Hola a tod@, hoy voy a presentar otra de esas monedas que tanto me gustan y que proceden de
un pecio que saltó a la palestra el pasado año 2020. Se trata de
8 Reales acuñados en la ceca de
México a nombre del
Rey Carlos IV en el año
1805 presentando una acuñación que escenifica la perfección técnica imperante bajo la dinastía de los Borbones en comparación con siglos anteriores. El pecio en cuestión, no ha sido identificado ni estudiado debidamente, conocido ya como “
Cuban Waters Wreck” es, como poco, un pecio bastante controvertido.
Veremos el por qué.
Datos de la pieza:Nominal: 8 Reales
Año: 1805
Ceca: México (“Mº”; en el reverso)
Metal: Plata de 896 milésimas
Peso: 25,3 gr (aprox.)
Diámetro: 40 milímetros (aprox.).
Canto: Cordoncillo (Patrón de rectángulos y círculos)
Forma: Redonda
Tipo de acuñación: Prensa a volante
Ensayadores: Tomás Butrón Miranda y Henrique Buenaventura Azorín (Siglas “TH”)
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G2/B)”. En esta moneda podemos ver una mezcla de efectos que le han dado un carácter singular a la pieza en cuestión. En
el anverso vemos la silueta del monarca completamente visible, con distinción de la mayoría de los elementos que lo componen. Las leyendas y la fecha están visibles de forma parcial, pero perfectamente identificables. Se evidencian marcas producidas por la
acción marina, así como marcas negras a las 10h, producto de la acumulación de
depósitos de carbono y
restos de coral sobre distintos elementos del busto. El
reverso muestra el escudo casi en su totalidad, con los detalles importantes a la vista, al igual que los lemas “PLUS” y “ULTRA”, estos totalmente visibles. Los leones conservan la melena intacta, por lo que esta pieza no circuló o lo hizo muy poco. Se aprecian
restos de coral en el campo cercano a los bordes, sobre todo entre las 15 y las 18h de la moneda, además de algunos fragmentos en la zona del escudo. También se evidencian
marcas negras sobre el escudo y la columna derecha,
producto de la acumulación de los mencionados depósitos de carbono y, en esta cara, se perciben también
zonas de plata ligeramente fundidas, producto de
altas temperaturas previas al hundimiento, en la zona central del escudo. Cordoncillo prácticamente intacto. Buen ejemplar para este pecio, que incluye los elementos más significativos que sabemos que están asociados a este naufragio en concreto y no a otro. La moneda dispone de su correspondiente “COA” que la garantiza como “GENUINA” y remarca la procedencia de la misma en un “pecio desconocido en aguas de Cuba”.
Referencias bibliográficas: “KM
#109a”
Rareza: Muy rara. Ya no tanto por el numeral en sí, la ceca (muy común) o por el estado de conservación, este último afectado moderadamente por las circunstancias particulares que sabemos que afectaron al naufragio del “Cuban Waters”. Si no por lo poco frecuente y limitado que resulta ver monedas procedentes de este pecio en concreto o, al menos, lo complicado que resulta acreditar su procedencia, afectada por un afán especulativo en el mercado americano que, indirectamente, favorece a mi juicio la NGC.
Pecio: “Cuban Waters Wreck” (C.a. 1807). Recuperados de las aguas cubanas, concretamente, al noroeste (NE) de la Habana, de acuerdo a las informaciones que barajamos en relación con las piezas rescatadas en diferentes fases a lo largo de varios años. No se tiene conocimiento de las circunstancias del naufragio, al igual que tampoco tenemos datos del tipo de barco, carga en general o bandera del mismo. Sólo se han relacionado con el pecio monedas de 8 Reales de varias cecas americanas, predominando las de México, pero no descarto la existencia de otro numeral, como los 4 Reales. No se han realizado labores arqueológicas en el sitio y el lugar sólo lo conocen buzos y pescadores locales, que han extraído monedas del pecio para comercializarlas por su cuenta.
