Hola a tod@, para hoy traigo una pieza procedente de otro pecio poco común. Se trata de
1/2 Real acuñado en la ceca de
Lima a nombre del Rey
Felipe V presentando la acuñación característica de las monedas coloniales acuñadas en ultramar bajo el reinado de la Casa de Borbón, más cuidada y comenzando a introducir una mayor calidad que las piezas de la dinastía anterior en términos generales. La moneda que muestro presenta además otra característica que la convierte en una moneda muy singular pues, procede de un
emblemático barco de la “VOC” que, tal vez, muchos no conocen, el “
Akerendam”.
Datos de la pieza:Nominal: 1/2 Real
Año: 1719
Ceca: Lima (actual Perú). Orla de puntos característica de esta ceca alrededor del anagrama Real, en el anverso.
Tipo de acuñación: A martillo
Peso: 1,69 gr (aprox.). El peso es “teórico” ya que al estar en la cápsula no es posible realizar la correspondiente comprobación.
Diámetro: 16 milímetros (aprox.)
Canto: Liso e irregular
Metal: Plata de 917 milésimas
Ensayadores: Sin marcas.
Estado de conservación: “VF 20”. El anverso muestra gran parte de los elementos de la pieza visibles, como el anagrama Real, le fecha y la orla de puntos que permiten identificar la ceca. Se evidencia cierto desplazamiento en la acuñación de la pieza. El reverso, en cambio, presenta un mayor deterioro por la acción marina y sólo podemos ver la Cruz de Jerusalén, así como las armas de Castilla y león de forma parcial. Acción agresiva del agua salada en ambas caras, especialmente en el anverso. Las leyendas no son visibles. La moneda ha sido graduada por la prestigiosa “ANACS” que no tiene un servicio específico para monedas rescatadas de pecio, por lo que sí le asigna un grado numérico sobre la escala Sheldon como otra moneda “normal” y se incluye el nombre del pecio en la propia etiqueta. Para hacer una analogía con lo que estamos acostumbrados, la pieza estaría a nivel del anverso más cerca de un “grado 2/B” y el reverso, más deteriorado, con un “grado 3/C”.
Rareza: Rara pues, primeramente, los numerales pequeños se deterioraban con cierta facilidad ante la corrosión del agua salada. Estas pequeñas monedas no se suelen encontrar con la fecha visible. En segundo lugar, el pecio del que procede es un barco de la “VOC”, tal vez, no tan conocido entre los coleccionistas y cuyas monedas no suelen verse con frecuencia a la venta.
Referencias bibliográficas: “KM# 30” y “Cal. 1768”
Pecio: “Akerendam”. Un barco de la “VOC” que naufragó frente a “Runde Island” (Noruega) en el año 1725 cuando se disponía a poner rumbo a Batavia junto con otros dos barcos y cargado de monedas de oro y plata para el comercio con las Indias Orientales Holandesas.
Reinado: Felipe V “El Animoso” (1700-1724) y (1724-1746)
Dinastía: Casa de Borbón
Leyendas:Anv..: “
PHILIPPVS V D G” [leyendas NO visibles] alrededor de una orla de puntos que envuelve el monograma coronado “
PHILIPPVS” , con la fecha perfectamente visible, “
719” justo debajo.
Rev.: “
HISP ET INDIARVM REX” [leyendas NO visibles] alrededor de la Cruz de Jerusalén con las armas de Castilla y León dispuestas en cuatro cuarteles.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido más de 250 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido parte de la calidad de detalle que vemos en los elementos visibles (principalmente en el anverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española, como europea.
El Akerendam: Este barco fue construido en el año 1724, tan sólo solo un año antes de su hundimiento y pertenecía a la “Vereinigte Oostindische Compagnie” (“VOC”), entidad que organizaba el comercio con las Indias Orientales Holandesas para luego obtener un jugoso beneficio tras la venta en Europa de especias y otras mercancías.
Así, el 19 de enero de 1725, el “Akerendam” partió, como muchos otros barcos de la compañía, de la isla de Texel rumbo a su destino, la Ciudad de Batavia. El “Akerendam” formaba parte de un pequeño convoy e iba flanqueado por otros dos barcos para así tener una mayor seguridad dada la importancia de su misión y las riquezas embarcadas. La tripulación estaba compuesta por unas 200 personas y un cargamento estimado de 19 cofres que contenían monedas de oro y plata para el comercio.
Sin embargo, desde el primer momento quedó claro que aquel viaje no saldría como estaba planeado, pues una gran tormenta se desató en el Mar del Norte y descargó sobre el convoy toda su fuerza. Como resultado, el “Akerendam” quedó rezagado y terminó por desviarse de su rumbo, perdiendo de vista a los demás barcos y terminaría por naufragar en el extremo norte de la isla Runde (Noruega) el 8 de marzo de 1725. Desgraciadamente y, aunque todo sucedió bastante cerca de la costa, no hubo supervivientes al naufragio.
Investigación y primer rescate: Al poco tiempo del trágico desenlace, los peores presagios llegaron hasta las oficinas de la “VOC” en las Provincias Unidas de los Países Bajos y enviaron de forma inmediata una partida de búsqueda que pondría rumbo a Noruega para tratar de localizar los restos. Las semanas siguientes dibujaron una imagen terrible, pues empezaron a aparecer los primeros cadáveres y restos amontonados por la marea en la isla de Rumbe.
Durante 10 días el equipo de rescate hizo acopio de todo lo que encontraron y que fuera de utilidad para al día siguiente, 11 días después de la tragedia, organizar una subasta pública con algunos de esos objetos para cubrir parte de las pérdidas. La subasta se realizó el 19 de marzo y algunos ejemplos de los artículos subastados fueron barriles de vino francés con capacidad para 50 litros, lonas y tejidos, algunos enseres personales, así como correas y otros elementos de hierro.
