Hola a tod@s, hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que, aunque no procede de un naufragio técnicamente hablando, sí que ha pasado un cierto tiempo bajo el agua salada y tiene una gran historia que contarnos. Se trata de
1 Peso acuñado en la
ceca de San Francisco para su circulación en las
Islas Filipinas y cuya relevancia, cobra un
especial protagonismo durante la
II Guerra Mundial en este territorio del Pacífico.
Datos de la pieza:País/Territorio: Islas Filipinas
Nominal: 1 Peso
Año: 1907. Las piezas que formaban parte del conjunto principal conocido como “Manila Bay Treasure” están fechadas entre el año 1907 y 1912. Aunque existen piezas de años posteriores, también rescatadas.
Ceca: San Francisco. Letra “S” a la izquierda de la fecha, en el reverso. Actual Estados Unidos de América.
Metal: Plata de 800 milésimas
Peso: 20 gr (aprox.) entre 1907 y 1912. Anteriormente, el peso rondaba los 26,956 gramos, entre los años 1903 y 1906.
Diámetro: 35 milímetros. Primeramente, con medidas de 38,1 milímetros (aprox.) entre 1903 y 1906, pasando posteriormente a unos 35 mm entre 1907 y 1912.
Grosor: 2,3 mm (aprox.)
Canto: Estriado
Forma: Redonda
Alineación: Moneda (180º)
Tirada: 3.154.000 Uds en total.
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G2/B)”. Aunque, realmente, no procede de un pecio, ni lleva tantos años sumergida, la pieza presenta un apreciable deterioro por la acción del agua salada, así que creo procedente ajustarnos a la valoración de las monedas de pecios. El anverso muestra la silueta de la libertad, con sus elementos característicos de acuerdo a la iconografía filipina, pero sin gran calidad de detalle. Las leyendas están perfectamente visibles, así como el valor nominal. El reverso muestra el escudo bien reconocible, al igual que la leyenda y la fecha. Algunas zonas oscurecidas por la acción del agua salada, sin corrosión significativa. En el momento en el que fueron lanzadas al agua las monedas estaban en circulación por lo que se aprecian pequeñas marcas y arañazos en el campo para ambas caras.
Referencias bibliográficas: “KM
#172”
Rareza: Rara. Ya no tanto por el numeral en sí o por el estado de conservación, este último afectado considerablemente por las circunstancias del naufragio. Si no por lo poco frecuente que resulta ver monedas procedentes de este pecio en concreto y, sobre todo, por tratarse de una pieza acuñada durante la Guerra de Independencia de México y en una ceca instaurada durante la contienda, estas no suelen encontrarse en naufragios.
Pecio: “Manila Bay Treasure” (1942)
Diseñadores: Melicio Figueroa and Charles Barber (para ambas caras)
Periodo: Administración de los EEUU (1903-1945)
Leyendas:Anv.: “
UNITED STATES OF AMERICA. 1907.” alrededor del escudo americano que contiene barras en la parte inferior y estrellas en la parte superior. Sobre él, águila posada con las alas desplegadas y un haz de flechas y una rama de olivo entre sus garras.
Rev.: “
ONE PESO” en la parte superior de la moneda, en clara alusión al valor nominal, con una alegoría de la libertad caminando hacia el frente sobre la arena, con rópa traslúcida y melena al viento. Con su mano derecha sujeta un martillo que reposa sobre un yunque en el lado izquierda y, a la derecha, de fondo, un volcán humeante que recuerda los orígenes del archipiélago. Debajo de ella, el nombre del territorio en español, “
FILIPINAS”.
Observaciones: La pieza en cuestión presenta el deterioro propio de una moneda que ha permanecido un cierto tiempo bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido los detalles que permiten su correcta identificación, por lo que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia filipina, estadounidense y mundial, que nos deja en medio del mayor conflicto bélico del siglo XX, la II Guerra Mundial. Con todo ello y, dado que aún permanecen visibles los elementos significativos de esta moneda (escudo, fecha, ceca, leyendas, valor nominal e iconografía en general), estimo que presenta un “grado 2 o B” en lo referente al estado de conservación, teniendo en cuanta que estas monedas no permanecieron tanto tiempo sumergidas y la perfección técnica utilizada en su confección ha ayudado en su preservación.