Reinado: Carlos IV “El Cazador” (1788-1808)
Dinastía: Casa de Borbón
Leyendas:Anv.: “
.CAROLUS. IIII. DEI. GRATIA. 1805.” [LEYENDAS PARCIALMENTE VISIBLES] alrededor del busto armado y, con corona de laureles, del monarca mirando hacia la derecha. Corrosiones significativas por agua salada, al igual que restos de coral en el campo y una zona oscura con depósitos de carbono a las 11h.
Rev.: “
.HISPAN. ET. IND. REX. Mo. 8R. T.H.” alrededor del escudo coronado con las armas de Castilla y León, el escusón que guarda las 3 flores de Lis en el centro y, en la base del escudo, una granada en referencia a tal reino. A ambos lados, las columnas de Hércules con las leyendas “
PLUS” y “
ULTRA”. Marcas de corrosión marina homogéneos, restos de coral en el campo y escudo, zonas oscurecidas por la acumulación de carbono en el escudo y columna derecha, además de marcas relacionadas con plata ligeramente fundida en el escudo, producidas por someter el metal a altas temperaturas poco antes del hundimiento.
Observaciones: La moneda en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido más de 200 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido la calidad de detalle que podemos observar (tanto en anverso como reverso) y que demuestran que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia tanto española, como europea y americana. Así y, dado que aún permanecen visibles todos los elementos significativos de esta moneda (escudo, fecha, ceca o ensayador), con las leyendas dañadas, pero parcialmente visibles en ambas caras debido al daño por las condiciones extremas de su hundimiento, estimo que presenta un “
grado 2 o B” en lo referente al estado de conservación.
Información adicional: La primera vez que tuvimos conocimiento “formal” sobre este pecio fue el pasado 2020 a través de foros y algunos medios de comunicación, donde se mencionaba la comercialización por parte de la NGC de monedas que parecían proceder de un nuevo pecio contemporáneo y sin identificar. Con el caso “Odyssey” aún en la memoria, algunos portales en lengua castellana pronto traerían este eco a nuestro país. Este fue un ejemplo:
https://abcblogs.abc.es/espejo-de-navegantes/otros-temas/venden-monedas-de-un-pecio-espanol-hallado-en-cuba.htmlRealmente, la operación (operaciones mejor dicho) se han llevado a cabo con la más estricta discreción y no se han realizado trabajos arqueológicos sobre el terreno que permitan aportar datos como el cargamento del pecio, tipo de nave, costumbres a bordo o pabellón del barco. El afán comercializador que existe al otro lado del Atlántico, sin duda, parece no saciarse nunca a cambio de unos buenos dólares.
Respecto al hundimiento y, de acuerdo al testimonio de buzos y pescadores locales, además del equipo que logró exportar las monedas de la isla con éxito, sabemos que el pecio se encuentra al noroeste (NE) de la Habana. El rango de fechas que se han podido verificar, a través del lote graduado por la NGC, comprende desde el año 1791 al 1807, atribuyéndose a éste último año la fecha del hundimiento, pues no se certificó moneda alguna con fecha posterior. Se tiene evidencia de algún ejemplar aislado con fecha anterior a 1791 y, según las marcas de la ceca o de los ensayadores, en el caso de que la ceca no sea visible, se atribuyen a los enclaves de México, (Nueva) Guatemala, Potosí y Lima. Además se certificó un único ejemplar con fecha del año 1800 y atribuida a Chile, de acuerdo a los datos del lote exportado y que tomamos como referencia para gran parte de la información que damos por cierta. Mayoritariamente, proceden de la ceca de México y están acuñadas a nombre de Carlos IV, pero con algunos ejemplares a nombre de su predecesor, Carlos III.