El propio Cónsul de los Países Bajos y representante de los intereses de la “VOC” en el territorio se desplazó hasta el lugar de la tragedia e informó del horror de primera mano, para luego incorporarse a la subasta de objetos.
Durante los meses posteriores continuaron las labores de rescate de la preciada carga del “Akerendam”, localizando el primero cofre de monedas el sheriff Ole Haugsholmen y, posteriormente, 4 cofres adicionales con idéntico contenido. Llegados a este punto, surgió el primer conflicto pues, dado que estaban en otro país, no estaba claro a quién correspondía legalmente realizar el rescate. Un acuerdo posterior determinó que las autoridades noruegas se harían cargo de la seguridad en el lugar del siniestro y que los hombres de la “VOC”, bajo las órdenes del Cónsul de los Países Bajos, se encargarían de las labores de rescate de los objetos, pero con la supervisión del propio sheriff Ole Haugsholmen sobre el mismo terreno.
La llegada del invierno supuso un parón en las tareas de rescate, las cuales se reanudarían el año siguiente, pero con muy poco éxito. El desánimo se fue apoderando poco a poco de todos los implicados y el naufragio se terminaría olvidando.
El último rescate: Durante años, hasta bien entrado el siglo XX, la población noruega de la zona contaba historias de todo tipo, incluyendo que la carga del barco procedía de la mismísima Armada Española antes de que muchas de esas monedas se embarcaran en el “Akerendam”, lo cual tenía mucho sentido, al ser la moneda del Imperio Español la principal divisa internacional. Muchas personas de cierta edad contaban historias de su infancia con paseos por la playa en los que encontraban monedas de plata, sobre todo después de mareas y tempestades. Es por ello que en 1972, tres buzos deportivos suecos y noruegos se acercaron al lugar fascinados por todas estas historias y descubrieron los primeros restos frente a la costa de “Bird Island”. Uno de ellos, llamado Stefan Persson, divisó la primera cantidad significativa de monedas depositadas en el fondo marino, mientras los otros dos, Eystein Kroh-Dalen y Bengt-Olof Gustafsson, localizaron uno de los 40 cañones que llevaba el “Akerendam” en el momento del naufragio.
Como no podía ser de otra forma, el júbilo se apoderó de todos ellos durante ese inolvidable y frenético primer día y a la mañana siguiente regresaron portando herramientas y equipos más especializados para poder rescatar la carga. Durante tres semanas completas, las inmersiones no cesaron y los trabajos estuvieron vigilados por las autoridades noruegas, que enviaron a la zona unidades policiales para asegurar el área. Los buzos lograron rescatar media tonelada de monedas, así como 32 cañones de entre los restos del barco. Había sido una gran campaña.
El éxito de aquellas primeras inmersiones y el foco mediático favorecieron que el Museo marítimo de Bergen organizara una nueva campaña de excavaciones justo al año siguiente, ampliando el área de búsqueda cubierta inicialmente. Esta nueva operación se saldó con el rescate de unos 135 kg de monedas adicionales que, posteriormente, fueron registradas en el “Coin Cabinet”.
Llegados a este punto y, a modo de resumen, se llegaron a rescatar en torno a las 57.000 monedas variadas, de las cuales unas 6.600 resultaron ser de oro. Todas ellas eran ducados holandeses, muchos de ellos muy raros, acuñados en el año 1724, un año antes del naufragio, de la ceca de Utrecht. Antes del rescate de estas monedas sólo se conocían unos pocos ejemplares con estas características.
Respecto al conjunto, también se localizaron monedas del Imperio Español, poco más de 10.000 monedas, mayoritariamente de la ceca de México de 8 y 4 Reales, pero también de la ceca de Lima. Estas últimas representaban apenas el 0,3% del total de monedas españolas y correspondían a valores “menores”, como el que se muestra en este hilo. La prensa pronto se apresuró a denominarlo como “El Tesoro de Runde” y se consideró el mayor tesoro descubierto en Noruega.Con todo este panorama, llegaba el momento de saldar las cuentas y el 67,7% del mismo se le entregó a los rescatadores como “premio” por su ardua labor, el 25,4% de lo quedaría el Estado noruego y el 6,9% iría para los Países Bajos.
La parte noruega del “Tesoro de Runde” se repartió entre el Gabinete Numismático de la Universidad de Oslo y el Museo Marítimo de Bergen para su estudio y conservación. En el año 2011 se creó una exposición temporal en la isla para acercar al público de la zona del descubrimiento tan fantástico tesoro. Las monedas se exhibieron en el “Runde Miljosenter”.
El cupo de los rescatadores estuvo depositado varios años en las dependencias del Banco Central de Noruega hasta que se autorizó su traslado a Suiza para ser subastada en 1978 con una gran repercusión. Se sabe que un coleccionista y numismático de nacionalidad noruega, Jan Olav Aamlid, adquirió en torno a 6.000 monedas, tanto en oro como en plata y le costó aproximadamente un millón de dólares por aquel entonces.
Limpieza del “Tesoro de Runde”: Con poco más de dos siglos y medio bajo el mar, las monedas sufrieron corrosión en la superficie (salvo las de oro) y muchas de ellas se unieron a modo de “clump”. Para una correcta identificación y clasificación de las mismas fue necesario separarlas con mucho cuidado y la aplicación de ácido fórmico para neutralizar los restos de la sal marina.
En términos generales, las monedas de plata presentaban una corrosión significativa, salvo aquellas que permanecieron protegidas en la parte central de los “clump”. Las piezas de oro, en cambio, estaban muy bien conservadas en comparación con el resto.
Fotos:
Espero que os guste!
Saludos.
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