Información histórica: Para el año 1942, ya inmersos en el mayor conflicto bélico que se recuerda, el Tesoro Nacional de Filipinas contaba con más de 51 toneladas métricas de oro, 32 toneladas métricas en lingotes de plata, 140 toneladas de monedas de plata (“Pesos”) y 27 millones de dólares en notas del Tesoro americano. Además, se sabe de la existencia de una cantidad, indeterminada por las Autoridades, en otros activos como bonos, piedras preciosas y Certificados del Tesoro. Ante el avance de las tropas japonesas y la inminente caída de Manila, se tomó la decisión de poner a salvo todo lo que fuera posible. En el mes de febrero, el oro se embarcó en el submarino USS Trout con destino a San Francisco (unos 2 millones de dólares), junto con unos 360.000 dólares en plata, todo ello sería utilizado como lastre en su interior, este seguramente, es el ejemplo más llamativo. A continuación, se registraron los números de serie de cientos de millones de dólares en papel moneda y luego quemaron todos los billetes. El avance del enemigo parecía imparable y, a continuación, llegó el turno de las monedas, conscientes de que no lograrían sacarlas del territorio a tiempo, más de ocho millones de dólares en plata serían lanzados al fondo de la bahía. Hablamos de unos 17 millones de pesos de plata (con un valor aproximado de 50 centavos americanos por unidad) que aún se encontraban empaquetados en las cajas de madera originales, dentro de una bóveda de acero en las dependencias de Corregidor (Isla del Corregidor, en la época española). El 20 de abril, los oficiales del ejército americano trazaron dos líneas rectas conectadas con varios puntos de referencia de la bahía de Manila y los marcaron en un mapa. Las líneas trazadas se cruzaban en un punto concreto, en el interior de las aguas de la bahía de Caballo, formando así una delgada media luna que delimitaría el área donde esconderían el tesoro. En esa zona el agua era lo suficientemente profunda y agitada como para desalentar el rescate por parte de un enemigo ansioso, por lo que confirmaron la idoneidad del lugar seleccionado para esta tarea. Los funcionarios filipinos, los oficiales del ejército americano y George G. Harrison, comandante de embarcaciones portuarias en la cercana bahía de Mariveles, designaron al que sería el grupo de trabajo: aproximadamente una docena de soldados de la Marina americana, que habían servido en el submarino Canopus y estuvieron a bordo del barco de rescate submarino Pigeon, que habían sido hundidos por el enemigo en la bahía de Manila. La mayoría de ellos eran buceadores y, por lo tanto, idóneos para la misión que se había puesto en marcha. El comandante Harrison les dijo que los días de aquel territorio estaban contados y que el trabajo debía realizarse lo más rápido posible y durante la noche para evitar ser vistos. Fue un trabajo realmente agotador para el equipo. Las pesadas cajas, cada una con aproximadamente 6.000 pesos, fueron transportadas a bordo de dos barcazas de techo plano, que luego fueron remolcadas hasta el lugar seleccionado de la bahía debido al peso que cargaban. Una vez allí, los marineros, ya exhaustos, comenzaron a lanzar el preciado cargamento al mar. Fueron necesarias diez noches para trasladar las 425 toneladas de plata hasta su lugar de reposo provisional en Bahía Caballo. Cuando al fin lograron finalizar los trabajos, el comandante Harrison lanzó una advertencia a sus hombres que acabarían comprobando poco después: "Si los capturan, no permitan que sepan que son buceadores". El 6 de mayo Corregidor se rindió al ejército japonés. Los buceadores que participaron en la ocultación del tesoro se encontraban así entre los prisioneros del lugar. Seis semanas después, el comandante japonés del campo de prisioneros de Cabanatuan, a 90 millas al norte de Manila, envió a buscar al contramaestre de primera clase Morris "Moe" Solomon y le dijo: “Sabemos que eres buceador”, “El puerto de Manila está repleto de barcos hundidos y debe estar despejado para el tráfico". Los japoneses sabían de la importancia estratégica del lugar y la necesidad de mantener sus infraestructuras críticas operativas para la contienda. Además de Solomon, también habían seleccionado a Bosun's Mates Virgil. L., “Jughead” Sauers, Wallace A. “Punchy "Barton., PL “Slim” Mann y otros dos experimentados buzos. El ingenio de estos hombres de la Marina americana dio sus frutos y, a finales del verano de 1942, cuando los japoneses controlaban Filipinas desde hacía varios meses, su moneda de ocupación comenzó a colapsar de forma repentina. Los soldados japoneses descubrieron horrorizados que su paga de todo un mes no compraría ni siquiera un vaso de cerveza. La causa de esta situación fue una misteriosa inundación de pesos filipinos de plata, que comenzaron a aparecer en las transacciones comerciales de Manila. De alguna manera que no eran capaces de comprender, la plata llegaba incluso a los campos de prisioneros de guerra y los estadounidenses estaban sobornando a los desmoralizados guardias japoneses para obtener comida, ropa y medicinas. A continuación, incluso empezarían a comprar su libertad. Si el origen de toda esta plata no se encontraba pronto, podría corromper toda la estructura del control nipón. ¿De dónde venía toda esa plata? Los japoneses parece que eran conscientes que las fuerzas de MacArthur habían arrojado millones de pesos en una profunda zanja al sur de Corregidor antes de rendirse. Ellos habían estimado la existencia de unos 8.500.000 dólares allí abajo, a una profundidad de unos 120 pies aproximadamente. De esta manera, formaron un equipo de buceo con siete prisioneros de guerra estadounidenses, con el objetivo de rescatar la plata y poner fin a aquel caos insostenible. De tener éxito, el valioso cargamento sería un regalo del ejército nipón al mismísimo emperador. La policía de seguridad japonesa, el tristemente célebre Kempeitai, vigilaba de cerca a los buzos estadounidenses y custodiaban cada peso recuperado. Parecía inconcebible que algo de esta plata pudiera pasar de contrabando a Manila. A pesar de todas estas medidas, los japoneses pronto decidieron endurecer la vigilancia sobre los estadounidenses. Realmente no se sabe si el Kempeitai tenía conocimiento que aquel equipo estaba realmente formado por buzos de la Marina americana, de manera que aquellas personas a las que estaban obligando a recuperar la plata eran los mismos que la habían arrojado allí en un tiempo atrás. El sabotaje a los japoneses utilizando esta plata que el equipo seguía rescatando e introduciendo poco a poco en los mercados filipinos continuó hasta la retirada del ejército nipón.
A lo largo de los años, se ha podido recuperar gran parte del tesoro que quedaba bajo el agua. Una operación de la Armada de los Estados Unidos recuperó aproximadamente unos seis millones de pesos en el año 1945 y un equipo de rescate estadounidense que, posteriormente, sería contratado por la República de Filipinas, encontró otros 2.800.000 pesos más en el año 1947. Sin embargo y, de acuerdo a un artículo publicado en el 2007 por el experto en numismática Timothy B. Benford, se especula que hasta 3,5 millones de pesos aún podrían estar esparcidos por el piso de Caballo Bay. Actualmente puede, incluso encontrarse algún ejemplar suelto con relativa frecuencia.
Fotos:Espero que os guste!
Saludos.