De acuerdo con los datos que pueden leerse en varios portales de internet, de habla inglesa, algunos investigadores se han desplazado hasta Cuba para saber más sobre el pecio y se han entrevistado con población local y buzos conocedores del enclave del que, además, argumentan que llevan “años” extrayendo monedas del pecio. Nadie parece querer revelar, lógicamente, la ubicación del pecio, siendo un tanto esquivos al presentar dos versiones totalmente diferentes del lugar:
a. Unos dicen que no se aprecian restos de madera, ni objetos en la zona donde se localizaron las monedas. Únicamente varios bloques de piezas con restos de coral y otras evidencias que señalaré a continuación. Esto sugiere que, o bien el cargamento fue arrojado por la borda y el barco naufragó más adelante o, el barco se fragmentó, posiblemente a casusa del mal tiempo y se encuentra esparcido por un área más grande.
b. Un buzo local sí reveló que se puede apreciar el casco del barco al revés en la zona donde se localizaron las monedas, pero muy enterrado en la arena. Esto dificultaría enormemente la realización de trabajos arqueológicos sucesivos en la zona ante el movimiento de la arena y la época de mal tiempo.
Lo que sí es común a ambas versiones es que, una parte de las monedas tienen marcas de haber sido sometidas a altas temperaturas y, posteriormente, haber sido enfriadas por el agua del mar. Esto sugiere que hay piezas muy deterioradas por la casi fundición de la plata y otras menos, pero que en muchas de ellas se evidencian marcas oscuras de hollín (no confundir con las manchas negras o azul oscuro, producto de la humedad y la acción del mar), que revelan depósitos de carbono tras su estudio. Esto sugiere que se produjo un gran incendio a bordo o que la tripulación prendió fuego deliberadamente al barco para evitar que se apoderaran del mismo. La teoría más extendida es que el barco pereció en una tormenta, en un probable rumbo desde el Caribe hasta los territorios del sur de lo que hoy son los Estados Unidos, pero no se sabe si hubo supervivientes que pudieran motivar un regreso posterior para recuperar toda o parte de la carga. Parece que esto último no llegó a suceder.
Llegados a este punto, no es posible sacar más conclusiones hasta que, en algún momento, pueda accederse a la ubicación y un equipo especializado realice labores de investigación con el fin de resolver el misterio. No obstante, la realidad parece ser muy distinta, pues mantenerlo en secreto y facilitar el acceso de determinadas personas, sobre todo extranjeras con fines de exportación y venta, parece ser más beneficioso para los actores implicados.
Antecedentes: De acuerdo a testimonios locales, buzos y pescadores de la zona llevan años extrayendo monedas del pecio para obtener dólares de los turistas que han visitado la isla de Cuba y poder así obtener algo de bienestar extra para sus familias dadas las circunstancias. Esto último probado, no sólo por los testimonios de estos “rescatadores” sino, por algunas personas (españoles y americanos sobre todo) que pasaron algún tiempo de vacaciones en la isla. Se ha podido documentar, algunos de primera mano por mi parte, la compra de algunos ejemplares en Cuba por parte de residentes en España durante estos viajes. Todas ellas con corrosiones marinas, las fechas dentro del rango correcto y de la ceca de México en su totalidad, a nombre del monarca Carlos IV.
En el mercado americano parece que han aparecido desde el año pasado un buen número de monedas de 8 Reales procedentes de un pecio desconocido y que, aparentemente, coincide con el rango temporal estudiado. Al preguntar a varios vendedores, algunos argumentan por mensaje privado que proceden de un pecio sin identificar hundido en el Caribe en su viaje a los EEUU, otros indican que las han adquirido recientemente en Cuba, incluso uno de ellos fue más allá y reconoció que las estaba comprando a un proveedor local cubano por lotes.
Es importante señalar, además, que en algunas Casas de Subastas internacionales, y alguna española se están subastando algunas monedas de este tipo y simplemente comentan que las monedas tienen “oxidaciones marinas”, “oxidaciones limpiadas” o que “proceden de un pecio”, sin hacer referencia alguna a su origen. En algunos casos, previa pregunta vía correo electrónico, me han respondido que proceden “de un lote” que “ya les ha llegado así” o que “proceden de un conjunto que viene desde los EEUU”.
¿Coincidencia? Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Lote certificado por NGC: El lote que ha certificado esta empresa americana, está formado por 371 monedas individuales, fechadas entre 1791 y 1807, como ya hemos visto y
distribuidas de la siguiente forma:
• México: 199 Uds
• Lima: 81 Uds
• Nueva Guatemala: 73 Uds
• Potosí: 12 Uds
• No identificadas/Sin ceca visible: 5 Uds (Clasificadas bajo la denominación de “Spanish Colonial”)
• Chile: 1 Ud
Además,
se han certificados 25 “clump” o conjuntos de monedas sin tratar o despegar. Están dispuestas de la siguiente forma y han sido fotografiados y registrados:
• 13 “Clump”: Formados por 2 monedas.
