Feliz año nuevo compañeros!!
Ya hacía tiempo que quería haber puesto este post, pero hasta estas vacaciones hubo siempre algo que me obligaba a posponerlo. Los recipientes de vidrio antiguo siempre me han fascinado. Los considero piezas muy especiales, sobre todo cuando llegan a nuestros días con pocos daños o intactos, siendo objetos tan delicados. He querido hacer un post parecido al de las lucernas y usar las piezas que tengo actualmente en mi colección para contar un poco de su historia, estilos, datación y autentificación. Empiezo con una vista general de las piezas.
Se trata de recipientes del tipo ungüentario de época romana. Envases cuyo uso principal era contener cosméticos, almacenar perfumes y ungüentos y con toda seguridad también venenos
. Normalmente solían venir juntos el contenido y el continente, igual que en las perfumerías modernas. De hecho, el gremio de perfumeros era el principal cliente del gremio de sopladores de cristal. La historia de los cosméticos y los ungüentarios de vidrio en Roma van cogidas de la mano. Una vez terminado el contenido el frasco se podía reutilizar o se tiraba. Su uso llegó a ser tan abundante que hoy son las piezas más comunes y fáciles de conseguir de toda la producción de vidrio romano.
El más corto es probablemente el más antiguo, a juzgar por la técnica. Podría ser anterior al período romano, diga lo que diga la casa de subastas donde lo adquirí
. Porque el modo de fabricación ya se conocía antes del período helenístico. Se trata de un ungüentario fabricado mediante núcleo de arena. Esta técnica consiste en introducir en el virio fundido una porción de arena, humedecida o envuelta en una tela, sujeta a un mango. Cuando el núcleo de arena se cubría de vidrio se frotaba contra las paredes del crisol para alisar la superficie y modelar la panza del ungüentario. La boca se modelaba con unas pinzas. El resultado era un vidrio grueso y pesado, poco transparente y con múltiples impurezas, como se puede ver en las fotos.
Los cinco restantes corresponden a la técnica de vidrio soplado al aire. Se llama así para diferenciarlos del vidrio soplado en molde de los que resulta muy fácil distinguir. Los vidrios producidos con moldes presentan relieves, figuras y formas que resultan casi imposibles de modelar a pelo y además se puede apreciar con bastante facilidad las marcas de las juntas del molde. Se cree que el soplado en molde se inició poco después del soplado al aire. Los académicos sitúan la invención del soplado en algún momento del I aC en Siria o Egipto. De allí pasó rápidamente a Roma, donde los primeros talleres fueron establecidos en época de Augusto por inmigrantes orientales. La invención del vidrio soplado acortó los tiempos de producción y abarató los costes considerablemente. Pasaron de ser un artículo de lujo a un bien de uso común, como atestiguan muchas fuentes antiguas. De Roma se extendió por todo el imperio. Los primeros talleres en Hispania se cree que se establecieron hacia finales o después de Tiberio. El soplado al aire era, como su nombre indica, al puro aire, con la única ayuda de alguna herramienta que le fuese dando forma al recipiente a medida que se iba soplando por la pipeta. El resultado es un vidrio muy fino, pero con muchas imperfecciones en las formas. Presentan asimetrías, descentrados y cuellos torcidos, que hoy le dan más encanto a estas piezas, además de facilitar la datación y autentificación.
Se cree que mayoría de los ungüentarios se fabricaron sin color y que la coloración que vemos hoy en día se debe a la oxidación de impurezas y la degradación del tiempo. Pero también había producción de ungüentarios coloreados, con colores que se obtenían con óxidos de distintos tipos siguiendo recetas y una buena dosis de prueba y error. El color se le aplicaba al tiempo que se soplaba el vidrio blanco integrándose en casi todo el cuerpo del frasco acabado. Lo de vidrio blanco es una forma de hablar. Las composiciones del material del que se obtenía la pasta de vidrio le daban una tonalidad especial, aunque se tratase de un frasco completamente transparente. Esa tonalidad sirve también como criterio de datación. En época alto imperial esa tonalidad era azul verdoso. Hacia el final del imperio esa tonalidad se fue moviendo más hacia el verde y el amarillo, que resulta ya dominante en la alta edad media. Donde mejor se aprecia la tonalidad original del vidrio es en la base, donde tiene más espesor, como se ve en la foto.
