Hola, compañeros, en el hilo de los cincuenta centavos mexicanos de Hermosillo de 1894 hablaba de que iba a coleccionar los medios duros de México hasta llegar a los 50 centavos de Cuauhtémoc, diseño que aprecio en especial. Hoy, sin dejar pasar más tiempo, aquí los traigo. Quizá lo más característico de su acuñación es el hecho de que son los primeros cincuenta centavos que no se labran en plata; los anteriores, de 1950-51, tenían 300 milésimas de fino para un peso de 6,67 gramos. Nuestra moneda, acuñada en 1956, se emitió durante cuatro años, de 1955 a 1959 (en 1958 no se emitió), con una tirada total de 52.351.000 piezas.
Y para presentar la moneda cito algunos fragmentos de
Memoria del fuego, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, fragmentos en los que recrea la figura de Cuauhtémoc, último emperador azteca, y que ya utilicé cuando presenté los 5 pesos de 1947 dedicados también a él.
1. 1519: Los conquistadores, mudos de admiración, cabalgan por la calzada. Tenochtitlán (México), en la laguna, parece arrancada de las páginas del Amadís de Gaula (“cosas nunca oídas, ni vistas, ni aun soñadas…”). Una multitud sale a recibirlos, en silencio y sin prisa.
Moctezume llega en litera y da la bienvenida al dios Quetzacóalt (Hernán Cortés): “No te veo en sueños, no estoy soñando. A tu tierra has llegado”. Los que lo acompañan reciben guirnaldas de magnolias, rosas y girasoles.
Quetzacóalt-Cortés nació en Extremadura y desembarcó en tierras de América con un hatillo de ropa al hombro y un par de monedas en la bolsa. Tenía diecinueve años cuando pisó el muelle de Santo Domingo y preguntó ¿Dónde está el oro? Ahora ha cumplido treinta y cuatro y es capitán de gran ventura. Viste armadura de hierro y conduce un pequeño ejército de jinetes, lanceros, ballesteros, escopeteros y perros feroces. Ha prometido a sus soldados: Yo os haré, en muy breve tiempo, los más ricos hombres de cuantos jamás han pasado a las Indias.
El emperador Moctezuma, que les abre las puertas de Tenochtitlán, acabará pronto. Pronto será llamado por los suyos, los aztecas, “mujer de los españoles” y morirá lapidado por su propia gente. El joven Cuauhtémoc ocupará su sitio y él sí peleará.
2. 1520: Poco falta para que termine el año. Cortés da la orden de partir. Sus tropas, pulverizadas en la llamada “Noche triste”, se han reconstruido en pocos meses al amparo de los indios aliados de Tlaxcala, Huexotzingo y Texcoco y de los nuevos soldados que ha venido de España, Santo Domingo y Cuba, bien provistos de caballos, arcabuces, ballestas y cañones. Para pelear por agua, cuando llegue a la laguna, Cortés dispondrá de velas, hierros y mástiles para armar trece bergantines.
En agosto de 1521, hombres y dioses han sido derrotados. La ciudad ha muerto y ya no vendrán a rendirle tributo los príncipes vencidos de todas las comarcas. Se apila el oro en grandes cestas; oro de los escudos y de las insignias de guerra, oro de las máscaras de los dioses, colgajos de labios y de orejas, lunetas, dijes. Se pesa el oro y se cotizan los prisioneros.
Mientras, el fuego va quemando las plantas de los pies untadas de aceite del emperador Cuauhtémoc, que inútilmente ha esperado la muerte obligada por la derrota. Cortés le perdona la vida y le humilla así a los ojos de los suyos.
3. 1525: De la rama de una antigua ceiba se balancea, colgado de los tobillos, el cuerpo del último rey de los aztecas. Cortés le ha cortado la cabeza. Hace veintinueve años, los magos derramaron agua sobre su cabeza y pronunciaron las palabras rituales: “Desgracia, apártate de este niño”. Lo llamaron Cuauhtémoc, águila que desciende. Su padre había extendido el imperio de mar a mar. Cuando llegó al trono ya los invasores habían venido y vencido. Él se alzó y resistió. Cuatro años después de la derrota de Tenochtitlán, todavía resuenan desde el fondo de la selva los cantares que claman por la vuelta del guerrero.
¿Quién hamaca ahora su cuerpo mutilado? ¿El viento o la ceiba?
Mientras, la vida y la muerte siguen…
50 CENTAVOS – MÉXICO – 1956
Bronce (70/90% de cobre – 30/10% de estaño) – 33 milímetros – 14 gramos.
Anverso: Busto de Cuauhtémoc, adornado con los atributos del emperador azteca: diadema, collar, pendientes… En la parte superior, CINCUENTA CENTAVOS, y separado por dos “diamantes”, en la inferior, Mo 1956.
Reverso: Escudo de México, águila lateral sobre nopal devorando una serpiente entre su pico y sus garras; imagen sustentada en dos ramas enlazadas de encina y laurel. Alrededor, ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
Canto: Estriado.
Grabado: obra de Manuel Luna Negrete, uno de los grabadores mexicanos más importantes de mediados del siglo pasado.
Ceca: Mo, marca de la Casa de Moneda de México.
Tirada: 34.643.000 piezas.
Referencia: Km # 450.
Espero que os guste. Un saludo a todos.