Hola a tod@s, hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que complementa el post que publiqué hace algún tiempo, un pecio contemporáneo y, precisamente, con bandera española. Se trata de
8 Reales acuñados en la ceca de
Durango durante la
Guerra de Independencia de México a nombre del Rey
Fernando VII en el año
1818 presentando una acuñación que escenifica la perfección técnica imperante bajo la dinastía de los Borbones en comparación con siglos anteriores, aunque algo más tosca dado su carácter bélico.
Datos de la pieza:Nominal: 8 Reales
Año: 1818
Ceca: Durango (“D”; en el reverso)
Metal: Plata de 903 milésimas
Peso: 16 gr (aprox.)
Diámetro: 39 milímetros (aprox.).
Canto: Cordoncillo (Patrón de rectángulos y círculos)
Forma: Redonda
Tipo de acuñación: Prensa a volante
Ensayadores: Siglas “RM”. Correspondientes a D. Ramón Mendoza, que desempeñó sus funciones durante el primer período de acuñaciones en esta ceca (1812-1814) y, también, durante 1818.
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G3/C)”. Aunque, realmente, no lleva tantos años sumergida, la pieza presenta un deterioro significativo por la acción del agua salada. El anverso muestra la silueta del monarca con algunos elementos del busto visibles, tales como detalles de la vestimenta y corona de laureles. Las leyendas están casi imperceptibles, pero sí que se aprecia bien la fecha. El reverso muestra el escudo parcialmente visible, al igual que la leyenda, con el valor nominal y ensayador identificables. Los lemas “PLUS” y “ULTRA” no están disponibles. Superficie irregular por la acción marina y porosidades debido a la acción constante del agua salada y, muy posiblemente, de arena fina del lecho marino. Detalles en general que permite la correcta identificación. La moneda fue comprada en un lote de piezas procedentes de este naufragio y cuenta con el correspondiente “COA” del conjunto, expedido por los encargados del rescate.
Referencias bibliográficas: “KM
#111.2”
Rareza: Rara. Ya no tanto por el numeral en sí o por el estado de conservación, este último afectado considerablemente por las circunstancias del naufragio. Si no por lo poco frecuente que resulta ver monedas procedentes de este pecio en concreto y, sobre todo, por tratarse de una pieza acuñada durante la Guerra de Independencia de México y en una ceca instaurada durante la contienda, estas no suelen encontrarse en naufragios.
Pecio: “Sabina”. Un barco con bandera española que naufragó en su viaje de regreso a Cádiz, en una zona conocida como “Cape Recife”, cerca de Puerto Elizabeth, en el año 1842.
Pedigree: Ex Daniel Sedwick Auction
#24 (Noviembre 2018, lote
#1896)
Reinado: Fernando VII “El Deseado” (1814-1833)
Dinastía: Casa de Borbón
Leyendas:Anv.: “
.FERDIN. VII. DEI. GRATIA. 1818.” alrededor del busto togado y con corona de laureles del monarca mirando hacia la derecha. Corrosión marina y porosidades.
Rev.: “
.HISPAN. ET. IND. REX. D. 8R. R.M.” [LEYENDAS PARCIALMENTE VISIBLES] alrededor del escudo coronado con las armas de Castilla y León, el escusón que guarda las 3 flores de Lis en el centro y, en la base del escudo, una granada en referencia a tal reino. A ambos lados, las columnas de Hércules con las leyendas “
PLUS” y “
ULTRA”. Corrosión marina y porosidades.
Observaciones: La pieza en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido unos 153 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido los detalles que permiten su correcta identificación, por lo que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española durante el siglo XIX y después de la pérdida de sus territorios americanos, quedando en una posición desventajosa frente a otras potencias europeas. Con todo ello y, dado que aún permanecen visibles los elementos significativos de esta moneda (escudo, fecha, ceca o ensayador), con las leyendas dañadas debido al daño por oxidaciones marinas, estimo que presenta un “grado 3 o C” en lo referente al estado de conservación.