• 5 “Clump”: Formados por 3 monedas.
• 4 “Clump”: Formados por 4 monedas.
• 2 “Clump”: Formados por 5 monedas.
• 1 “Clump”: Formados por 6 monedas.
Esta es la que
yo tomo como muestra para luego extrapolar a las demás monedas que no han sido certificadas por la NGC, pero que sí que tienen COA o, también, aquellas cuya procedencia podría ser este pecio. La clave para considerar a estas monedas como “oficiales” del pecio es que, supuestamente, obtuvieron los permisos necesarios de las autoridades cubanas, reconociendo su procedencia en dicha documentación y que fueron exportadas a los EEUU para ser certificadas y comercializadas. El proceso, según he podido averiguar, sería el siguiente:
En primer lugar, el lote de monedas debe presentarse a una institución llamada “Museo Nacional de Numismática”, para que sus responsables evalúen las piezas y determinen si son monedas de trascendencia histórica en la isla o si, por el contrario, pueden comercializarse o exportarse. En el caso de recibir un dictamen favorable, estos redactan un informe que, posteriormente, es enviado a la Oficina de Exportación Cultural cubana para que ellos realicen una nueva revisión. En esta última institución, en caso de recibir el segundo informe favorable, se calcula un impuesto que debe ser abonado para, finalmente, otorgar el permiso de exportación por escrito y poder sacarlas del país.
Sabemos que la NGC certificó una gran parte de las 400.000 monedas que se estima, salieron del bergantín “El Cazador”, al igual que un número de monedas indeterminadas que salieron de otros pecios como las procedentes del “Spice Islands Wreck”, las cuales han inundado los mercados y, consecuentemente, los precios no son tan altos como en este caso. Vistos estos antecedentes, parece que la compañía se niega (esto también se ha comprobado de primera mano) a certificar más monedas del “Cuban Waters”, aunque se aporte el correspondiente COA realizado por los encargados de la adquisición inicial, aludiendo a que sólo pueden verificar la procedencia del lote que contó con los permisos para trasladarse a los EEUU y llegaron hasta sus dependencias. Realmente, un pequeño grupo de numismáticos también obtuvo un permiso de exportación casi simultáneamente y esas piezas no fueron enviadas a NGC, por lo que ellos no certificaron la totalidad de las monedas que salieron en esa expedición, únicamente el número señalado al inicio de este apartado. Lógicamente, esto ha disparado los precios actualmente, hasta los rangos que podemos ver en internet, entre los 500 y los 700 USD, sin olvidar que el pasado 2020, pedían entre 700 y 1000 USD por cada ejemplar certificado
Elementos característicos de estas monedas: Llegados a este último punto, estamos ante un pecio muy polémico y soy consciente que cualquier coleccionista de moneda colonial española y, especialmente, los coleccionistas de pecios desean añadir un ejemplar a sus colecciones. Entonces, con los datos desarrollados hasta ahora, tenemos que plantearnos dos preguntas.
