En el Reino de Aragón, el Rey, no acuñaba moneda sin el acuerdo de las Cortes aragonesas, no hay más que recordar los problemas que tuvo, entre otros, Pedro IV.
"En una cédula del Rey Jaime I de Aragón dirigida a Zaragoza el 28 de agosto de 1254 reconoce que de consentimiento con esta Ciudad, de Huesca, Jaca, Teruel y Calatayud y otras villas principales del reino había mandado labrar quince mil marcos de plata nueva, repartidos en once mil de dineros, y cuatro mil de miajas, a la talla de dieciocho sueldos y cuatro dineros por marco de dineros; y de veinte sueldos por marco de miajas; y en la misma, establece dos comisarios, uno en Zaragoza y otro en Lérida, para que cuiden la fabricación de dicha moneda; y ordena también, que haya una tabla de cambio para la reducción de las monedas y que el maravedí de oro se pague a razón de siete sueldos." (Algunas consideraciones relativas a la moneda labrada en Aragón, Álvaro de San Pío Ansón, página 57)