamente y desplazaron al barco en la dirección contraria como si se tratara de un juguete.
La tripulación, consciente del peligro, trató durante más de dos horas de cambiar la dirección del barco, pero no era posible situarlo de nuevo contra las ráfagas del viento. Las olas, cada vez mayores, azotaron toda la estructura sin piedad, llevándose consigo la caseta donde se alojaba el timón del barco y la propia chimenea. El agua que ya entraba con rapidez dentro de las dependencias del barco apagó las calderas y el capitán hizo sonar la campana del “SS New York” una última vez como el sonido desesperado de un gigante herido de muerte, hasta que el mar lo silenció entre las olas.
Lamentablemente, el balance en vidas humanas fue devastador, pues 17 personas murieron aquella noche, incluyendo a niños en esta terrible cifra y únicamente 36 personas lograron mantenerse a flota aferradas con todas sus fuerzas a los restos del barco esparcidos por la superficie durante la friolera de 2 días hasta que, afortunadamente, el “SS Galveston” dio con ellos y pudo subirlos a bordo.
El tesoro: Paradójicamente y, pasando al plano material, en ese viaje el “SS New York” llevaba en su bodega entre 30 y 40 mil dólares en monedas de oro norteamericana, además de cierta cantidad de monedas de plata, principalmente, en monedas de medio dólar y algunas de 1 Dólar, además de billetes, todo ello de acuerdo al manifiesto de la compañía de seguros que aseguraba la carga. No obstante y, aunque el mayor interés por parte de los coleccionistas radica en los ejemplares áureos más escasos, también es importante señalar que se rescataron monedas más “humildes” como ejemplares de “1 Centavo” de dólar, de gran módulo. La diversidad de los pasajeros que iban a bordo en el momento del naufragio también ha quedado patente en las monedas que portaban, pues se han rescatado monedas del imperio español de la ceca de México, a nombre de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII (de distintos valores en plata), además de piezas acuñadas a nombre del México recién independizado y hasta algunas monedas con valor facial de 5 Francos franceses a nombre de los reyes Luis Felipe de Orleans y Carlos X.
El primer rescate: Tras el naufragio del “SS New York”, la guerra contra México era casi la única prioridad para las autoridades estadounidenses y el pecio cayó así en el olvido. Hubo que esperar unos 144 años más para que, de forma casual, un empleado de un campo petrolífero en Luisiana y un buzo aficionado leyeran un pequeño artículo en la prensa local que hablaba de la historia de ese barco perdido entre las aguas. La curiosidad de estas personas acababa de despertar y se propusieron encontrarlo por fin. No tenían grandes conocimientos sobre la búsqueda de pecios y casi no contaban con equipo, por lo que, a priori, el éxito de la misión se antojaba imposible. Sin embargo, la experiencia acumulada por el trabajador en la explotación petrolífera le llevaría a agudizar su ingenio ante ciertas situaciones y se valió de un simple radar de pesca, utilizado normalmente para localizar peces y así detectar agrupaciones de ellos en el fondo del mar que le sugirieran la existencia de un pequeño ecosistema concentrado en uno o varios lugares. Esto, unido al estudio de los fondos de la zona, les abrió las puertas del éxito. Durante muchos años se decía que aquella zona no era idónea para el uso de redes de arrastre porque se enganchaban en el fondo y se rompían. Pronto descubrieron que la causa, eran precisamente los restos del “SS New York”, con las grandes ruedas, la propia chimenea y las calderas pesadas del vapor estadounidense. Habían encontrado el pecio.
Las noticias del descubrimiento pronto generaron gran entusiasmo en la prensa y el público en general y el “SS New York” pronto saldría del olvido para convertirse en algo de plena actualidad. El objetivo que se marcaron era, precisamente, rescatar lo máximo posible de esa carga de monedas de oro que se sabía que transportaba el barco en aquel momento y para tal labor, se contrató a un profesional especializado para que retirara la mayor cantidad de arena posible de los alrededores del casco del barco, pero emergieron muy pocas monedas en estos trabajos. El contratista, frustrado por el escaso éxito de su labor, recomendó utilizar otros métodos más agresivos como el uso explosivos para llegar a la auténtica carga del barco, sin embargo los descubridores originales, conocedores de su historia y la trascendencia del barco para los EEUU no lo permitieron. Los buzos volverían a examinar los restos del barco entre 1997 y 1998, pero no lograron encontrar las monedas que tanto habían buscado.
El segundo rescate: Así, llegaríamos al año 2007, cuando los restos del naufragio volverían a ser explorados por los propios descubridores originales en una operación de rescate mucho más ambiciosa e incorporando la más moderna tecnología del momento. Esta vez, habían ido mucho más allá, obteniendo los derechos de explotación del pecio en un juzgado federal, incluyendo la propiedad de las monedas y demás artefactos que pudieran encontrar en el mismo. Con los ánimos renovados y la tecnología en funcionamiento los resultados no tardaron en mejorar, localizando al fin las monedas, incluidos algunos de los ejemplares áureos más raros, acuñados en las cecas sureñas.
La certificación: Una vez rescatadas la mayor parte de la carga oficialmente registrada, además de numerosas monedas que, claramente, pertenecían a los pasajeros del “SS New york”, seleccionaron a la empresa de certificación americana “NGC” para que graduase todos los ejemplares rescatados, fabricando una etiqueta exclusiva para estas monedas, sin graduación para las piezas de cobre y plata (como vemos en el caso de este ejemplar), pero sí que se le asigna un “estado de conservación” a las monedas de oro.
La razón, radica en la resistencia del oro al efecto del agua salada, llegando muchas de ellas hasta nuestros días en perfecto estado, pues nunca llegaron a entrar en circulación. Este fue el caso de algunas monedas acuñadas en las cecas de Charlotte, Dahlonega y Nueva Orleans, llegando a afirmar que estas piezas eran los ejemplares sureños mejor conservados que existen.
Los coleccionistas de monedas procedentes de pecios y los amantes de la historia y numismática americana respondieron a este reclamo de forma muy positiva, elevando los remates de las monedas de oro hasta cifras nunca antes alcanzadas y el resto de metales recibieron, también, una extraordinaria acogida. La certificación y la rareza de muchas de estas monedas claramente hicieron de los esfuerzos de rescate un grandísimo éxito.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.