¿Debo necesariamente adquirir un ejemplar certificado por la NGC? ¿De no ser así, qué debo tener en cuenta en mi búsqueda? Bien, la
respuesta a la primera pregunta es NO. Cada cual debe decidir qué pieza desea comprar, obviamente, un ejemplar certificado por la NGC otorga una garantía de la procedencia inequívoca de este pecio, tratándose de un ejemplar “GENUINO”. Otra forma consiste en adquirir otra de las piezas que obtuvo licencia para ser exportada y que permitió, expedir su correspondiente COA, garantizando la autenticidad de la pieza y el origen de la misma en un pecio desconocido de las aguas de Cuba. Esta opción es algo más “económica”, pues los precios oscilan entre los 250 USD (para ejemplares con sus elementos poco visibles y donde no se visualiza la fecha de acuñación) hasta los 400 USD para ejemplares más completos. A partir de aquí ya entramos en un terreno más pantanoso, pues hay muchos pecios que naufragaron en el Caribe, algunos de ellos frente a los EEUU en torno a 1810, además de otros no identificados y se han rescatado piezas de forma un tanto dudosa en términos legales o arqueológicos. Como ya mencioné, en las casas de subastas están apareciendo ejemplares que podrían encajar con este naufragio y es importante contactar previamente con ellos para obtener más información y determinar si nos resulta convincente y lo suficientemente probada para llevarnos a este pecio. De igual manera, podemos encontrar piezas en plataformas de internet de distinto tipo donde están apareciendo con bastante frecuencia y, como hemos visto, en algunos casos proceden de Cuba. Aquí entran en juego factores de diversa índole que cada coleccionista debe valorar, pero la clave de este punto, al igual que la anterior, es la información que nos aporte el vendedor y la posibilidad de poder verificarla. La labor de campo en los dos últimos puntos, como vemos, es trascendental. Tarde o temprano, el mercado tendrá que reconocer que existen piezas más allá de las certificadas por NGC y que han nutrido las colecciones de muchos viajeros, coleccionistas y amantes de la historia durante más de una década. Por lo tanto, SI, es posible que tengas una moneda procedente del “Cuban Waters Wreck” en tu colección y no lo hayas ni imaginado.
Si nos aventuramos a buscar un ejemplar alternativo, como los mencionados anteriormente, entramos de lleno en la pregunta número dos. Aquí hay que realizar un análisis detallado de la pieza que pretendamos comprar con los datos que sabemos que son ciertos y pensar fríamente, tratando de buscar lo básico, pero que no arrojen dudas ni a nosotros ni a un tercero que pueda ver nuestra moneda en años venideros.
Primeramente
el rango temporal que ya hemos visto, entre 1791 y 1807, apostando claramente por
el reinado de Carlos IV. Aunque el pecio transportaba monedas de varias cecas americanas, lo cierto es que las mexicanas predominaban en la muestra que tomamos de NGC, con 199 sobre 371 ejemplares, esto es un 53,64% aproximadamente. Más de la mitad de la muestra correspondían a México, por lo que se puede extrapolar este porcentaje a una carga mucho mayor, puesto que ningún barco va a llevar tan sólo este puñado de monedas como ya hemos analizado. Apostaría claramente por esta ceca si tuviera que seleccionar un ejemplar por mi cuenta.
A continuación, las
características de la moneda. Obviamente debe presentar deterioro por el efecto del agua salada y el desgaste de la marea y otros elementos, como bacterias y corales. Algunos ejemplos de cómo son estas corrosiones marinas los tenemos en internet, si no estamos muy familiarizados con ellas a priori. Además, sabemos que
el pecio fue quemado o sufrió un incendio, identificándose
marcas de hollín en la superficie de parte de las monedas recuperadas debido al
depósito de carbono producto de la madera y otros materiales quemados a su alrededor. Por lo tanto, también se deben buscar
muestras de fundiciones ligeras del metal en la superficie de la moneda como resultado a estar expuesta a altas temperaturas antes del hundimiento. Esto último se concreta en la aparición de pequeñas grietas irregulares o marcas en la superficie de la moneda, con formas similares a las celdas de un panal de abeja, pero sin disposiciones geométricas. Estas grietas apenas se abrieron ya que, poco después, el agua las enfrió bruscamente. Básicamente,
estos son los elementos principales a tener en cuenta para poder identificar, correctamente, un ejemplar procedente de este pecio, pero aún así no es garantía de su procedencia, recalcando la importancia del trabajo de campo y de corroborar la información que nos faciliten. Como dato extra, esta zona suele favorecer la aparición de corales y elementos vivos similares que se adhieren a la superficie de los “clump” o grupos de monedas en sí y aunque, esta característica también está presente en otros pecios, también puede ayudarnos en la identificación de este naufragio pues algunas de las piezas recuperadas y certificadas, aún conservan parte de ellas.
Espero que os guste!
Saludos.