Información histórica: Después de la pérdida de los territorios americanos, España quedó relegada a un segundo plano frente a otras potencias europeas, manteniendo algunas enclaves estratégicos en el Caribe, como Cuba y Puerto Rico, además de una cierta presencia en Asia, con Filipinas, Guam o Las Marianas, Carolinas y Palaos. Con la situación en la que se encontraba España, la comunicación con sus territorios de ultramar no era tan sencilla ni fluida como antaño, con algunos buques de menor envergadura que cubrían estos trayectos según las necesidades del momento, además de apoyarse en una variopinta flota mercante con navegantes particulares que viajaban con fines comerciales y lucrativos. Este último era el caso del Sabina, clave para mantener el contacto con las Indias Orientales y alimentar el limitado comercio con la metrópoli, además del envío de tropas, pertrechos y víveres. Se trataba de un barco “de aparejo completo”, es decir, un barco de vela con tres o más mástiles, todos ellos aparejados. La misión del Sabina consistía en conectar la capital administrativa de estos territorios, Manila, con la ciudad de Cádiz para satisfacer necesidades de variada índole. En 1842, el Sabina realizó su último viaje, no cargado de pocos contratiempos, incomodidades y quejas de todo tipo durante la travesía y escalas de abastecimiento. Así, cuando regresaba de Manila y, a la altura del “Cape Recife”, cerca de Puerto Elizabeth (Sudáfrica) naufragó en torno a las 4 am del 7 de Agosto con 56 personas a bordo. Se tiene constancia, por el testimonio de los supervivientes, que el barco se partió en tres a lo largo, quedando la parte de popa encajada en los bajos, que fue donde se refugió casi toda la gente, llevándose el mar consigo el resto. En él viajaban, además, el Contador de Marina de Cavite, Francisco de Paula Monzón, y su esposa Doña Deogracia Evia, incluyendo todo el patrimonio que la pareja acumuló en su estancia en la capital de Filipinas y que traían consigo de regreso a España. Al amanecer, los supervivientes vieron la playa y nadaron hasta ella. Se salvaron 35 de 56 que iban a bordo, falleciendo finalmente 21.El barco británico Henry Hoyle, estaba en ese momento operando por la zona y trasladó posteriormente a los tripulantes a otro puerto para que pudieran regresar a España, después de los pertinentes trámites administrativos. De acuerdo a la documentación de época, el cargamento que transportaba consistía, principalmente, en tabaco, azúcar y palo de tinte por valor de 300.000 pesos, así como algo más de 12.000 pesos en efectivo, compuesto principalmente por monedas de 8 Reales acuñados en las cecas de las antiguas colonias americanas (incluyendo la ceca de Chile y las cecas de la Guerra de Independencia de México, Guadalajara y Durango), con presencia de algunos ejemplares acuñados a nombre de Carlos III. Como dato curioso, señalar que el hundimiento del barco provocó una catástrofe medioambiental en la zona, pues el tabaco que cargaba, al contacto con el agua, contaminó las aguas circundantes y ocasión la muerte de una gran cantidad de peces, de acuerdo a los informes de la época. Volviendo al plano numismático, señalar que además se han logrado rescatar del pecio algunas piezas con valor facial de 8 Escudos, también a nombre de Fernando VII, aunque algunos de ellos con el retrato de su antecesor, Carlos IV y de la ceca de Lima. Las piezas de plata pueden encontrarse hoy en día en subastas de forma muy esporádica y, normalmente, en lotes. Las carga del barco era muy lógica pues, en este momento, aún Manila y los territorios orientales no tenían una moneda propia, sino que por ellos circulaba la antigua moneda colonial americana, resellada para el caso de Manila con las siglas “FVII” (Fernando VII) o una “YII” (Isabel II), tanto los 8 Reales como los 8 Escudos.
No se tiene constancia de ejemplares resellados a bordo, pero sí de la aparición de una moneda de 8 Reales falsificada por aquel entonces, con núcleo de cobre y forrada de varias capas de plata. Esta moneda en cuestión imitaba a una acuñación de la ceca de México de en torno a 1815, pero la corrosión del cobre, al ser más débil que la plata impide fecharla con exactitud. Correspondería, según un estudio, a la referencia “Calicò (1985)”, tipo 112 y número 502. Hoy, descansa en el museo de Port Elizabeth tras haber sido entregada entre 1985 y 1986.
Ya posteriormente, se emitiría una serie en plata y en oro específica para estos territorios, todo ello bajo el reinado de Isabel II. No estoy teniendo en cuenta, lógicamente, las acuñaciones de “1 Quarto” realizadas anteriormente y, con fecha de 1835, realizados durante el reinado isabelino. El pecio, tal vez, no tiene una historia pomposa, a modo de las que les gusta a los americanos, pero sí que resulta un testimonio importantísimo para la historia de España en un momento, tal vez, no tan estudiado a nivel de pecios. Esta pieza fue adquirida junto con otra, de la
ceca de Guadalajara, que posteé hace algún tiempo. El pecio fue localizado y se procedió al rescate de su carga en el año 1985, a cargo del “
Diving Syndicate Sealit”.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.