Las clasificaciones tipológicas presentan algunos problemas de datación, ya que pueden mezclar estilos de diferentes épocas. Las clasificaciones estilísticas se organizan por medio de criterios jerárquicos. Parten de las técnicas de producción y van desglosándose en función de la forma, el color y la decoración. Algunos autores parecen reconocer patrones en los estilos que corresponderían a diferentes épocas. Según esto, los vidrios en tiempos de Augusto, que competían con los importados de oriente, no eran demasiado grandes, muy estilizados, con abundancia de color y decoraciones. A partir de Tiberio y durante el resto del siglo la producción de los talleres italianos se consolida, se estandarizan las formas y materiales y se reduce el uso del color. Se cree que estos cambios responden al establecimiento del monopolio imperial sobre determinados perfumes exclusivos, que de alguna forma unificó los diseños de los recipientes. Es en este tiempo que se establecen los talleres en las provincias occidentales. En el siglo II las formas cambian, los cuellos se alargan y las panzas se estrechan y aplastan.
De acuerdo con estas observaciones, las dos primeras piezas en la foto de mi colección, con panza ovoide y cuello grueso, serían demasiado grandes (135x80mm el de arriba y 130x58mm el de abajo) y burdos para corresponder a los estándares estilísticos época de Augusto. Au datación, atendiendo a las formas, debería estar entre Tiberio y Domiciano. Son los vidrios que más tiempo llevan en mi colección, comprados en 2005 cuando pujar online era una aventura de apuesta a ciegas. A parte de la procedencia y que tuvieron una propietaria ilustre, juntos hemos vivido más de una de esas historias que acaban formando un vínculo muy personal. Muy mal se tendrá que haber puesto la cosa si algún día me deshago de ellos.
En cambio, estos otros dos, con medidas de 137x38 mm el superior y 72x21 el inferior, ya corresponderían a piezas fabricadas a partir del siglo II, con cuello largo y panzas aplastada y estrecha. La tonalidad amarilla del pequeño, y es la original, a juzgar por los colores de la iridiscencia, nos lleva todavía más allá, y se podría atrever a datarlo entre los siglos IV y VI. Tengo aún mucho que leer sobre el vidrio bajo imperial, así que lo único que tengo seguro es que es posterior al siglo II.
Me queda este otro, el casi transparente con dimensiones de 80x35mm. Este debió aparecer en una cavidad, y solo presenta degradación en el interior. Los efectos del paso del tiempo y la degradación del vidrio los trato a continuación, así que aquí me limito a la datación por criterios estilísticos. El cuello y la panza son anchos y no presenta ningún tipo de coloración original, lo que me lleva al siglo I, después de Tiberio. La forma de la panza puede despistar. Pero eso es porque he visto pocos con esas actuaciones sobre la panza y las dataciones dan el impreciso rango de los siglos I a III que usan todos los vendedores y casas de subastas. Sin duda es alto imperial, por el tono azulado del vidrio. Tirándome en plancha y sin tener ninguna evidencia que me soporte, yo lo situaría en algún momento entre finales del I y principios del II.
La cuestión de la autentificación, en cambio, resulta bastante más sencilla. En más de un lugar he leído que el vidrio antiguo es “infalsificable”. Igual es mucho decir, pero sí es cierto que imitarlo sin que se note es muy, muy complicado. La degradación que el paso del tiempo causa en el vidrio es muy difícil de imitar. Los efectos que causa la corrosión química y la manipulación física no se parecen tanto al resultado de un par de miles de años bajo tierra y no es difícil apreciar las diferencias si ya has visto de cerca algún auténtico. El peso, menor del que cabría esperar en un vidrio nuevo de iguales dimensiones, es el primer indicador que uno puede apreciar. Otro detalle importante es que el vidrio nunca presenta incrustaciones. Al contrario que con la cerámica, la tierra no se adhiere al vidrio. Si hay depósitos de arena que no se pueden limpiar fácilmente se trata, con toda seguridad de añadidos con pegamento para ocultar reparación. Y eso no es antiguo. Los bordes de las bocas son otra de las formas que se pueden apreciar inmediatamente. En los ungüentarios antiguos originales los bordes son curvos y bulbosos, como los de las fotos de abajo, resultado del vidrio derretido que adopta esta forma en el extremo de la pipeta. A mí siempre me ha recordado al plástico fundido, como cuando quemábamos los BIC en el colegio
. Esto es así porque el la boca no se cortaba, sino que se desprendía de la pipeta al enfriar el vidrio.
Con el paso del tiempo el vidrio pierde material. Más aún en vidrios con paredes extremadamente finas en comparación con lo que tenemos hoy en día. Estás pérdidas de material acaban marcando estrías a lo largo de la superficie, que le dan un tacto irregular. Son irregularidades que ya presentaba el vidrio original, pero que con la pérdida de material se marcan más y se hacen más evidentes. Estas estrías se pueden apreciar a simple vista y en las fotos, sobretodo las que se forman en el cuello. Las estrías del cuello son lineales, a lo largo de todo el cilindro y en vertical. En la panza pueden presentarse estrías curvas, algunas completamente circulares. La forma es el resultado de la diferente expansión del vidrio al ser soplado. Es semejante a cuando inflamos un globo, el vidrio se expande de forma esférica a partir del extremo, mientras que en el tubo se alarga. Las estrías aparecen tanto en el exterior como en el interior del envase. No son añadidos, sino que forman parte del mismo vidrio, ni tampoco surcos, porque sobresalen de la superficie del vidrio. En las siguientes fotos se pueden apreciar algunos ejemplos.
La iridiscencia es la señal de antigüedad más conocida en el vidrio antiguo. También se puede imitar, con sedimentación de ácidos en el interior, sprays e incluso purpurina. Pero todo esto es superficial, dentro o fuera del frasco, pero siempre encima del vidrio. La iridiscencia auténtica se forma dentro del vidrio, es el mismo vidrio que toma ese brillo o conjunto de brillos. Es el resultado de estar en contacto con alguna sustancia corrosiva durante un período muy largo de tiempo, que al entrar en contacto con las impurezas metálicas del material del vidrio forma este típo de pátinas el mismo vidrio. Normalmente es la tierra en la que estuvo enterrada, pero también puede originarse en el interior del recipiente si este contuvo algún líquido o matetrial mientras estuvo desaparecido. Ya sea en el interior o en el exterior, es extremadamente raro un recipiente de vidrio antiguo que no tenga iridiscencia, aunque sea muy pequeña y difuminada en la base. Esto no significa que no los haya, pero yo no lo compraría, porque es lo primero que uno busca para asegurarse de su antigüedad.
Un detalle sobre la iridiscencia que muchos falsarios pasan por alto es que esta nunca se distribuye de manera uniforme por todo el vidrio. Depende de los materiales con los que ha estado en contacto, tanto fuera como dentro del recipiente. Y eso da lugar a un patrón que se repite con muchísima frecuencia en los ungüentarios antiguos y que se puede apreciar en la siguiente foto. Cuando el frasco queda tumbado, como aparecen la mayoría, el interior suele permanecer vacío en su parte superior. En esta parte el vidrio puede llegar a estar casi transparente y presenta mucha menos iridiscencia o incluso ninguna en absoluto. La iridiscencia es mucho más fuerte y extensa en la parte inferior, que ha estado en contacto con tierra o lo que sea, dentro y fuera del frasco. Si estas diferencias no se dan en un ungüentario, por pequeñas que sean, hay que sospechar. Cuando no quedan tumbados estas diferencias se aprecian por el contraste entre la base y el resto del recipiente, donde siempre hay algo que se deposita.
Como siempre, la mejor garantía es comprar a gente seria. La autentificación de este tipo de piezas es lo suficientemente sencilla como para que a un profesional con un mínimo de experiencia no se le escape una pieza falsa. Fuera de los círculos de confianza de cada cual te puedes encontrar de todo. Esto incluye piezas producidas con medios mecánicos, sopladas ayer, engendros construidos con trozos de vidrio antiguo y reparaciones encubiertas. Las dos últimas pueden ser muy imaginativas. He visto ejemplares que combinan partes grandes de dos o tres ungüentarios parecidos y ofrecen muy buen aspecto general y otros, tipo puzzles de 1000 piezas, que no solo desafían los patrones estilísticos, sino también las leyes de la física. Si alguno está pensando en empezar o ampliar una colección de recipientes de vidrio antiguo mi consejo es que no lo dude. Se pueden encontrar gran cantidad de piezas muy bonitas con total seguridad. Ya los precios son otra cosa, pero siempre es cuestión de encontrar el equilibrio entre la mayor o menor calidad del objeto y el presupuesto que uno tiene. Y en este caso, con un poco de paciencia, hay ungüentarios para escoger con holgura.
Espero que la información haya resultado útil, y que os hayan gustado mis vidrios
. Dejo aquí unos enlaces con material bastante completo por si alguien quiere saber más.
COLCHESTER ARCHAEOLOGICAL REPORT 8: Roman vessel glass from excavations in Colchester, 1971-85
http://cat.essex.ac.uk/reports/CAR-report-0008.pdfD.J. Huisman et al (2008). Degradation processes in colourless Roman glass: cases from the Bocholtz burial.
Eduardo Alonso Cereza (2010). EL VIDRIO ROMANO EN LOS MUSEOS DE MADRID.
https://eprints.ucm.es/id/eprint/10625/1/T31874.pdf